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Esneider Manuel quería comprometerse con la obra. Es que la idea de participar en la creación de un edificio en un espacio vacío le apasiona. De modo que aquello que tantas personas observan con normalidad, tal como es el levantamiento de construcciones deportivas, él lo ve como un acontecimiento extraordinario. Prefiere fijarse en lo que trae consigo el hecho.

Por eso quería comprometerse, haría lo que fuese para que su trabajo impulsara al desarrollo de un todo ya establecido. Trabajar en aquel estadio significaba ayudar a todos y representaba un paso más en el crecimiento de la ciudad misma, como lo afirma.

Por eso, abandonar su antiguo trabajo en un centro industrial fue sencillo. Lo suyo no estaba en aquel lugar, observaba cada día a sus compañeros felices en sus cargos, pero él estaba inconforme. Por eso no dudó en arriesgar su estabilidad económica para lograr conseguir el trabajo que deseaba. No tuvo muchos problemas para alcanzarlo, dado que sus estudios y certificados le permiten integrarse a varios equipos de trabajo relacionados con procesos de construcción. Primero obtuvo un diplomado en sistema de gestión de seguridad, después obtuvo un certificado de tecnólogo en trabajo de altura y lo complementó con cursos de primeros auxilios, servicio y atención al cliente, y contabilidad básica.

Sin embargo, su primer trabajo no fue exactamente en una construcción. Esneider recién obtenía sus títulos y conseguir el trabajo que deseaba en sus primeros intentos, era complicado. Su primera oportunidad se presentó como Asesor de Servicios Telefónicos, donde creó sus primeras experiencias laborales. En ese entonces, Esneider no estaba muy seguro de a qué se quería dedicar, quería intentar en obras, pero nunca había estado en una, por lo que no sabía qué esperar, su indecisión le causaba incertidumbre. No estaba muy cómodo con el cargo que desempeñaba, así que su paso por aquella empresa duró solo un par de meses. Poco tiempo después consiguió acceder como obrero en una pequeña construcción al sur de Barranquilla. Allí duró incluso menos tiempo, pero los aprendizajes que obtuvo habían dejado una huella en su mente, después de eso, ya sabía a qué se quería dedicar. Trabajaba por las tardes, ni si quiera había contrato y tenía pocos compañeros, pero antes de cada sesión sentía ansiedad. Las historias de sus compañeros le atraían, uno de ellos había trabajado en el Estadio Metropolitano, mientras otro había viajado y trabajado alrededor del país. Esneider se sentía como un niño. Poco a poco empezó a sentir el deseo de dejar sus huellas en muchas obras.

Tales experiencias, además de sus estudios, le facilitaron abrirse camino a varios campos de trabajo en construcción. Reconoce que es un trabajo que requiere de un gran nivel de dedicación y compromiso. Es un trabajo que funciona gracias al colectivismo y la repartición de responsabilidades, si alguien es negligente ante lo que le corresponde puede afectar a todo el equipo e incluso a la obra misma. Un día, en su primer trabajo, hubo un fallo que afectó a un procedimiento de cargas y uno de sus compañeros se levantó en su contra, dando paso a un cruce de palabras ofensivas. Esneider mantuvo la calma y trato de no reaccionar agresivamente, pues reconoce que su labor naturalmente impulsa a la creación de grandes cantidades de estrés, debido a que están constantemente expuestos a varios peligros.

Irónicamente después, en Sincelejo, ingresó a trabajar en una de las áreas de trabajo que generan más estrés, coordinación en el área de seguridad. Trabajó allí durante un tiempo, donde logró relacionarse con personas que pronto le ayudarían. Una de ellas era su antiguo jefe de trabajo, con quien almorzaba por las tardes después de trabajar. Cuando su contrato en Sincelejo finalizó, se enteró por medio de él que estaban buscando a una persona para encargarse de la seguridad de la estructura de un estadio de basketball al norte de Barranquilla, llamado Elías Chewing, donde se estaba llevando a cabo una total renovación con el objetivo de prepararlo para los juegos centroamericanos que se llevarían a cabo a mitad de año en la ciudad.

Esneider, ansioso por alcanzar tal trabajo, se puso en contacto con su antiguo jefe, quien le facilitó la información necesaria y le recomendó para el empleo. Así logró obtener su próximo trabajo en el área de seguridad, donde coordina y supervisa el correcto desarrollo de procesos de altura e izajes de carga. Nunca había trabajado en levantamiento de un estadio, pero siempre le llamo la atención. Cierto día, viendo un partido, se le vino a la cabeza que muchos de los deportistas más reconocidos comenzaron y se enamoraron de sus respectivos deportes en un estadio, entonces, las personas que construyeron tal estadio habrían influido indirectamente en el desarrollo de tal deportista. Esneider deseaba que muchos deportistas crecieran en el lugar que él ayudó a crear. Así como Elías Chegwin, que comenzó como un basquetbolista local del Atlántico en la década de los 30’ y terminó siendo el primer colombiano en jugar a nivel universitario en la Universidad de Huron, Estados Unidos, para finalmente terminar nombrando al estadio donde Esneider trabaja.

Le alegra ser participe en la renovación de uno de los espacios que se dispondrán para competencias tan grandes como los juegos centroamericanos, aunque no es muy fanático del basketball, personalmente, prefiere al fútbol sobre este. A veces juega algunos partidos callejeros con sus amigos del barrio, con quien les gusta integrarse continuamente, e incluso con sus amigos de la iglesia, donde entre todos disponen días específicos, aparte de aquellos en los que normalmente van a congregarse, para su recreación, generando espacios en los que pueden compartir entre ellos, salir a parques con los niños y entre los fanáticos del fútbol, echarse unas partidas.

A veces cuando llega de trabajar se acerca a la tienda frente a su casa, se sienta a tomar una gaseosa con sus amigos, mientras ven los partidos de sus equipos favoritos, cuando uno de ellos anota un gol, las celebraciones no se hacen esperar. Esto lo hace más que todos los sábados, cuando sabe que puede descansar un poco más. Después, en la mañana del domingo, se alista temprano para ir, junto a su esposa e hija a la iglesia que frecuentan, a unas cuantas cuadras de su casa. Cuando llega, es el primero en saludar y entablar conversaciones con todos, siempre escuchando atento a lo que le puedan decir y cómo aprender de ello. A veces no puede quedarse hasta el final de la predica, pues debe prepararse a trabajar o prefiere ir en las noches.

Los del barrio o los de la iglesia, Esneider no crea barreras sociales entre ellos, para él es lo mismo. No trata de venerar a unos y ver por debajo a otros. Siente que puede disfrutar de la vida compartiendo con todos, sabe sin duda que son diferentes, pero también sabe que puede aprender de todos y que las diferencias hacen interesante crear relaciones. Es por tal razón que trata de mantener contacto con todos los posibles, ayudar en sus alcances a quien necesite y extraer enseñanzas de ellos.

De igual forma y teniendo todo esto en mente, intenta no deformar su personalidad frente a las diferentes personas que encuentra en su camino. Sabe y reconoce que su comportamiento varía, igual que el de todos, de acuerdo al contexto en el que se encuentre. Pero trata de transmitir lo que realmente es a toda persona con la que trata, independiente de su entorno, ya sea en su trabajo, con los del barrio, con los de la iglesia e incluso con su propia familia.

Aunque de sus 5 hermanos, siendo él el mayor, era el más desapegado de sus papás. Antero José Salcedo Maseas y Omaira Isabel Carpio Carpio se unieron como pareja en la década de los 80’ para el 04 de diciembre de 1989 tener a su primer hijo, a Esneider. Cuando nacieron sus hermanos, sintió que la atención de sus padres hacia él se dispersó, dado que él ya podía encargarse de sí mismo, mientras que sus hermanos necesitaban de más ayuda. Esneider comenzó a crear cierta distancia frente a sus padres y hermanos al hacer la mayoría de sus cosas solo. Su tío Manuel lo observaba siempre solo, así que se le acercaba y lo trataba de animar, contándole historias de la familia. Con el tiempo se creó un gran afecto entre ellos, tanto que Esneider decidió ir a vivir permanentemente con su tío y volver a este su tutor legal. Con él se sentía mucho más cómodo, pues siendo un niño requería de atención y el tío Manuel estaba dispuesto a ofrecerle la necesaria. Su familia siempre fue cristiana, su tío no era la excepción, así que era estricto con su sobrino. Lo solía regañar a menudo, pero eran más los momentos de risa que pasaban juntos. Con su tío no necesitó de la presencia de sus padres, pues este le apoyaba con todo, especialmente con sus estudios.

Cuando comenzó a trabajar y a ganar un salario decente, decidió pagar su propia pieza y vivir solo. Con su familia paterna guarda relación, especialmente con su tío. A veces se reúnen todos y disfrutan en familia, mientras comen se cuentan historias y las risas nunca faltan. Con su familia materna, por el contrario, no guarda mucho contacto desde que se fueron vivir a San Andrés de Sotavento, en Córdoba, Aunque una que otra vez hablan por teléfono. Sus creencias y pensamientos han sido impulsadas por sus experiencias familiares, quienes siempre fueren abiertos y sociales entre ellos, manteniendo el respeto. El tío Manuel decía que puedes aprender de cada momento que vives, eso es lo que nos conforma.

Tiene claro que debe ser siempre la mejor versión de él, no puede darse el lujo de doblegar los principios que ha adaptado como suyos, porque es consciente que es el espejo de su hijo de 2 años, a quien le quiere transmitir sus valores. Además, no quiere defraudar a su esposa, con quien ya ha compartido 7 años de su vida, se han sabido compenetrar gracias a lo que son. Está tranquilo como está, no busca experiencias extremas. La sencillez lo caracteriza. Su concepción de felicidad se basa en la tranquilidad que le da el poder desempeñar el trabajo que le apasiona, compartir con sus amigos y especialmente con su familia.

En las noches, cuando llega a su casa, basta con el beso de aquella mujer y una risa de su hijo, para olvidar el estrés del día. Entonces deja su rol de guardia para entrar en su rol de esposo y padre. Antes de dormir ven un rato la televisión, después hablan acerca de sus días, esto no puede faltar, juegan con su bebé hasta que comienza a perderse en el sueño, entonces lo recuestan en su cuna, justo al costado de su cama, mientras lo observan respirar un par de minutos. Finalmente se van a dormir, no sin antes orar y esperar que al día siguiente, la vida siga igual.

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