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Por: Laura Castro, Konny Mejía, Madeleyn Rangel, Ximena Ruz y Juanita Valencia

La circunvalar es una vía que siempre ha dado mucho de qué hablar, recorre la ciudad desde la glorieta ubicada en el barrio Las Flores hasta el Hospital de la Universidad del Norte en la calle 30.

La Avenida Circunvalar es una vía que conecta puntos estratégicos y cuenta la historia de una ciudad. Los comentarios que se escuchan casi siempre son negativos, pero ¿por qué? Murmullos de que intencionalmente la vía se ha construido mal en muchas ocasiones para seguir generando más contratos nunca faltan, pero el que más fuerte se escucha es la cantidad de accidentes que genera la vía.

Una avenida que antes contaba con tres carriles y que ahora pasó a tener cinco para intentar reducir accidentes. 19 kilómetros de asfalto que rodean el costado occidental de Barranquilla. La Circunvalar. La autopista que conecta barrios, zonas residenciales y centros comerciales. Su propósito principal era facilitar el flujo vehicular en Barranquilla e impulsar la comercialización, pero se volvió el escenario principal de siniestros y ejemplo de nuestro sentido de pertenencia con nuestra ciudad. Las vidas que ha cobrado la elaboración de esta vía es de real preocupación para los peatones que pasan diariamente por esta vía.

Los mototaxistas que presencian los accidentes a menudo y que ven a toda la gente preocupada que cruza la vía aseguran que está mal señalizada y que esta es la causa de muchos accidentes. Sin embargo, según el documento generado por la Secretaría de Tránsito de Barranquilla, las hipótesis plantean que los accidentes, en su mayoría, son causados por “No mantener distancia de seguridad”; pero a partir de lo anterior ¿cómo se mantiene una distancia apropiada si los espacios señalizados como “zonas verdes” para que los transeúntes esperen y crucen la vía no son respetados?

La circunvalar es la vía donde las personas transitan por donde pueden y tienen que deshacer los broches creados con cemento para poder facilitar su ida al trabajo, a la escuela y a casa; vía que por muchos años tuvo muchos hoyos que aumentaban la accidentalidad y dificultaban el paso incluso de los vehículos.

Los accidentes en la Circunvalar no son raros. La vía es vital para el transporte de mercancías y personas y puede volverse peligroso debido a la alta velocidad, el tráfico intenso y la imprudencia. La visibilidad disminuye en los días de lluvia cuando el asfalto se vuelve resbaladizo. Algunos conductores olvidan que unos segundos de precaución pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Karina Cossio es una mujer que cruzaba la circunvalar a la altura del barrio La Pradera casi todos los días para poder dirigirse a hacer labores básicas como recoger sus medicamentos o ir a sus citas médicas, desde hace 20 años. Karina, aunque nunca ha estado cerca de sufrir un accidente, considera que cruzar la circunvalar afecta su día a día, además que es muy estresante para ella. Ella cree que es necesario que, así como inauguraron el puente peatonal que conecta ambos lados de la circunvalar deberían hacerlo en muchas más zonas.

Así como Karina, existen muchos más ciudadanos que a diferentes alturas de la ciudad tienen que arriesgar su vida a diario para poder atravesar esta avenida que divide varias zonas de barranquilla y hacer sus labores.

En los últimos seis años la circunvalar ha costado 86 vidas y 196 lesionados. La pregunta es ¿por qué? ¿Acaso la Alcaldía no tuvo los lineamientos necesarios para su construcción?

Aunque los esfuerzos por mejorar la seguridad vial son constantes, los accidentes siguen siendo una triste realidad porque la Circunvalar es un testigo silencioso. Hay medidas que las autoridades locales han implementado para reducir los accidentes como la implementación de los puentes para que las personas puedan cruzar esta extensa vía sin correr ningún riesgo, pero ¿cómo saber si los ciudadanos usarán la construcción si incluso teniéndolos no los usan?

La circunvalar se pensó para mejorar el flujo vehicular, contando con diez, seis y cuatro carriles en algunos lugares correspondientes. Teniendo en cuenta que esta vía se construyó en medio de barrios residenciales, donde hay un alto flujo de personas se implementaron los puentes peatonales que deben garantizar la seguridad de los peatones, pero ¿por qué los peatones no lo usan y cuáles son las razones detrás de esto? Existen casos de imprudencias por parte de los peatones, generalmente se dice que es por “flojera” pero aquí es donde entra el término “puentes (anti) peatonales”, que terminan siendo puentes que no son pensados para los peatones si no para los conductores.

Al ser una infraestructura que hace caminar hasta la décima parte de lo que sería solo cruzar la calle, excluye a las personas con discapacidades, adultos mayores y embarazadas. La circunvalar es una vía con un límite de velocidad de 60 kilómetros por hora, estos puentes fomentan las altas velocidades en zonas urbanas, dándole prioridad a los vehículos y no a los peatones, sin contar el hecho que al ser construidos en ambientes urbanos que son considerados “aislados”, por su lejanía al centro de la ciudad, tienden a ser lugares oscuros que se convierte en lugares peligrosos.

En muchos países ya no se implementan estos puentes por las razones ya nombradas, ahora se optan por pasos peatonales a la altura de la vía, soluciones verdaderamente pensadas para quienes cruzan a diario esta avenida.

El desafío de mantener segura esta carretera, que soporta un volumen tan alto de tráfico, es inmenso a pesar de estos esfuerzos. Tanto los avances como los retos de la ciudad se pueden ver en la Circunvalar de Barranquilla. Es un camino que conecta destinos y sueños, pero también nos recuerda la importancia de la precaución y el respeto en cada kilómetro recorrido. En el camino se siente la determinación de la ciudad de seguir adelante a pesar de todo.

Puente de la 38,

6:30pm

Cruzar la circunvalar de Barranquilla es un dolor de cabeza.

El día del accidente, un 25 de septiembre, Sebastián había salido de su trabajo a las seis y media de la noche. Se bajó en el puente de la 38 cansado y con ganas de llegar a su casa después de una larga jornada laboral. Ese día las luces que iluminan las aceras del puente no funcionaban, por lo que la acera quedó en completa oscuridad. La mayoría de los habitantes suelen evitar pasar debajo de la estructura por este miedo a ser atracados luego de muchas historias. Con la única opción segura de conexión entre el lado de La Pradera con su barrio de residencia, Las Estrellas, decidió cruzar la vía al igual que la mayoría de las personas hacen diariamente.

La Circunvalar tiene cinco carriles por cada dirección. Bajando el puente camino al sur son tres rieles que se abren en cinco rutas. Tres a la derecha a 30 y dos del lado izquierdo de velocidad 60 kilómetros por hora. Una zona de división entre las direcciones norte y sur y otros cinco carriles más. Diez carriles que se sienten como una eternidad a la hora de pasarlos.

Los carros intentando alcanzar las velocidades de las propias brisas barranquilleras, el claxon de los carros sonando y todos los sentidos agudizados en el interior.

Entre 2019 y 2024, La Agencia Nacional de Seguridad Vial, registró 86 fallecidos dentro de la malla vial de la Circunvalar. La mayoría, tanto en las estadísticas de fallecidos como lesionados, usuarios de motos y peatones con 44 y 32 peatones, como 121 y 35 correspondientemente.   

Por cosas del destino y situaciones que no se saben, dos oficiales de policía de la ciudad iban tarde a su puesto de trabajo. La moto en la que se transportaban venía a altas velocidades según lo contado por los testigos del accidente y, aun cuando deberían poner el ejemplo, sus luces no estaban prendidas.

Cuando le faltaba el último tramo de carretera, estando tan cerca, la motocicleta lo atropella. Su cabeza golpeó el asfalto y el daño y la presión fue tan fuerte que, en sus pies, sus dedos se fracturaron en forma de L.

Sebastián salió disparado a/por cinco metros. Perdió la conciencia.

Los policías intentaron escapar, según cuenta la comunidad, quienes habían hecho una barrera de protección y estancamiento con carros y motos para que los sujetos no huyeran mientras la ambulancia llegaba.

Así se lo contó su mamá, ya que él no recordaba nada. Cuando la ambulancia llegó, lo trasladaron a la Clínica de Fracturas, cerca del Centro Comercial Viva. Los paramédicos se contactaron con su mamá y luego de una larga y angustiosa espera, con el miedo de una hemorragia interna, 18 o 15 horas después Sebastián fue remitido a la sala de operación.

Los cinco meses de recuperación después del accidente fueron los más dolorosos. Una operación en la cabeza, la rodilla enyesada y clavos en todos los dedos de sus pies para unir los huesos rotos.

El dolor físico le dolía, pero el psicológico ardía mucho más.  

—Horrible, las personas se desmayaban intentando volver a sus fuerzas —, dijo Sebastián.

Pese a todo esto, él intentó procesar el accidente y asimilarlo de la manera más calmada posible y atender todas las medidas de recuperación.

En mitad de una barrera que no debía ni siquiera de existir, pero que lo hacía los policías dieron su información en la clínica. Su información hasta donde les cupo mentir.

Intentando mantener las pretensiones, dieron datos falsos. Un número de contacto inexistente y el nombre de otra persona. Aunque al final a las personas las encontraron y pagaron una indemnización por los daños físicos y psicológicos causados después de un proceso legal, no hay manera de pagar u ocultar el miedo que le quedó a Sebastián. Cruzar vías se volvió mucho más que un acto regular.

Murillo,

5:45pm

En las calles de Barranquilla, específicamente en una de las arterias de la circunvalar: la avenida Murillo. Cuando el sol comenzaba a bajar y la brisa suavizaba el calor, una pasajera se encontraba en el asiento trasero de un taxi amarillo, de fondo un Vallenato del viejo con volumen bajo y el bullicio de la ciudad.

En este contexto se desprendió una conversación con un comentario que revelaba mucho más que opiniones sobre el tráfico: dejaba al descubierto las experiencias de quienes recorrían esta zona a diario.

—Joda, qué zona está, vale. Esto siempre está así —, exclamó el taxista. Al mismo tiempo, frenó debido a la gran congestión de autos. El después de varios años conduciendo por Barranquilla, conocía la ciudad por completo y tenía muchas cosas que decir sobre las calles.

El amigable taxista cantaba al ritmo del Vallenato mientras esperaba que el nudo vial se disolviera; y la pasajera miraba por la ventana.

—Por aquí debe haber muchos accidentes —, dijo la pasajera para romper un poco el hielo.

—El nivel de accidentalidad en esta zona es muy frecuente— Luego de ello, empezó a contar la historia de un accidente entre un carro y una moto que había sucedido días antes.

La pasajera seguía mirando por la ventana, apreciando el embotellamiento que había en el lugar que, unido al mal estado de las calles y la hora, lo complicaba aún más, tanto que ya se estaba volviendo un poco estresante.

El taxista señaló la hora y comentó, —Y eso que no has visto cómo es a las 12 de la tarde —, lo que provocó una cara de desagrado y sorpresa en la mujer.

A medida que avanzaban, el taxi pasó sobre un hueco, y el taxista aprovechó para ilustrar otro de los grandes problemas de la Murillo: el mal estado de la calle.

—¿Esto no lo habían remodelado? — preguntó la pasajera.  

—No, a esto no le han hecho ninguna clase de remodelación, esto sigue igual. Hace muchísimos años hicieron la calzada, pero desde entonces no han hecho nada más.

—Lo único que hicieron fue habilitar el paso a la zona del parqueadero del estadio, pero del resto no le han hecho más nada.

—Del puente de la Murillo con el estadio hacia Simón Bolívar está en un deterioro del 80%.

Después de pasar un largo tiempo entre trancones y huecos, llegó a su destino. Esta situación no solo dejó una comprensión más clara de los problemas viales en este lugar, sino que también mostró que, a pesar del tiempo transcurrido, no se han podido solucionar y no se sabe si algún día se arreglará. Mientras tanto, todos los barranquilleros tendrán que enfrentar una odisea para transitar por la Circunvalar.

Los Ángeles,

5:00pm

La Circunvalar recorre zonas con marcados contrastes a lo largo de sus kilómetros. Desde áreas residenciales y comerciales contemporáneas hasta lugares donde la vida parece haberse detenido. Junto a barrios tradicionales, se construyen edificios nuevos con fachadas brillantes y diseños contemporáneos generando un mosaico urbano que refleja el alma diversa de Barranquilla.

Tanto los avances como los desafíos de la ciudad se pueden ver en la Circunvalar de Barranquilla. Es un camino que conecta destinos y sueños a través de vehículos cargados de mercancías, carga pesada y responsabilidades, pero también nos recuerda la importancia de la precaución y el respeto en cada kilómetro recorrido. En el camino se siente la determinación de la ciudad de seguir adelante a pesar de todo.

María Montenegro, quien cruza la carretera para desempeñar actividades tan básicas como hacer las compras del hogar como para tomar transporte público, lleva casi 22 años cruzando la Circunvalar. Expresó que considera muy peligroso atravesar la vía debido a los huecos y la ausencia de un puente. Relató que frecuentemente las motos y los carros se meten por el mismo lugar, lo que genera situaciones de susto y riesgo para quienes intentan cruzar. Aunque, así como el sujeto, muchos residentes del barrio Los Ángeles se sienten incómodos, deben seguir cruzando por allí porque no hay un puente peatonal. Ni cebra, ni semáforo, y la mayoría de las veces por no decir nunca, ni orientadores.

En el 2023, la Secretaría de Tránsito y Seguridad Vial, registró 178 accidentes en la Circunvalar y por lo que va del año 2024, desde enero hasta abril ha habido 51 accidentes.

El puente del Pueblito, barrio vecino a Los Ángeles ubicado cerca de la intersección de la carrera 9G, que ha presentado 21 accidentes en los últimos cinco meses del año 2024; no está capacitado para cubrir las necesidades de la comunidad debido a que está muy retirado de la entrada de la localidad. La necesidad de un puente en esa área específica para mejorar la seguridad de los transeúntes es inminente.

El entrevistado opinó que no es suficiente. Argumentó que el puente del Pueblito queda muy retirado de la entrada de Los Ángeles y enfatizó la necesidad de un puente peatonal en esa área específica para mejorar la seguridad de los transeúntes.

A la vecina Norma, la atropelló una moto mientras cruzaba la vía por “el hueco”, la intersección por la cual suelen pasar todos los días niños, estudiantes, trabajadores y ancianos. La mujer conocida por vender dulces y comercializarlos del otro lado de la carretera, pasaba con su mercancía cuando la moto se la llevó por delante y ella quedó tirada.

—Su cabeza se partió y el accidente fue muy trágico —, dijo su amiga.

Aunque Norma sobrevivió y estuvo varios días hospitalizada, su hermana de iglesia resaltó que la causa principal del accidente fue la falta de un puente peatonal en la Circunvalar. Sin importar que la motocicleta tenía seguro, sus papeles al día y se hizo responsable del accidente, el riesgo constante para quienes cruzan la vía sin la infraestructura adecuada sigue presente.

Los peatones pueden tener las precauciones necesarias, pero no quita el hecho de que la vía fue visionada para ser una carretera rápida y que, debido al inevitable crecimiento en algunas zonas de sus alrededores, ya se volvió una tarea imposible mantenerla como tal porque está en una zona urbana y además divide varios barrios en los cuales las personas transitan todo el tiempo.

La circunvalar es más que una carretera, es la expresión de las historias de las personas que transitan en ella diariamente y se enfrentan al peligro de esta misma. Detrás de esta calle hay miles testimonios de accidentes por su mala infraestructura y como consecuencia a esto una tasa alta de accidentalidad y cientos de vidas en riesgo.

A pesar de quejas e intentos por mejorarla, la Circunvalar sigue siendo eso, una vía llena de peligros. No solo los riesgos de la vía por la velocidad a la que se conduce, sino que también deben enfrentarse a las personas que violan las normas de tránsito con la intención de evitar embotellamientos. Asimismo, aguantar los repugnantes olores de la basura y escombros de los bolsillos rotos de la carretera.

Es momento de que las autoridades de Barranquilla tomen cartas en el asunto y que le garanticen a los barranquilleros seguridad a la hora de transitar en esta zona. Al igual que los ciudadanos de ser responsables con sus vidas y seguir las leyes del tránsito para proteger las vidas de los demás.

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Comunicador social-periodista (1986), Magíster en Comunicación (2010), con 34 años de experiencia periodística, 24 de ellos como redactor de planta del diario El Tiempo (y ADN), en Barranquilla (Colombia). Docente de Periodismo en el programa de Comunicación Social (Universidad del Norte) desde 2002.

jfranco@uninorte.edu.co

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