Por: Katherine Londoño
Entre figuras geométricas y casas de madera se dividen las secciones del pabellón 4 “Hola Holanda”, uno de los pabellones más visitados de la feria en el que se resaltan las características más importantes de Holanda, el Reino de los Países Bajos. En él se muestran libros, autores, dibujos y diseños.
Como invitado de honor, Holanda hace una exposición exclusiva de La vida de Ana Frank desde su nacimiento hasta su muerte en 1944. La exposición muestra la historia de su familia, los riesgos y sacrificios que vivieron por ser judíos, y muestra la vida de Ana como un referente importante para entrelazar experiencias, reflexiones de la vida, sus quejas y felicidades.
«Yo sé lo que quiero, tengo un objetivo, una opinión, tengo una religión y amor. Déjame ser yo misma. Sé que soy una mujer, una mujer con fuerza interior y un montón de coraje». Ana Frank
Con esta frase, la exposición pone a debatir a los académicos, visitantes y estudiantes temas de discriminación y exclusión que vivió Ana en su época y por los cuales se le condenó a muerte; se entrelaza la vida de una adolescente que murió con tan sólo quince años y la historia de jóvenes de la actualidad que también viven rechazos aún en pleno siglo XXI.
Las diferencias raciales, políticas, religiosas, socioeconómicas, sexuales e ideológicas son la franja de temas que la exposición propone resolver e invita a reflexionar sobre: ¿por qué se discriminan a los otros?, ¿por qué simplemente no podemos ser nosotros mismos sin pisotear a los demás?, ¿no nacemos todos iguales? Jóvenes y niños de diferentes colegios distritales de Bogotá pasan por el stand y conocen El Diario de Ana Frank y su historia.
