[wpdts-date-time]  

Por: Rochell De Oro

La magia de los terminales de transporte informal. Una persona sin abandonar su lugar de residencia puede visitar gran cantidad de destinos solo con acercase a alguno de los sitios donde se ubican los llamados terminalitos.

Fue esto lo que viví este fin de semana: estuve algunas cinco veces en Cartagena, tres en Santa Marta, visité también Sincelejo, Valledupar y un sin número de lugares más. Todo esto sin colocar un pie dentro de algún medio de transporte.

Únicamente basto con que los ‘reboleadores’, como son llamados coloquialmente, notarán mi presencia en alguna de las terminales informales y comenzará la disputa entre ellos para ofrecerme el repertorio de lugares a los que podrían llevarme, acompañados de una oferta que les garantizara que los escogería por encima de los demás.

Dentro de Barranquilla y su área metropolitana existen entre cinco y siete terminales informales. Juntas le quitan a diario aproximadamente 5.000 pasajeros a la Terminal Metropolitana de Transporte de Barranquilla. Sin embargo, no fue este el objetivo con el que estos puntos informales cobraron vida.

La principal razón de su creación fue el ‘rebusque’ como lo llaman la mayoría de las personas que laboran en estas terminales. La falta de oportunidades laborales, familias con necesidades básicas que necesitaban ser solventadas y deudas que debían ser canceladas, incentivaron a choferes, ayudantes, reboleadores, vendedores ambulantes a darle vida a estos lugares.

Actualmente de las terminales menos transitadas, en las que trabajan alrededor de cinco o siete reboleadores dependen veinticinco personas aproximadamente. Por otra parte, en las que presentan más tránsito, este número se duplica y en ocasiones puede llegar a triplicarse. Además, se suman las familias que dependen de la gran cantidad de vendedores ambulantes que se sitúan allí.

Y si bien el servicio que presta la terminal es bastante aceptable, pues posee variedad de empresas como Expreso Brasilia S.A, Expreso Almirante Padilla, Cootracegua, Transportes Rápido Ochoa S.A, Berlinas, entre otras, y sus instalaciones les brindan seguridad a los viajeros, muchos de ellos prefieren dirigirse a los puntos informales porque a pesar de ser sitios ubicados a la intemperie, sin lugares de espera adecuados y con poca seguridad, resultan siendo las opciones perfectas cuando de economizar se trata.

Otra de las razones la expone Luis Ripoll, reboleador de la terminal ubicada en el boulevard de Simón Bolívar con la calle 1, alegando que ellos se encuentran ubicados “en una posición más estratégica. A los habitantes de por aquí les queda más fácil venir acá que irse para el terminal”.

Y es cierto. Muchos de los pasajeros con los que me encontré comentaban lo mismo, “Me demoro más yendo a la terminal. Esto me queda a diez minutos de mi casa” comentaba con acento cartagenero una mujer de unos 56 años de edad aproximadamente, que esperaba ansiosa bajo el puente de La Murillo la partida hacia La Heroica en donde pasaría el fin de semana y se reencontraría con los suyos.

La Guerra Del Centavo

“Un chofer atarbán de un bus se le atraviesa a otro, para llegar primero al paradero y robarle pasajeros” es así como explican algunos ciudadanos este fenómeno. Sin embargo, desde la perspectiva de los choferes, es gracias a ‘la guerra del centavo’ obtienen el dinero para solventar sus necesidades básicas.

“El procedimiento en el transporte interdepartamental y del servicio de operación nacional es con la guerra del centavo”, me explicaba Bladimir Pomares, chofer que se encontraba bajo el puente de La Murillo, y quien antes de conocer el propósito por el que me encontraba allí con una sonrisa que ocupaba todo su rostro me invitó a adentrarme en la van blanca que maneja, con rumbo a la ciudad amurallada.

Además, con la realización de esta práctica logran también cancelar la cuota de manejo al propietario del vehículo, que es fácil de conseguir en épocas de vacaciones donde la movilización de ciudadanos es abrumadora. Pero en temporadas ajenas a finales de diciembre, principios de enero, Semana Santa y vacaciones de junio es complicada.

“En la vida cotidiana, el sustento de cada día es lidiar con las tarifas. Que dependen del tipo de vehículo que sea, ahorita estos vehículos de once puestos pagan 120.000 pesos viajando a Cartagena. Hay carros de $140.000, 160.000 pesos, que a veces es difícil hacerlo pero siempre uno se batalla y mira la forma de cumplirle al propietario, para tener la fuente del ingreso diario para todo lo que hay que llevar a la casa por intermedio del trasporte ilegal como nos llaman a nosotros”, de esta forma Bladimir concluye su intervención mientras baja la mirada a sus manos entrelazadas y lanza una sonrisa cargada de nostalgia.

Pero no solo los choferes se benefician de esta ‘guerra’, pues los reboleadores también se favorecen diariamente de esta práctica. Su labor dentro de esta es ‘pelear’ por lograr la mayor cantidad de pasajeros posibles para lograr llenar el vehículo de algún chofer, con el fin de obtener incentivos económicos por parte de este.

Esos incentivos oscilan entre los 1000 y los 3000 pesos. Pero en ocasiones existen conductores que no les reconocen nada, y es aquí cuando la guerra pasa a ser literal y la disputa entre reboleadores y choferes se torna más intensa al punto de volverse física.

Dentro del recorrido que realice, se encuentran las siguientes terminales

Boulevard de Simón Bolívar con calle 1- Boulevard de Simón Bolívar con calle 6b

Terminal ubicada en el Boulevard Simón Bolívar con calle 6b.

Con un calor insoportable y bajo el sol característico de Barranquilla a las 11:45 am se encontraban grupos de pasajeros con jugos de maracuyá y corozo en sus manos mientras sus equipajes descansaban al lado de sus pies.

Otros tenían sus manos ocupadas pero no con jugos sino con toallas secando las gotas de sudor que emanaban de sus cuerpos. Pero todos tenían la misma finalidad: conseguir el transporte que los trasladara al lugar al que deseaban ir –Santa Marta, Valledupar, Ciénaga, Fundación, Copey e incluso hasta Medellín y Bogotá– al mejor precio.

En este sitio, por conversaciones sostenidas con algunos reboleadores o conductores, descubrí que para poder ingresar un vehículo o dejar que este labore tiene que ser conducido por alguno de los integrantes del grupo que habita la zona.

Es decir, que el propietario tiene que entregarle el vehículo a alguno de ellos para obtener así una ganancia (tarifa). En caso de que sea él mismo el que deseé manejarlo, le exigen que debe llevarse un ayudante del sitio -cualquiera de ellos-. “La idea es que alguno de nosotros gane algo en el día” comentan con el fin de justificar la realización de este método.

Bajo el puente de La Murillo

En la calle Murillo con Circunvalar, bajo un cielo gris cargado de nubes, que anunciaba que una fuerte llovizna bañaría las calles de la puerta de oro de Colombia, los viajeros negociaban la salida hacia Cartagena y las poblaciones cercanas al mejor precio.

Mientras tanto, yo continuaba mi plática con Bladimir Pomares, quien me decía que en esa terminal la persona que deseé ‘afiliarse’ debe pagar alrededor de 400.000 a 600.000 pesos. Con ese término se estaba refiriendo a que la persona que cancele este monto, automáticamente ingresa a hacer parte del grupo que allí se parquea y tendrá la libertad de traer, conseguir o conducir un vehículo.  

Pomare aclara que el afiliado es la persona y no el carro, es decir, “que si mañana a esa persona el propietario le quita el carro, ese vehículo no puede venir y laborar con otro conductor que no haya cancelado la cuota”.

Calle 30 frente al colegio INEM

Pasajeros, vendedores ambulantes y ‘reboleadores’ frente al colegio INEM

Bajo el puente peatonal del colegio INEM en la calle 30, entre maletas atestadas de ropa y calzado, a un lado de la mancha de buses de colores, camionetas tipo van blancas, autobuses de servicio especial y ventas informales, se encontraban los rebuscadores vociferando el valor y el destino que recorrerían: “El Carmen, San Juan, Sincelejo… ¿En cuanto se lo deja él? ¿25? Se lo dejó $20.000 mil ¡VAMOS!”.

Los medios de transporte que allí se sitúan recorren una gran variedad de destinos –toda la parte oriental de los departamentos del Atlántico y Bolívar hasta Sincelejo y Montería– lo que lo vuelve sumamente atractivo para la ciudadanía, al punto de volverlo abrumante debido al exagerado nivel de ruido y a el constante flujo de salidas e ingresos de habitantes en la ciudad.

Esta fue la terminal informal más transitada de todas las que visité. Y es que con el pasar de los años ‘el INEM’, como le llama la población, se ha convertido en una representación típica que alude a la informalidad y a la falta de control.

Lo ideal sería que se desmontaran estos lugares, debido a la poca garantía que ofrecen a la hora de preservar la seguridad e integridad física de los pasajeros y sus equipajes. Sin embargo, de llevarse a cabo esta acción, es importante no olvidar a las personas que encuentran en estas terminales el sustento diario de sus hogares, por lo tanto deberían generarse nuevas fuentes de ingreso que les permitan continuar satisfaciendo las necesidades básicas de sus familias.

Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

elpunto@uninorte.edu.co