El grisáceo mar fue lo primero que observaron los participantes de la Primera Maratón Fotográfica en Puerto Colombia. En el onceavo aniversario de la Fundación Mira al Centro, los jóvenes, padres, estudiantes y profesionales se tomaron el pueblo costero. Los más de 600 inscritos concursaron en las categorías: Arquitectura, Personajes, Patrimonio, Medio Ambiente e Instagram.
Después de registrarse en la Antigua Estación de Ferrocarril, los asistentes estuvieron “Listos pa’ la foto”. Los lugares emblemáticos y las calles -en ese momento desiertas, pues los porteños a penas se preparaban en su día a día- fueron los sitios indicados para que los aficionados a la fotografía recorrieran, ya sea a pie, en las 70 bicicletas que ofreció el municipio o en el buséfalo de Mira al Centro.
En la plaza de Puerto Colombia el ambiente es como cualquier otro, pero con sólo cruzar una calle se convierte en un lugar de comercio, donde los restaurantes en forma de choza y las ventas artesanales predominan. El Muelle, que tuvo tiempos mejores y hoy lucha con el mar para que no se lleve los pocos metros que le quedan, recibió a los osados, que en busca de una mejor captura lo atravesaron. No obstante, el panorama se ve opacado por las botellas, bolsas y empaques de plástico que permanecen en la orilla, el olvido predomina los alrededores del muelle, un patrimonio no sólo porteño sino colombiano.
A la izquierda, se encuentra el Museo Restaurante Viejo Muelle Bar-tolo. Allí las esculturas emergen de las rocas y sus colores hacen contraste con fondo gris del Atlántico. La cabeza de un marinero, de espaldas al mar con el ancla y la cuerda al hombro; las garzas, pelícanos y flamencos en sus posturas características; el pez anaranjado de más de un metro; el pulpo que en sus tentáculos abraza la vida de un niño y el más grande, una tortuga, que llega del mar, acompañada del mensaje “menos contaminación más vida”.
El arte no sólo se vive en el muelle. La carretera rumbo al Castillo de Salgar está adornada con pequeñas esculturas entre ellas una sirena mirando el mar, mariposas amarillas en el cielo y un círculo cubierto de cristal, todas elaboradas con barro, madera y cemento. También, un local donde se pueden manejar cuatrimotos pero no es la típica pista, sino que rescata a menor escala, los lugares representativos como la Casa de la Cultura, el Edificio Municipal y la Estación de Policía.
Rodeado de palmeras, en el Santuario Mariano Nuestra Señora del Carmen, los niños recibían el sacramento de la comunión. El templo es similar en su arquitectura a la Plaza de San Nicolás, sin embargo, afuera no venden libros. De un local, adornado de acetatos y carátulas de álbumes, melodías de Rubén Blades y demás exponentes de salsa llenan la plaza.
En el Castillo de Salgar, el océano atlántico y el cielo se unen, casi sin distinción. El ardiente sol no impidió que los amantes de la fotografía realizaran su retrato. Tampoco, acercarse al precipicio para alcanzar un mejor ángulo del omnipresente océano. La estructura amarilla con arcos en su fachada y algunas ruinas que decoran el jardín también fueron protagonistas de la cámara.
Después de recorrer cada rincón del municipio y esperar el tan anhelado atardecer, los participantes entregaron sus fotos y se despidieron de Puerto Colombia, un lugar donde la magia del océano cautiva a primera vista.