Por: Daniela Fontalvo, Melissa Ahumada y Natalia Acuña
La crisis en Venezuela ha ocasionado que gran parte de sus ciudadanos se desplacen hacia otros países. Colombia, por ser el país más cercano, ha sido el destino principal para estos venezolanos. Barranquilla (junto con su área metropolitana) es sin duda, una de las ciudades donde más impacto ha tenido la migración venezolana. De acuerdo con Migración, hay un total de 1’408.055 venezolanos en Colombia y Atlántico es el cuarto departamento donde más hay población venezolana, con 125.075 personas aproximadamente. Sin embargo, todos los días siguen llegando más personas del país vecino.
Alrededor de 665.665 venezolanos residen en Colombia de forma irregular. Unos porque superaron su tiempo de permanencia en el país y la mayor parte porque ingresaron sin autorización, según Migración.
Debido a la necesidad, muchos de los migrantes se asientan en zonas de la ciudad que son de espacio público. El puente de la Calle Murillo con Circunvalar fue hogar de un gran número de personas venezolanas durante 6 meses, pero el 5 de febrero de este año, las familias fueron desalojadas del lugar por parte de Migración Colombia, con intervención de la Secretaría de Control Urbano y Espacio Público. El puente, sin embargo, sólo permaneció inhabitado durante unos pocos meses.
Más familias provenientes de Venezuela llegaron al lugar, buscando refugio. Pero, esta vez, son individuos pertenecientes a una comunidad indígena llamada Yukpa. Este pueblo se caracteriza por ser binacional, ya que se asienta en la Serranía del Perijá, entre parte del departamento del Cesar y parte del estado de Zulia.
Tanto la comunidad que está en Colombia como la que habita en Venezuela, en los últimos días han tenido afectaciones debido a avalanchas que se han presentado en la zona. Por ello, muchos se ven obligados a dejar sus lugares de origen.
Los miembros de esta comunidad que habitan en el puente de la Calle Murillo con Circunvalar, que son más de 50 aproximadamente, provienen del país vecino. Sobreviven allí gracias a lo que obtienen de la venta de las artesanías que elaboran (como sombreros, canastos, cantimploras y barcos que sirven de adorno) y a la ayuda de algunos colombianos que llegan al sitio regularmente.
Los Martínez Vargas son una de las familias barranquilleras que prestan ayuda a la comunidad yukpa. Yuliana Vargas fue quien propuso la idea de ayudar a esta población y junto a su esposo puso en marcha esta iniciativa, a la que se le han sumado más personas. Regularmente, los martes, jueves y sábados, van al puente y llevan comida, regalos, ropa, entre otras cosas que puedan servir como sustentos para el pueblo indígena. Incluso han realizado actividades recreativas para los niños de la jurisdicción, los han llevado a bañarse y a cortarse el cabello.
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Convivencia
Los Yukpa no son los únicos que residen en esa zona. Si bien, ellos se asientan debajo del puente, alrededor habitan también otras familias venezolanas. Por esta razón, cuando la familia Martínez Vargas llega al sitio para ayudar o llevar regalos a los indígenas, surgen conflictos por el territorio, por el tiempo que cada familia lleva allí y por los regalos. Cuando llega la familia barranquillera con regalos o comida, otras personas venezolanas, ajenas a la comunidad indígena, llegan al puente para ser también beneficiarios. Esto es motivo de molestia para los Yukpa, quienes tienden a delimitar fuertemente los territorios.
En el desalojo del pasado asentamiento de venezolanos, ya habían personas que pertenecían a esta jurisdicción, pero tuvieron que irse por temor a que sus niños quedarán bajo el poder del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). Al no tener más opciones donde poder dormir y subsistir, decidieron volver a los alrededores del Estadio Metropolitano. Junto a los Yukpa, también viven personas que provienen de la frontera entre Colombia y Venezuela. Yaqueline Briñez es una de estas personas y lleva alrededor de 11 meses durmiendo en las calles de Colombia con sus dos hijos.
Yo estuve aquí cuando esto estaba lleno de venezolanos. Luego de que nos desalojaron, yo tuve que irme para Bogotá con mi marido y mis hijos. Allá la vida era dura y como también dormíamos en la calle, hacía demasiado frío e Isaac se me enfermaba mucho. Decidí regresarme para Barranquilla porque acá me va mejor con el niño y no se me enfermaba tanto. Al menos aquí yo duermo en la estación de taxis y cuando llueve nos refugiamos en el techo. No hace tanto frío como en Bogotá. Eso sí, en el día estamos acá porque hay veces que las personas traen regalos y comida, pero no nos miran a nosotros, ellos traen solo para los Yukpa.
Los Martínez Vargas tienen una lista en la que están consignados los nombres de las personas de la comunidad yukpa a las que ayudan. Manifiestan, sin embargo, que después de cada llegada al puente para prestar ayuda, el número de personas (tanto de los Yukpa como demás venezolanos) que residen debajo de la construcción y sus alrededores incrementa, por lo cual no es posible que la ayuda cubra a todos.
Medidas
Henry Cáceres, Secretario de Control Urbano, en diálogo con Emisora Atlántico comentó que en cooperación con el Ministerio del Interior y Migración Colombia, se han planteado diversos operativos para darle solución a esta problemática y devolver estas familias de donde vinieron huyendo inicialmente, ya que no es posible que permanezcan por más tiempo en inmediaciones del puente de la Avenida Murillo.
Medios y comunidad
Los miembros de la familia Martínez sirvieron de intermediarios para el acercamiento a la comunidad. Las personas de la etnia Yukpa, a pesar de no hablar mucho el español, expresaron su incomodidad para ser grabados o fotografiados. Según ellos, otras personas (incluyendo candidatos a cargos públicos) se acercaron a ellos ofreciendo ayuda a cambio de permitirles tomar fotos. La inconformidad de los Yukpa radicó en que luego de tomar fotos, no volvieron más y en cambio, divulgaron las condiciones en las que viven. Se rehusaron también por miedo a que se dijera que comen de la basura, lo cual no es cierto. Por esto, una de los yukpa, acudió a la familia Martínez para que organicen una jornada de limpieza del lugar, orienten a los demás indígenas para mantenerlo limpio y no sean desalojados otra vez.