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Por Rochell De Oro Salgado

La pareja de enamorados bailó hasta más no poder en el templo de la salsa en Barranquilla, La Troja, la famosa esquina salsera. El amor los envolvía mientras se compenetraban en la pista, la voz del majestuoso Joe Arroyo le aportaba aún más magia al momento.

El tiempo se les pasó volando, no fue sino hasta las 2:15 de la mañana que el joven reaccionó. Debían recorrer un largo camino para llegar a casa. Así que con el dolor de su alma dio por terminada la cita y le insistió a su acompañante que era hora de partir.

La carretera estaba desolada, únicamente se escuchaba el ruido del motor y los grillos entonando sus melodías. Ya se sentía el olor a playa, Puerto Colombia estaba cerca. El carro giró en la famosa “vuelta del Diablo”. Frenaron estrepitosamente. La chica alcanzó a golpearse. Un aparatoso accidente se encontraba frente a sus ojos, la ambulancia se encontraba recogiendo el cuerpo del conductor, quien había muerto de forma instantánea.

Había otro carro estacionado. Pero no había sido un choque, pues el otro vehículo estaba intacto y varios metros de distancia. El chico bajó la ventanilla, para observar con mayor claridad, pues los vidrios polarizados de su carro distorsionaba la escena. La policía construía hipótesis que explicarán que pudo haber pasado, ‘la novia de puerto’, dijo un hombre vestido de civil.

Ya se conocían esa historia a la perfección, la abuela de la joven siempre que el joven iba a recogerla les advertía no llegar tarde, pues ‘la novia’ se pondría celosa de su amor y les podía hacer perder el control en la carretera. Ellos siempre se reían, mientras aseguraban llegar temprano. Y siempre cumplían, a excepción de ese día.

La piel se les erizó a ambos. Él de forma disimulada miró a su novia y ella automáticamente estiró su mano para entrelazarla con la de él. “Policía yo la ví, yo venía detrás del señor” se volvió a escuchar la temblorosa voz del hombre. “Él aceleró de un momento a otro, yo no entendí porqué y disminuí la velocidad” decía mientras veía detenidamente el despedazado autobús.

“De repente ví como una sombra blanca caminaba hacía el bus, pero se metió para los arbustos – continuó relatando el hombre- apenas ví eso me asusté, eso no era normal, me puse a rezar y le metí al acelerador, ya después lo alcancé aquí, ya se había estrellado” Concluyó el testigo.

La ventanilla del carro subió en tiempo record, bajo la mirada asustada de su novia, el joven pisó el acelerador deseando llegar lo más rápido posible a su hogar. Dejando atrás aquel accidente y tratando de olvidar la historia de aquella joven.

Joven, que al igual que ellos pero veinte años antes, disfrutaba de las mieles del amor bajo las majestuosas notas de la voz del Joe arroyo en la famosa caseta “La tremenda”. En dónde unos ojos negros cargados de misterio le robaron el corazón.

“En los años 1982, cuando Yesaia llegó desde tierras libanesas, y a Blanca enamoró”

Blanca Rosa Vilar, como buena barranquillera azotaba baldosa en el lugar, robándose todas las miradas. Sin embargo, solo un par ojos captaron la atención de la hermosa joven. Yesaia Mohamed, encantó a la joven con la picardía de su mirada.

Esa misma noche, al igual que cientos de jóvenes, Blanca y Yesaia intercambiaron sus números telefónicos. Y desde esa noche el amor no hizo más que crecer entre estos jóvenes. Once meses después un viernes de Guacherna, 4 de Febrero de 1983, se celebró el día de la boda.

La ceremonia se llevó a cabo en la iglesia Inmaculada y culminó a las 7:00 de la noche. La celebración fue en el club alemán hasta las 3 de la mañana. Pero dentro de los planes de los recién casados no estaba terminar la fiesta, se dirigieron al edificio los Flamencos, donde vivía la familia de Yesaia.

Tres días después, es decir, el 7 de febrero, tenían planeada su luna de miel. Estaban a punto de partir hacía el aeropuerto, pero decidieron irse acompañados del folclor de la tierra de la joven, pues estarían un tiempo alejados de los ritmos característicos de curramba. Contrataron un conjunto vallenato y arrancaron su viaje hasta el Ernesto Cortissoz. Sin embargo, nunca llegaron.

Un camioneta imprudente se les vino de frente en la Circunvalar y el carro para tratar de esquivar el auto imprudente, chocó con un poste y se volcó en el pavimento, Blanca Rosa fue la única que murió.

Es decir, que Blanca murió en la Circunvalar y no en la vía Puerto Colombia. Por lo que no existe una explicación del porqué sus apariciones son en la carretera del municipio del Atlántico. Ya que la única relación que mantenía Blanca Rosa con Puerto Colombia era que su primo vivía allí, y esa según las personas no es un razón suficiente para que aparezca el espectro allí.

Sin embargo, la mujer continúa apareciéndose a un lado de la carretera de la vía que conecta al municipio de Puerto Colombia con Barranquilla. Pidiendo chance a los conductores. Como es normal, por las altas horas de la noche en la que esto ocurre, la mayoría no frenan e incluso aceleran buscando alejarse pero no lo consiguen. A los pocos segundos ella está en el asiento trasero del vehículo. El desenlace: Un terrible accidente de tránsito que podría conllevar a la muerte del conductor.

Tal como le ocurrió al conductor del autobús que aquellos jóvenes enamorados presenciaron aquella madrugada en su regreso a casa.

Fotos de Barranquillaabierta.com

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