Las estrellas más conocidas de la música latina se dieron cita hace 40 años con el público barranquillero.
Comenzaba la década de los años 80s y con ella una época que tuvo un inmenso impacto cultural en el mundo. La música afro antillana se había consagrado como la banda sonora de las fiestas de “La Arenosa” y desde hace al menos diez años, Jerry Massucci y Johnny Pacheco juntaron varios músicos del sello Fania Records como una estrategia bastante exitosa para poder darle el trampolín a la salsa para llegar a muchos rincones del mundo.
La ciudad de Barranquilla estaba a la expectativa de lo que iba a ser “El espectáculo más grande del mundo”, era ya miércoles 6 de agosto y el estadio Romelio Martìnez fue un testigo directo de lo que por lo menos 15.000 barranquilleros esa noche estaban esperando; las entradas en promedio costaron unos 500 pesos. El espectáculo fue iniciado por otras orquestas que sirvieron de “teloneros” para la constelación salsera en las que se destaca la orquesta de Pacho Galán, El Conjunto Clásico que contaba con Tito Nieves como vocalista fueron una agradable revelación para la noche.
Afiche promocional del evento
Fieles seguidores
Los coleccionistas y melómanos Rodman Niebles Ortega junto a su amigo Wilson De la Hoz Simanca siempre han tenido la costumbre de estar al tanto de los artistas que pisan suelo barranquillero, en ese agosto de 1980 Rodman ya contaba con la experiencia dentro del mundo de los coleccionistas, pues desde sus trece años tuvo las ganas de ahorrar para comprar los acetatos de 45 RPM y en esa época fue cuando la Fania vivió sus eventos más insignes; Live at the Cheetah! de Nueva York en 1971 que será siempre recordado por el regreso a la música de Cheo Feliciano. Otro importante evento dos años más tarde Live at the Yankee Stadium! En 1973.
Estos dos eventos y su transmisión fueron lo que enamoró al público barranquillero de la Fania All-Stars y también la difusión de la película “Our Latin thing” (1971), Rodman recuerda con mucho agrado aquella noche aunque para la gran mayoría fue una “desilusión” porque la condición que trajo a los astros de la salsa a la ciudad fue la promoción de su nuevo trabajo discográfico “Commitment”. Para esta época los dos amigos salseros crearon una de las primeras asociaciones de seguidores de este género musical en la ciudad y también pudo presenciar la primera visita de Frankie Ruiz con la orquesta de Tommy Olivencia; con esto comenzó una tradición de este grupo de amigos que fue seguir a todos los artistas consagrados del género salsero.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.
Lo que no se esperaba el público era que las condiciones que pidieron los astros de la música para poder venir a Barranquilla traían algunas extravagancias como la promoción de su más nuevo trabajo discográfico, al igual que unas especificaciones que redactaría Juan Gossaín en una crónica alusiva a este acontecimiento; en el escrito el periodista redactaría que a Rafael “El Capitán” Visbal le tardó cinco años en poder firmar con Jerry Masucci un contrato por 60.000 dólares junto a unos requisitos inusuales en los que incluyen que “cada vez que se haga una promoción publicitaria, o se concedan declaraciones a la prensa, el empresario debe cuidar que el nombre de Celia Cruz vaya de primero”. Además incluye especificaciones tales como: “Los amplificadores tienen que ser marca Crown, BGW, Phase Linear o Yamaha y un plano del escenario con la ubicación exacta de cada instrumento. Acompañado de una iluminación de 20.000 vatios distribuidos en 20 bombillas de 1.000 vatios. Aire acondicionado en los camerinos con espejos especiales y dotados de 20 botellones de agua, 12 botellas de ron, 12 de brandy, 12 de vino blanco francés, 20 cajas de cervezas Alemana, 10 cajas de gaseosas, 18 cajas de jugo de naranja, 150 libras de hielo, 300 vasos desechables y 80 toallas”. Estos detalles los evoca Rodman en su página de Instagram @primorosocantar donde se dedica a difundir sus conocimientos de la música latina con sus seguidores.
Wilson por su parte recuerda que junto a la década de los años 80s este evento significó el inicio de no solo una larga amistad con Rodman, sino que también sería el inicio de una afición por la música que lo llevó a Radio Universal programando los domingos “Las Estrellas de la Salsa”. La gente del público manifestó su descontento cuando vieron que no pensaban interpretar muchos de los clásicos, tanto Wilson como Rodman dicen que Pacheco casi para todo el concierto debido a la algarabía de la gente que tanto pedía algún clásico de los que volvió famosos a los ídolos; para calmar los ánimos Cheo Feliciano interpretó “Los entierros” y luego Héctor Lavoe deleitó al público con su tema insignia “Mi gente”; el que se llevó muchos aplausos fue el panameño Rubén Blades que enloqueció al púbilco con la interpretación de “Pedro Navaja”.
La controversia
Otro de los acontecimientos que marcó esa noche ochentera fue la participación de la orquesta cubana Rumbavana como estaba anunciado en el afiche promocional del evento. Al saber de la participación de los músicos afines con el régimen de Fidel Castro, “La guarachera de Cuba” quien era una anticastrista empedernida se rehusaba a compartir tarima con los músicos de la orquesta cubana. Celia le dijo a Visbal que era ella “o los comunistas de la Orquesta Rumbavana” y al final las circunstancias se dieron a favor de Celia quien contaba con el cariño de los barranquilleros, en una rueda de prensa que ofreció Joselito González, el director de Rumbavana dijo: “no se justificaba el montaje de un drama político en cuestiones netamente artísticas”.
Celia Cruz luciendo un traje de faraona mientras canta sus éxitos
Una postal apoteóstica y bello recuerdo
Ambos coleccionistas recuerdan mucho el lleno total del estadio con las superestrellas que vinieron de Nueva York, sin embargo ambos reconocen que el público barranquillero al solamente conocer los clásicos que las programadoras llevaban reproduciendo ya unos años fue desilusionado por ver a sus estrellas de preferencia tocar canciones distintas a las que estaban acostumbrados a oír. Rodman anota que muchas orquestas se han visto enfrentadas al reto de “pegar” nuevas canciones porque en el imaginario colectivo de la mayoría de los barranquilleros permanecen canciones que tienen más de treinta años de grabadas y esto puede representar un reto para muchos músicos cuando se presentan en la ciudad, pues muy pocos de esos temas hay partituras escritas y los músicos jóvenes en su mayoría no conocen estos temas porque ensayan los nuevos.
Por otra parte Wilson recuerda con el mismo agrado aquella velada currambera donde se pudo disfrutar de los ídolos de la salsa, también recuerda como pudo estar en una “Caseta” llamada “La Saporrua” donde el público barranquillero pudo apreciar por primera vez a un conguero tocar con tres tumbadoras, cortesía del grupo cubano Rumbavana, ya que al no poder estar en el Romelio con las demás estrellas decidieron buscar otra plaza para presentarse. Este último también recalca otro problema que hay en la actualidad y es la poca voluntad para buscar nueva música y nuevos talentos del género salsa, mayoritariamente por la imposición de otros ritmos musicales en las programadoras locales como es el ejemplo del género urbano. De la Hoz también sostiene que debido a esto se puede extinguir la salsa como género, pues al no tener el mismo alcance que antes se irá perdiendo el interés de las nuevas generaciones para renovarlo.