No hay nada mejor que la emoción de conocer nuevos lugares. Mucho más aquí en Barranquilla, en donde ir de restaurante en restaurante, viviendo nuevas experiencias, que nos llenen la vida de alegría y el paladar de sabores, se vuelve rutina de cada fin de semana. Quattro es uno de esos lugares tan particulares, tan únicos, que terminan ofreciendo esa nueva experiencia tan necesaria.
Quattro es un restaurante reconocido de pasta y pizza ubicado en la calle 85 con 52. Tuve la oportunidad de ir en una noche cualquiera, en compañía de una amiga. Al verlo de lejos no me convencía, pero claramente es mejor no anclarse en las primeras impresiones: cuando llegamos, me encontré con la grata sorpresa de que se trata de un restaurante elegante y, a decir verdad, bastante bonito.
Ya ubicadas en la mesa, decidimos que lo mejor era compartir platos, claro, para así probar varias cosas a la vez. Por un lado, sabíamos que la pizza debía ocupar un papel estelar de nuestra noche, pero con esta certeza vienen las dudas: ¿Qué sabor? ¿Qué otra cosa pedir?.
En primer lugar, ordenamos una pizza de pollo con bocadillo. ¡Una recomendable deliciosa! Es cierto que puede sonar rara la combinación, pero la mezcla de sabores le da un excelente gusto particular. Es una pizza de masa delgada que contiene bastante queso, y debido a su mezcla de sabores (salado con dulce) deja una gran sensación. Pedimos una de tamaño mediano, y aunque no es tan grande, nos dejó bastante satisfechas. Claramente personas con mayor apetito, tendrían que -valga la redundancia- pedir un tamaño mayor, pues se trata de pizzas bastante delgadas.
Luego, al revisar la carta, vimos la parte de las pastas encontrar un plato que lograra llamar nuestra atención, decidiéndonos, al fin, por un risotto con langostinos. Una excelente decisión.
Si el sabor de la pizza era glorioso, el risotto simplemente resulta inexplicable. Todo estaba en su punto. Estaba cremoso, el sabor a langostino y frutos del mar se distinguían al primer bocado, y aunque el plato se veía un tanto pequeño, debo aceptar que fue el complemento perfecto.
Con Quattro confirmé la enseñanza del viejo dicho: nunca juzgues un libro por su portada, pues el plato, aunque no parecía grande, sí tenía buena profundidad. Claro está, que ya habíamos comido anteriormente, pero de igual manera, la mezcla fue correcta.
Por suerte, en el restaurante no nos presionaron para salir, y entre charla y charla, nos demoramos varias horas hasta que ya quedaban pocas personas. Claro, el tiempo se pasa rápido en buena compañía, con conversaciones emocionantes, excelente comida y, sobretodo un buen servicio, porque no puedo resaltarlo lo suficiente, el servicio fue impecable. Tanto así que el chef llegó a nuestra mesa a preguntarnos si habían cumplido con nuestras expectativas. Por supuesto que sí. Tal es la misma respuesta que daría si me preguntaran si volvería a ir a Quattro.