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Por: Jensy Plata

Desde muy pequeña mis padres despertaron en mí un amor carnavalero que me llevo a disfrutar cada uno de los desfiles presentes en el Carnaval de Barranquilla. Me fascinaba ver todos los disfraces, faldas, colorines, garabatos con la muerte y brillantinas que adornaban a todos, pero me percaté de algo especial y diferente: vi una danza que tenía hombres sacando fuego de su boca.

Al verlos me causó mucho miedo. Sabía que las llamas conllevaban a quemarme si me acercaba, pero los seguía analizando. Al siguiente carnaval fui y, al verlos danzar, hacía que me gustaran cada vez más, así que opté por descubrir un poco más de ellos, de su expresión artística y saber cómo en verdad realizaban los “candelazos”.

Mi curiosidad me llevo a reunirme un domingo 13 de enero del 2019 con el señor Gastón Polo, actual director de la danza Los Diablos Arlequines en el municipio de Sabanalarga, Atlántico, donde me recibió de una manera muy cómoda, en su casa junto con miembros de todas las edades de los diablos arlequines y diablesas.

Me narró el surgimiento y desarrollo de esta danza tan espectacular, su preparación a una presentación y cómo mantiene viva esta tradición en las generaciones jóvenes. Entre conversaciones me enteré que sus inicios se ubican en 1935, cuando Pablo Palmera, un hombre originario de Sabanalarga, salía en las distintas calles del municipio presentándose como disfraz individual de Diablo a lo cual le sumaba malabares, fuego, espuelas y castañuelas, para llamar la atención de la población y recibir dinero en el municipio.

Este hombre llamó la atención de Apolinar Polo, padre de Gastón, quien decidió ayudarlo a movilizar sus implementos de trabajo con el fin de conocer más de cerca a este nuevo disfraz. Al morir Pablo Palmera, el disfraz desapareció por no tener a alguien que siguiera el legado. A los 50 intentó retomarlo, pero su intento falló. Hasta 1979 el Señor Apolinar, quien ya tenía formada y organizada la danza de los goleros, les dijo a sus bailarines que si se animaban a crear y hacer parte de la danza de los Diablos Arlequines.

Fueron 6 los primeros miembros que ensayaron y se prepararon por primera vez para salir en el Carnaval de Barranquilla, con vestuario hecho de manera muy artesanal debido a condiciones económicas. Se dividieron las partes del disfraz para que así todos estuvieran más que bien en su primera presentación.

A pesar de ser nueva en esa década, causó mucho impacto en todos los espectadores al ver salir el fuego por parte de los danzantes, e inmediatamente fueron invitados a varias celebraciones culturales de la Costa Caribe para darse a conocer en diferentes escenarios que los llevaron a ganar varios congos de oro desde su primera participación.

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El señor Gastón me contó que esta danza tiene un toque que fue introducido por los españoles en tiempos coloniales. Basándose en reseñas históricas que conserva la familia Polo, quienes se han dedicado a estudiarla para llevarla a cabo, esta danza hacia participación en los desfiles del Corpus Christi, transmitiendo temor a los indígenas con el fin de apoderarse de sus propiedades.

Para evitar que la tradición y la historia se extinguiera, el señor Gastón creó un semillero sin límite de edad de las tres danzas que enseña: la de los diablos arlequines, la danza de los goleros y la danza de las farotas donde se enseña la historia de las danzas.

Precisamente, hace 2 años viene desarrollando la danza de las diablesas, aquella que tiene los mismos pasos y ritmos de los diablos arlequines, con la diferencia que sus participantes son mujeres, quienes poseen un vestuario femenino con la finalidad de que continúen en legado.

Claramente los padres de familia deben autorizar la estancia de sus niños en esta danza, y las actividades que se lleven a cabo siendo parte del proyecto de semilleros de danzas.

Cuando un joven quiere hacer parte de los Diablos Arlequines, el señor Gastón le aclara que, no es solamente hacer parte de esta si no saber también cómo interpretar las demás danzas, es decir, los goleros y las farotas.

Además, cuando tengan una presentación, cualquiera pueda hacer las 3 coreografías, cuestión que representa menos personal para la comparsa debido a que esto conllevaría muchos bailarines para poco recurso económico.

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Me interesaba mucho saber cómo se preparan para estar en contacto directo con el fuego, algo tan fuera de lo común.

Me enteré que el proceso para botar la “candela” por la boca es más cuidadoso y responsable del que me imaginé. Comienzan lanzando agua para ir dándole más fuerza a los pulmones para, cuando tengan la suficiente preparación, proceden a tener las buchadas de gas Keroseno que no pase de la cavidad oral.

A pesar de que han sucedido accidentes, como por ejemplo quemaduras afortunadamente superficiales, los han sabido sobrellevar debido a la buena prevención que tienen.

Además, ellos siempre cuentan con un extintor de espuma, ideales para las presentaciones así como hidratación permanente en todas sus presentaciones y leche que les permite retirar el gas de su boca para evitar intoxicaciones.

Los diablos que prenden fuego deben estar muy pendientes de la dirección del viento ya que al estar en contra, la candela les puede dar una mala jugada. 

Lastimosamente, los niños de Sabanalarga solo se interesan por la historia de los diablos arlequines en época de Carnaval, porque es aquella idiosincrasia que poseen dentro del municipio.  Por ello, Gastón nunca deja de ensayar sus danzas para mantener la disciplina en aquellos jóvenes que mantienen viva esta tradición y, de alguna manera, intentar multiplicarlo en los demás.

Algo que tengo muy en claro, y que mucha gente piensa sobre esto, y es la relación de esta danza actualmente con el diablo. Ellos no tienen nada que ver con dicho personaje de manera ideológica pues todos los integrantes de esta danza son creyentes al catolicismo y solo ven al diablo como un personaje dentro del Carnaval.

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Es sorprendente como los niños que hacen parte de esta danza tienen una admiración al fuego. Charlando un poco más con ellos, algunos muy pequeños, supe que su meta es poder lanzar el fuego de sus bocas, pero están muy conscientes de que tienen mucho que aprender para ser un gran diablo carnavalero.

Aun así, se gozan todas sus presentaciones, cada pase lo bailan con la emoción más que necesaria para disfrutar las fiestas carnestolendas.

Antes de sus presentaciones, el señor Gastón le prepara todo a sus bailarines: disfraz, máscara, babuchas, castañuelas, espuelas, medias, entre otros implementos.

Esto también es suministrado por él, ya que las danzas están dentro de una fundación sin ánimo de lucro y cuentan con el apoyo de la Gobernación del Atlántico y del Distrito para mantener estas manifestaciones artísticas y culturales. Su cita para viajar a Barranquilla es dos horas antes de lo pautado como comienzo del desfile, permitiéndole llegar a tiempo.

Al lado de su casa me encontré con un museo muy completo donde tienen el recorrido de las danzas en el departamento. El señor Gastón lo elaboró hace aproximadamente 10 años tiempo para el cual su padre, Apolinar, lo pudo ver y darse cuenta del gran legado que dejo en el Carnaval de Barranquilla.

Esta idea surgió debido a que todos los premios y reconocimientos para estas danzas no tenían un lugar para cual ser exaltados, perdiéndose en el desorden que él decidió organizar para que así todo el que fuese a Sabanalarga pudiera conocer acerca de las danzas.

Allí se encuentran desde fotos y artículos de periódicos hasta sombreros de diablos, reconocimientos, botellas de todos los tamaños que tienen impregnado un trinche donde guardan el gas para los candelazos y algunos Congos de Oro.

Me llamó la atención una foto donde se encuentra el fallecido fotógrafo Samuel Tcherassi besando la mano de Apolinar Polo, como símbolo de respeto y admiración a su danza. Me di cuenta que yo no era la única niña fascinada con los diablitos del carnaval.

El señor Gastón desea ampliarlo y perfeccionarlo para que todas las exhibiciones se conserven por muchos años y que la tradición perdure en las próximas generaciones, así como él lo ha trasmitido en el municipio y en los miembros jóvenes de su familia.

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Sumando todos los integrantes de las 3 danzas, son aproximadamente 100 bailarines los que conforman esta familia quienes conservan la historia y costumbres autóctonas del departamento para no perder estas danzas que, como afirma Gastón Polo, están en vía de extinción.

Al terminar mi visita, el semillero de los diablos arlequines y el grupo de diablesas hicieron una presentación justo allí en el museo. Además, el joven Peter Pertuz, integrante de los diablos arlequines, me contó que solo se puede soltar fuego por la boca aquellos que han sido autorizados por el director Gastón.

Luego soltó 3 “candelazos” en la cancha de fútbol del barrio donde también ensayan una vez por semana durante todo el año.

La familia de los Diablos Arlequines tiene más que solo diablos: lleva de la mano 2 danzas más, tradición y sobre todo esfuerzo.

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