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Por: Shadia Jalaff

Con una trayectoria musical de más de 20 años y después de haber viajado a muchos lugares, Carlos afirma que “no hay olor como el de Barranquilla”.  Esta ciudad que lo vio crecer y que ha sido cómplice tanto de alegrías como de tristezas es una de las mayores influyentes en su vida personal y artística.

Para nadie es un secreto que el ser cantante es enfrentarse también a muchas adversidades. Y que en la actualidad cualquier persona con dinero y edición puede llegar a alcanzar a posicionarse. Sin embargo, Carlos con su voz particular y su forma de ser es ejemplo de que las cosas cuando se hacen con amor y perseverancia se quedan para siempre en el corazón de las personas.

Éxitos como “La Sirena” y “Confidente peregrino” son algunas de las canciones con  las que logró el reconocimiento a nivel nacional e internacional. Pero lo que más llama la atención es la sencillez y humildad con la que recibe a cualquier persona.  Carlos contó cómo desde los 11 años llegó un acordeón a su vida, el camino que tuvo que recorrer para posicionarse en la música vallenata y le dice a las nuevas generaciones que miren más hacia el folclor.

¿Cómo nace el amor por el vallenato?

El amor por el vallenato nace desde muy niño más o menos a la edad de once años llega a mis manos un acordeón por accidente, diríamos que es una historia muy bonita con la que yo empiezo a entender el por qué de la música Vallenata. Viviendo en el barrio Paraíso, creo que es uno de los barrios de Barranquilla en donde han nacido más músicos después del barrio San Roque en los años 40. El vallenato se mete en mi corazón porque en el momento en la radio era la música número uno, lo que todo el mundo escuchaba y quería hacer como músico. Yo comienzo como un juego con una lata de galletas y un rallador de cocina. Con la lata hacíamos el tambor que después entre otras cosas pasó a ser el balde de trapero que daba un mejor sonido, ya que el rayador lo dañamos. Nos regalaron una lata y nos dijeron como se hacía: con unos clavitos le pegamos con el martillo y le sacábamos sonido. Teníamos una violina y cantábamos las canciones de ese momento que eran de Poncho Zuleta, Rafael Orozco, Adanies Diaz en sus inicios y demás. Luego comienzo en el colegio a entender que puedo cantar. Para mí no fue fácil porque en la cuadra yo era la burla ya que había muchachos más grandes que yo que cantaban mucho mejor entonces a mí no me dejaban cantar. Todos decían “no siéntate tu no” “que cante Fulano que Cante el otro”. Sin embargo la vida me dio razón a mí y yo fui quien grabó primero, incluso algunos de ellos nunca grabaron. Entonces llegué a ser profesional por encima de toda esa risa y burla que generaba mi forma de cantar en ese momento.

¿Recibiste el apoyo de tus padres al tomar este camino?

No, para nada. Mis papás no querían músicos en la familia. De hecho cuando logramos tener el primer acordeón, fue prestado y luego cuando nos lo quitaron, en unos carnavales salimos un viernes a tocar escondidos de mi papá y mi mamá y nos ganamos una plata, viernes hasta las diez de la noche. Sábado salimos en la mañana otra vez bien arrayudos de ganarnos la plata. Y lo que reunimos hasta que enterraron a Joselito compramos unos acordeones de segunda. No podíamos tenerlo en la casa y mi papá a pesar que es una persona que canta, que tiene una buena voz, que toca guitarra y que compone, él  quería médico o algo que no tuviera nada que ver con la música. Entonces dijo que íbamos a perder el año, que nos íbamos a volver alcohólicos o drogadictos. Entonces por ese lado no tuve apoyo. Después sí. Ya cuando me hice profesional.

¿Cuántos éxitos has tenido de los trabajos discográficos que has hecho?

Tuve la fortuna de tener éxito en mi primer trabajo discográfico que se tituló: Carlos Malo y Gustavo Maestre, un dúo sensacional. De ahí se desprende como éxito “A una sirena”, una canción de José Alfonso “El Chiche” Maestre que la gente la conoce como “La Sirena”. Esa canción en menos de ocho días de estar sonando en la radio se convirtió en éxito y fue la canción más escuchada en 1990, lo cual nos dio para que nos dieran disco de oro por ventas, nos representó el primer Congo de Oro como grupo revelación y súper estrella de oro. Tuvo tantos premios que conocí toda la geografía Colombiana a pesar del ramillete de cantantes que había en ese momento. Luego con el segundo álbum se convierte en éxito “Confidente Peregrino” una canción que nos dio doble disco de oro y por primera vez un disco platino por ventas. A partir de ahí comenzó el reconocimiento a nivel internacional porque comenzaron las giras alrededor del mundo.

¿Qué piensas acerca de las nuevas generaciones del Vallenato?

Las nuevas generaciones merecen todo el respeto y la admiración. De pronto la crítica constructiva sería que miraran un poco más hacia el Vallenato, hacia el folclor; no, al comercio, porque el comercio está degenerando el folclor. El vallenato era enamorador y romántico. Ahora se vuelto parrandero y bullicioso. Ahora lo fusionaron con una cantidad de géneros y de pronto si suena bien, a la juventud le gusta pero ya no dejan huella como tal. Pero lo que hacen es admirable.

¿Qué situación fuerte te ha tocado vivir en medio de la carrera?

Vivimos muchas cosas fuertes. Finalizando el año 2003 fuimos víctimas de un flagelo que vive mucho Colombia que es el secuestro. Viniendo de hacer dos presentaciones una en Corozal y una en Palmito Sucre fuimos víctimas de secuestro por parte de un grupo guerrillero. Yo fui liberado a los tres días pero se quedaron con mi hermano Guido, que es mi acordeonero actualmente. Por el tuvimos que pagar un rescate. Fue algo muy traumático y doloroso. Un episodio de la vida artística de nosotros para olvidar y que de ahí en adelante la carrera fue más difícil. Porque hoy en día sin dinero es muy difícil promocionar y pegar un disco. Eso fue algo que reventó las finanzas de la agrupación tanto de la agrupación como de la familia. Pero la música ha dado más cosas lindas que cosas feas.

Con los ojos cerrados y mucha pasión por lo que hace, Carlos nos compartió una de sus canciones titulada “La Sirena”. Una de las cuáles les llega al corazón de los Barranquilleros,  seguidores del vallenato romántico por excelencia.

Fragmento de la entrevista a Carlos Malo

 

 

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