En el marco del cuadragésimo Encuentro Académico de AFACOM, el reportero de guerra habló de su experiencia con miras al posconflicto en Colombia.
Por: Eliana Ramos
Desde los 14 años, Gervasio Guerra quería ser periodista porque le gustaba viajar.
Y hoy, después de haberle dedicado 30 años al cubrimiento de conflictos, compartió con el auditorio de la Universidad del Norte las experiencias de su recorrido.
Lo primero que hizo fue aclarar que no estudió fotografía. En la entrada de su presentación, dijo que era periodista de la Universidad de Barcelona y que su interés hacía el tema de la guerra, así como por el periodismo, empezó cuando le propuso a un profesor realizar un trabajo de desaparecidos en el que luego terminaría trabajando por más de trece años.
Luego, como si se tratara de un comentario que no pudiera dejar pasar, explicó que en su profesión no debería hablarse de la palabra objetividad, sino de la rigurosidad.
Para el ganador de reconocidos galardones como el Premio Internacional Jaime Brunet, el periodismo es tan importante como la educación y la sanidad en un país.
Ya había venido a Colombia en otra oportunidad, en 1990, cuando, desde su opinión, se hacía un buen periodismo en el país. “Era el mejor periodismo en Latinoamérica, muchos periodistas eran amenazados de muerte, asesinados, perseguidos o desaparecidos. Por fortuna es una una situación que ya no ocurre, porque los medios ahora son empresas”, expresó.
Para aquel tiempo, terminaba la universidad y estudiaba el conflicto en varios países latinoamericanos, entre ellos el de Colombia. El Salvador, Nicaragua y Chile eran otros de sus focos, y su tarea, a parte de seguirlos a través de contenidos audiovisuales, consistía en contar historias individuales.
Persiguiendo su tarea por encontrar historias, conoció en nuestro país a Mónica Ávila, quien a sus 7 años sufrió un accidente luego de pisar una mina antipersona mientras volvía del colegio.
Desde luego, le siguió los pasos a quien hoy acumula 21. Y como a ella, Sánchez escogió a varias víctimas más en países que también habían sufrido esta situación para tiempo después corroborar su planteamiento sustentado en el argumento de que “en Colombia no se acabará la guerra hasta que las consecuencias no se superen”.
Durante su intervención, Sánchez además se refirió a aquellas experiencias que ha tenido a lo largo de su carrera y mostró varios de sus trabajos realizados en Vietnam, Bosnia, entre otros países, sobre desaparecidos y victimas de minas.
En esos mismos territorios, se ha encontrado con aquellos momentos en que ha decidido hacer un pare a la guerra y dialogar. “Así equilibro mi balanza anímica, es mi terapia después de haber visto tanto sufrimiento”, concluyó.