Leyendo mujeres para entender el mundo

Por Alisson Sánchez

El Club de lectura para mujeres: Literatura Mujer y Maternidad es un espacio que forma parte de la serie de talleres que ofrece la Biblioteca Piloto del Caribe. El club reúne un grupo heterogéneo de personas para reflexionar sobre las representaciones de la maternidad en la literatura hecha por mujeres. Además de este espacio, la agenda cultural de “CLENA” para agosto también ofrece otros espacios de diálogo y formación cultural. Entre esos, los talleres de escritura creativa y salud mental. Todos gratuitos para todo público.

El club de lectura empezó desde el 6 de mayo a reunir a sus fieles asistentes. Durante dos sábados de cada mes, desde las 9:00 A.M. hasta las 11:00 A.M, en el Lobby CLENA en la vía 40 #36-135, se leen y analizan colectivamente dos textos escritos por autoras. Mujeres, niñas, hombres y familias leen los fragmentos con atención, se encuentran en las historias y comparten sus puntos de vista.

El espacio destaca porque sus textos retan y provocan a los ávidos lectores. Aunque la armonía prevalece en el lugar, lo que más enriquece la experiencia son los intensos debates y diálogos entre los asistentes. La mayoría se miran entre sí con familiaridad y hablan con calidez, otros, siendo nuevos, igual meten la cuchara y no titubean para opinar. Es como si la necesidad de hablar y cuestionar superara el calor de la individualidad.

Anabell Posada Ramírez, mediadora de lectura, explicó que el taller surgió por la necesidad de conectar a los ciudadanos con la biblioteca, como lugar que le pertenece a la ciudad, y con la literatura hecha por mujeres, como contenido valioso que visibilizar. Para la tallerista, la perspectiva femenina es una clave importante para el entendimiento general del mundo en el que vivimos. 

“Literatura escrita por mujeres, que aborda la maternidad, que nos permite revisar la condición de la mujer en la sociedad actual y en nuestro país y región. En ese sentido, buscamos transformar un poco. Mejorar nuestra condición humana y social desmitificando ese rol de la madre romantizada (…). Me interesa traer un corpus literario que lo que haga es desentrañar qué sucede con esa otra mujer que no quiere parir, que no puede parir, la que ha abortado, la que no quiere todavía parir, la que prefiere viajar o la que quiere tener varios hijos”, profundizó Posada sobre el propósito del espacio.

En la primera sesión del mes de agosto se leyó y desarticuló el trabajo de Patricia Highsmith. Sus cuentos, La Tortuga y La Paridora, hicieron que los asistentes miraran de reojo a sus compañeros de club una vez se terminaba la lectura colectiva. Soltaron suspiros y un breve, pero crudo, silencio se posicionó en el espacio. Rápidamente las manos se levantaron y algunas voces se sobrepusieron entre sí. Ideas, análisis, comentarios, dudas y reflexiones críticas se posicionaron en el debate. La relación con la familia, la represión, la violencia literal y sutil, el apego maternal, el rol de la mujer en la sociedad en diferentes épocas, la culpa y la evaluación de instituciones, como el matrimonio, hicieron parte de la conversación. 

El trabajo de Highsmith sorprendió a los lectores por su poder para intrigar, incomodar y, hasta cierto punto, desesperar. También por su excelente forma de representar la represión fuera de la habitual, y totalmente coherente, victimización. La autora propone otra perspectiva en la cual retrata a las mujeres como personajes crueles que extienden su represión a las personas a su alrededor. Los hombres, hijos y esposos, sufren el peso del sistema y las reglas de género tal como las conocemos. En los relatos, ellos son violentados y humillados por sus esposas y madres. El original planteamiento genera debates que no sugiere de forma literal, pero claramente busca motivar, como la independencia de la mujer sobre la decisión de ser mamá. 

Por otro lado, Highsmith destaca el juego invisible que hay alrededor de la culpabilidad. Parecía que bajo primeros juicios tanto víctimas como victimarios arrastraban la culpa con ellos. Fuese la madre asesinada o el padre oprimido, ambos pudieron ser señalados y no por su género, sino por el esquema social que los llevó sus respectivos desenlaces. Al final, la ficción superó la realidad y los lectores no pudieron evitar hablar sobre la limitación que enfrentan las mujeres al decidir cómo planificar en Barranquilla. Highsmith logró impecablemente desde sus relatos estadounidenses sembrar inquietudes más allá de género, lenguaje o distancia. 

Cuando terminaron de dialogar, entró al cuarto el sol del mediodía. Aún emocionados, los lectores reemplazaron el debate por sus despedidas rápidas, para pensar desde ya en la próxima sesión, en el qué leerán y en el qué se preguntarán.