A finales del siglo XIX empieza la inmigración árabe a causa de la invasión del Imperio Otomano que desde el siglo XVI controlaba al Medio Oriente. Por esto, los árabes deciden salir del continente propio y viajar a la tierra de las oportunidades: América, donde buscarían prosperidad económica. Así llegarían los primeros inmigrantes a países como Argentina, Estados Unidos, México y Colombia.
Ya en tierras colombianas, algunos se radicaron en Maicao (La Guajira) y otros en Puerto Colombia (Atlántico), estos últimos terminaron quedándose en la ciudad de Barranquilla.
En 1880 se hablaba de unos “turcos” que llegaron a la costa colombiana, pero en realidad, los primeros inmigrantes árabes huían precisamente del Imperio Otomano Turco y provenían de Palestina, Líbano Siria.
Para salir de esta zona, debían recibir un nuevo pasaporte de la nacionalidad del régimen Turco, que cambiaría sus raíces ante los ojos del mundo.
Los ahora “Turcos”, llegaron con la idea de lograr obtener riquezas en el “continente de las oportunidades”, para luego, regresar a sus tierras. Al inicio de su llegada, por la falta de conocimiento del español, éstos árabes encuentran que la única forma de conseguir dinero es vendiendo cordones y telas en las calles. Otros, luego de ver lo rentable que les eran sus negocios a pesar de su poca habla hispana, se instalan y organizan en las ciudades.
Es así como inician comercialmente abriendo pequeños locales y deciden establecer el negocio de telas por kilo. Las tiendas por departamento, la tradicional “Fiada” y el crédito eran otras de sus actividades más importantes.
Hoy en día se pueden encontrar palestino-sirio-libaneses en casi todas las ciudades de Colombia.
Los árabes no sólo incursionaron en el comercio sino que también llegaron hasta la cocina, donde con la mezcla de sus sabores exóticos, se comprueba que hoy día, la sazón barranquillera, lleva mucho del sabor mediterráneo.
La comida árabe, ha llegado a tener tanto éxito en La Arenosa, que ya es normal ver restaurantes árabes en la ciudad. La zona con mayor reconocimiento es la calle 93 donde se encuentran nueve restaurantes de cocina árabe y un delikatessen, allí se consiguen artículos comerciales árabes y las esencias para producir su exquisita comida.
Como si fuera poco, el ministerio de cultura proclamó a Colombia como un país tetra étnico y es que, después de los afrodescendientes, los árabes son el grupo étnico con mayor influencia culinaria en la sociedad colombiana.
Hoy se prueba el sabor de las comidas condimentadas con hierbas exóticas y especias que comemos a diario, todo esto como herencia directa de los inmigrantes radicados en Barranquilla.
Alex Quessep, propietario de dos restaurantes en Barranquilla, dice que todas las hierbas, sabores y especias se empezaron a acentuar en la costa a partir de la presencia de los árabes y hoy en día son aceptadas dentro de la gastronomía barranquillera.
“En Barranquilla, buena parte de la comida tiene gran influencia de los árabes. Inclusive en las fruteras, ya no solo consigues jugos, empanadas o fritos sino que hasta un quibbe encuentras, es lo más normal, ya que ha sido adoptado por la sociedad barranquillera y ha tenido gran acogida.” afirma Quessep.
La preparación de la comida árabe no ha evolucionado mucho. Las recetas de los ancestros aún siguen siendo las mismas dentro de la comida que venden en los restaurantes árabes de la ciudad, como un quibbe frito o quibbe crudo, arroz de almendras, tahinni, tabbule, hojas de parra, envueltos de repollo, kafta, entre otros, son los más conocidos en Barranquilla.
Solo el marmaón ha sido el único que ha contado con una modificación en su preparación. Éste es un plato originario de Palestina, el cual consiste en pequeñas bolitas de trigo sancochadas recubiertas de harina con una salsa que es a base de pollo y tomate dentro de la preparación barranquillera. Pero, originariamente el marmaón no lleva este nombre. En Palestina se llama mughrabiyeó maftool y son garbanzos enteros con pollo condimentado al horno y caldo. Sólo que cuando llegaron los palestinos a Colombia, al parecer, por facilidad y rapidez, decidieron darle una nueva preparación al plato el cual ha sido el único que quedó en la memoria de ellos, pues, la mayoría de la comida árabe que se conoce, es libanesa. Cabe aclarar este detalle, ya que, si se va a Egipto, por ejemplo, no se encontrará un quibbe ni un arroz de almendras.
Entre los platos típicos árabes más conocidos en Barranquilla, está el famoso Shawarma, el cual es de los más consumidos por los barranquilleros. Este consiste en un envuelto hecho por un pan plano o pita relleno de delicados cortes de carne de cordero, pollo o ternera y vegetales finamente cortados. Este plato se podría decir es el segundo más atractivo y vendido luego del famoso quibbe frito.
Comidas típicas como el pollo asado son de las que normalmente se consumen a la hora del almuerzo. Se puede comer acompañado de papas, ensalada, arroz y plátano pero, una pequeña innovación por parte de un libanés, hizo que la idea del pollo asado se acompañara de una exótica salsa que tuvo mucho consumo desde su inicio. La salsa de ajo; originaria del restaurante que se conoce hoy como Arana.
El fundador del restaurante, tuvo la idea de implementar algo novedoso dentro del negocio que él mismo decidió crear en Barranquilla. Quiso innovar en su restaurante, llamado en ese entonces Pollos Arana, el sabor típico del acompañante del pollo, el cual era la salsa de tomate. Su propietario decidió cambiarlo a una salsa un poco más condimentada, picante pero más natural y menos dañina. Así surgió la salsa de ajo. Tan buena acogida tuvo que hoy día la venden en muchos restaurantes, no solo árabes sino de todo tipo. Claramente no tiene el mismo sabor, pues, la receta era sólo del dueño e incluso está patentada.
Esto nos da una idea más amplia de por qué en Barranquilla la comida árabe es tan popular y consumida por la mayoría de personas. Hoy, ingredientes y varios platos que tenemos en nuestra comida tienen un antecedente netamente árabe el cual, le brinda el toque exótico al sabor que tanto nos gusta y que hemos adaptado al paladar, muchas veces desconociendo sus orígenes.