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Por: Brianda Jiménez Bolívar. 

La vida en torno a la molécula de agua en el último rincón del norte de Barranquilla. Moles de piedra  y caños residuales profanan su pureza. Se retuerce, se hace pequeña, la rellenan, pero se mantiene viva. Anóxica, los peces tratan de respirar, y sin opciones boyan. Talan sus faldas protectoras y se reducen sus encajes. Desidia longeva, intereses de huevos de oro.  La gallina en un partido de ajedrez, jugadores con las manos atadas. Cuatro jinetes que la defienden, sus dolientes, humanizan la batalla

Si alguna vez pasa por la carrera 51B de la ciudad de Barranquilla en el Caribe colombiano, a la altura del Club Campestre, yendo en dirección hacia el extremo norte del Distrito, y gira la cabeza hacia el costado derecho, podrá divisar con suerte, esquivando los rascacielos en construcción, a la ciénaga de Mallorquín reposando sus aguas junto al mar Caribe, y la barrera de arena fina que los separa, de 50 metros de ancho y con un canal angosto para que los dos tipos de agua salada y salobre se comuniquen en ella; al río Magdalena en su margen izquierda desembocando en el mar Caribe; al arroyo Grande y León que le aportan agua continental; y a los barrios Las Flores, Villa del Mar y el corregimiento La Playa al extremo sur. A pesar de su ubicación estratégica, el humedal costero es hoy en día una víctima más de la incapacidad humana para salvaguardar la naturaleza. 

Mallorquín y su zona costera rodeada de mangles, y la barra de arena que la separa del mar Caribe.

Mallorquín se mantiene con aparatos de reanimación. El estado en el que se encuentra es la consecuencia de la contaminación de empresas, de los vertimientos de aguas residuales de la Triple A y comunidades aledañas sin alcantarillado, del relleno indiscriminado por invasiones, de la erosión costera, de las talas de mangles, de las actividades portuarias y de la contaminación proveniente del río Magdalena tras recorrer gran parte de Colombia; además de eso las autoridades se debaten por las responsabilidades asignadas, la CRA del Atlántico, el Distrito de Barranquilla, Puerto Colombia, DIMAR, y Cormagdalena compiten por la gestión de Mallorquín.  

Desde su primer impacto con las “cuchillas del río sobre el mar”, como reza el himno de Barranquilla, haciendo alusión a los tajamares de Bocas de Ceniza, el sistema de lagunas costeras de Mallorquín, conformado antes de 1935 por cuatro ciénagas; la ciénaga de San Nicolás, la de Canta Gallo, la de Mallorquín y la ciénaga Grande de la Playa, empezaron a perder espejo de agua y la conexión del agua dulce o continental. La corriente oceánica que choca contra los tajamares se bifurca y se viene en rastra hacia la costa manglárica, como consecuencia el sistema lagunar se redujo a una sola ciénaga, y su área costera fue disminuyendo cada año.

Un pescador camina por la ciénaga sin problema alguno, evidenciando la poca profundidad de Mallorquín.

Lo que hoy es conocido como la ciénaga de Mallorquín es un ecosistema considerado como el último relicto del departamento del Atlántico, de la margen izquierda del delta del río Magdalena, con una extensión de aproximadamente 650 hectáreas y un metro de profundidad. Sin embargo, como si las moles de piedra no hubieran sido suficiente, las siete plagas fueron arribando a la ciénaga, como lo tituló un periódico en 1998. Una tras otra deterioraron el sistema natural del estuario. 

En 1997 cae la primera gota de agua residual a Mallorquín procedente de la Estación de Depuración de Aguas Residuales (EDAR) El Pueblo, y la modificación del sistema hídrico natural de la microcuenca. Si bien es cierto que la estación se construye como solución a las aguas residuales provenientes de 53 barrios del Distrito que se vertían a los arroyos del suroccidente; la EDAR empieza a drenar hacia el arroyo León, conduciendo las aguas al sistema lagunar costero y por ende a Mallorquín, contaminándola poco a poco. 

Efluente de la EDAR drena hacia el arroyo León. Foto: Miguel Espinosa

Para entender lo que ocurre en Mallorquín con respecto a la EDAR debemos conocer cómo funciona el sistema de tratamiento de aguas residuales para el suroccidente de Barranquilla, la zona más poblada de la ciudad con 550.000 habitantes. Todo comienza cuando un barranquillero utiliza el sanitario y baja la palanca, o cuando una empresa genera residuos líquidos y se va por el drenaje. Esas aguas residuales viajan por tuberías de la Triple A hasta llegar a la EDAR El Pueblo. Allí se tratan las aguas servidas con un tratamiento de tipo biológico mediante lagunas de estabilización, con una eficiencia de remoción en carga orgánica DBO5 (Demanda Biológica de Oxígeno) y SST (Sólidos Totales en suspensión) del 80% en las aguas que reciben los arroyos intermitentes, que tributan al sistema de ciénagas costeras; con un caudal promedio tratado de 800 L/s. 

El sistema de tratamiento de las aguas residuales consiste en un sistema de desbaste, que protege los equipos de bombeo y está conformado por rejas que impiden el paso de elementos flotantes y gruesos; un sistema de desarenado, que permite la decantación de las arenas contenidas en el agua residual; dos sistemas de bombeo, uno en la entrada de la EDAR El Pueblo y otro en el barrio La Pradera, y el tratamiento biológico con lagunas anaeróbicas y facultativas que reducen la concentración de materia orgánica, microorganismos patógenos y alta concentración de oxígeno disuelto. ¿Esto baja los niveles de contaminación? Es cierto. ¿Los efluentes salen depurados? No lo suficiente.

Sistema de tratamiento de la EDAR El Pueblo. Foto: Plan de Saneamiento y Manejo de Vertimientos 2016.

Cuando fue diseñada la EDAR a mediados de 1996, la ciudad contaba con menor número de población, y por ende menos aguas residuales. Su capacidad de depuración ahora es mucho menor debido al crecimiento del suroccidente de Barranquilla. La EDAR El Pueblo como estación de depuración debería ser parte de un sistema, y no la última instancia para el tratamiento de las aguas residuales. Lo primordial sería que el primer tratamiento se diera en la EDAR y luego en una planta dotada de tecnología acorde a las necesidades de la ciudad, y de ahí sí drenar a un cuerpo receptor de mayor resiliencia. Pero no existe planta alguna, solo hay una EDAR, y el cuerpo receptor termina siendo finalmente un humedal del convenio RAMSAR. 

Existen muchos parámetros para caracterizar las aguas residuales como la temperatura, el pH, la conductividad, la salinidad, el oxígeno disuelto, los fenoles, los coliformes, las grasas y los aceites, el SST (Sólidos Totales en suspensión), la DQO (Demanda Química de Oxígeno) y DBO5 (Demanda Biológica de Oxígeno) que sirven para medir el grado de contaminación de una muestra líquida. Estos tres últimos respectivamente miden; la cantidad de fango que se deposita durante el proceso de decantación, la cantidad de materia orgánica susceptible de ser oxidada por medios químicos que hay en una muestra líquida, y la cantidad de materia susceptible de ser consumida u oxidada por medios biológicos en dicha muestra. 

Cuando el primer mililitro de agua tratada sale por los tubos de La EDAR, el efluente cumple con la norma nacional que establece los límites permisibles de vertimientos puntuales a los sistemas de alcantarillado público (Resolución 0631 de 2015) en cuanto al parámetro de DBO5 por 70 mg/L O2. Sin embargo, cuando el cuerpo receptor, el arroyo León, recibe las aguas tratadas, la EDAR incumple la normal departamental de la CRA (Resolución 000258 de 2017) la cual tiene como límite máximo permisible de vertimientos en cuencas clase III 25 mg/L O2 de DBO5; y aún peor, cuando el arroyo desemboca en Mallorquín el DBO5 no debería exceder los 7 mg/L O2, según los límites máximos para la clase I (uno) expuesta en la misma resolución de la CRA.

 Tramo del arroyo León, a la altura del kilómetro 10 de la vía antigua de Puerto Colombia. Foto: Miguel Espinosa.

La caracterización de los vertimientos puntuales de la EDAR El Pueblo en todos los informes de sus ensayos expuestos en el Plan de Saneamiento y Manejo de Vertimientos del 2016 presentado por la Triple A, la empresa prestadora del servicio de alcantarillado, y aprobado por la CRA del Atlántico, los resultados de las muestras exceden los 40 mg/L O2 de DBO5, es decir, cumple la norma nacional, pero incumple la de la CRA.

Los resultados de la caracterización del cuerpo receptor en la Estación de Bombeo Mallorquín son menos alentadores. La estación que cuenta con rejillas de desbaste, barrelodos para eliminación de sólidos flotantes, pozo húmero y cámara seca con equipos de bombeo, en su ensayo número 34248 – 2015 viola incluso la norma nacional que tiene límites permisibles menos exigentes. Los niveles de DBOen 263.9 mg/L O2 , los de DQO en 577.2 mg/L O2, los de SST en 107 mg/L, las grasas y aceites en 96.2 mg/L. Cuando los valores permisibles no deben exceder los 70 mg/L O2, 150 mg/L O2, 70 mg/L y 10 mg/L respectivamente. 

La EDAR está contaminando respecto a los otros cuerpos de agua, que por su naturaleza ecosistémica son más sensibles a impactos de descargas residuales domésticas. El tratamiento que aplican para la depuración de las aguas se hace insuficiente. El arroyo León y la ciénaga de Mallorquín reciben aguas putrefactas 365 días al año.  

Mallorquín como cuerpo que recibe el efluente del arroyo León es definida como aguas de Clase I por contener manglares, ser una zona crítica para la reproducción, cría y alimentación de la vida acuática, y sobre todo por ser un ecosistema declarado protegido bajo el convenio RAMSAR, un pacto para la conservación de los humedales como hábitats de aves acuáticas migratorias y como ecosistemas fundamentales en la conservación global y el uso sostenible de la biodiversidad, y por ello no debería ser objeto de vertimientos con tales grados de contaminación.

Con el crecimiento urbano que ha tenido la ciudad la situación empeora. Muchos barrios en Barranquilla no tienen servicio de alcantarillado. Los Ángeles I, II y III, La Pradera, Villa San Carlos, Bernardo Hoyos vierten sus aguas residuales sin previo tratamiento. Las aguas de los barrios que trata La EDAR también se saturan. La ciudad crece y sobrepasa la capacidad de diseño de la estación. ¿Qué hace la estación?. Tiene que mandar las aguas. Eso va cargado con todo tipo de contaminantes, materia orgánica que se ve y huele, pero existen otros como los metales pesados que su impacto es más grave y no son visibles. Esa es la peor contaminación y la más preocupante en términos de salud pública.

 

Localización de los vertimientos de aguas residuales en el río Magdalena. Foto: Plan de Saneamiento y Manejo de Vertimientos 2016.

Otra fuente de contaminación de la ciénaga termina siendo el río Magdalena. Existen 393 municipios ribereños y no ribereños del Magdalena, de los cuales 140 no cuentan con planta de tratamiento de aguas residuales y vierten sus aguas al río, y 27 de ellas presentan problemas de funcionamiento. Además, el 44% de los municipios no cuentan con sistema de disposición final de residuos sólidos, siendo el Magdalena su solución más próxima. 

A esto se le suma los derrames de petróleo, las industrias que vierten y barcos que se hunden y pierden sus cargas. La ciénaga de Mallorquín recibe estas aguas y los sedimentos del Magdalena a través de dos tubos de interconexión artificiales, box culverts, que atraviesan el tajamar occidental para mantener su condición de estuario. El río Magdalena en el área de Barranquilla posee un alto potencial de metales pesados en sus sedimentos, con alta presencia de cadmio y mercurio, presentando un riesgo ecológico potencial, esto según un estudio realizado por los investigadores Tejeda y Olivero en el 2016 sobre el perfil toxicológico de los sedimentos del río Magdalena.

Como si fuera poco también están los antiguos botaderos de Las Flores y el Henequén. La materia orgánica e inorgánica, y los residuos sólidos generados por la ciudad, que fueron establecidos en dolinas o sumideros, se están descomponiendo y generan lixiviados. Estos se filtran y llegan al arroyo León y luego a Mallorquín por la misma naturaleza del cauce de sus aguas. Un estudio del oceanógrafo químico Iván León, demuestra que en ese punto de confluencia del antiguo botadero no existen condiciones para la vida. Es tanta la materia orgánica que ni los gusanos, ostras o cangrejos resisten las condiciones del sedimento. En el punto de confluencia con el arroyo León y la ciénaga tampoco existen macrobentónicos invertebrados: no toleraron la contaminación.

La mortandad de peces y organismos macrobentónicos ha sido recurrente desde ese entonces. Las siete plagas sentenciaron a muerte a Mallorquín. Lo que simplemente pareciera un problema más de seguridad alimentaria por la disminución de individuos por especies y con ello la de la actividad pesquera, terminará siendo un problema de salud pública. Muchas personas aún dependen de este ecosistema para vivir; lo que ocurre en Mallorquín afecta la economía, la salud y las condiciones de vida de las comunidades vecinas.

La cadena trófica es clara. Existen organismos que viven del sedimento de Mallorquín en el que se diluyen los compuestos: materia orgánica, metales pesados como el cobre, cadmio, zinc, plomo, níquel, mercurio y cromo, y demás contaminantes. Estos microorganismos son alimento de otros de mayor tamaño, y así sucesivamente hasta llegar al ser humano. Lo que se había vertido confiando en su capacidad de diluir en realidad se termina consumiendo por bioacumulación, y los niveles de contaminantes aumentan por biomagnificación. 

La ciénaga de Mallorquín, sus mangles y su biodiversidad.

La ciénaga de Mallorquín a pesar de todas los desmanes que ha padecido sigue siendo el hogar de muchas especies; 15 de invertebrados marinos, 9 de peces, 9 de anfibios, 7 de reptiles, 81 de aves y 4 de manglar; además de aportar a la regulación climática del departamento. Su resiliencia quizás ha sido uno de los motivos para que nuevos proyectos se fragüen en la ciudad.

El 29 de enero del año 2020 Jaime Pumarejo, estrenándose en el puesto de alcalde de Barranquilla, hizo público de manera oficial un proyecto que involucra a Mallorquín como protagonista. Al cual lo denomina “recuperar la magia escondida de la ciénaga” con un poco de poesía, y asegura que es el primer paso para convertir a Barranquilla en la primera biodiverciudad de Colombia, con un juego de palabras.

Evento de lanzamiento del Proyecto del Ecoparque de Mallorquín.

Entre un lobby concurrido de concejales que esperan taciturnos la proyección de un video, el alcalde se dispone a hablar. Con leves fluctuaciones en su voz se dirige a una sala de cine llena de mentes expectantes; guías de turismo, habitantes de La Playa, funcionarios, periodistas y público en general quieren ver lo que será la ciénaga. En poco tiempo la pantalla 2D muestra a Mallorquín, los rellenos, la ocupación ilegal, la deforestación del manglar, la contaminación química por residuos sólidos, la sedimentación y la erosión costera que padece. Luego enfatiza en la recuperación ambiental del cuerpo de agua, un ecoparque con senderos ecológicos, miradores palafíticos y una zona para práctica de deportes náuticos y ciclovías embellecen la pantalla.

Proyecto del Ecoparque en la ciénaga de Mallorquín. Video: Alcaldía de Barranquilla.

A todo eso le llama “descubrir el tesoro oculto por décadas”, integrando el río Magdalena, el mar Caribe y la playa urbana de Puerto Mocho, desviando las aguas residuales a una planta de tratamiento para luego verterlas en el Magdalena, e implementando un sistema de vigilancia y conservación de manglares en Mallorquín.

—Cada vez que lo veo me emociono, esto es nuestro y lo habíamos olvidado, pero ahora lo vamos a recuperar y dinamizaremos nuestra economía. Hoy le podemos decir a nuestros visitantes que no solo tenemos río, sino que tendremos mar y ciénaga— agrega el alcalde Pumarejo, al finalizar el video y retomar la palabra.

980 hectáreas cubre el proyecto que abarca toda la ciénaga, una parte del tajamar occidental, la playa de Puerto Mocho, el corregimiento de La Playa y el barrio Las Flores. 80.000 millones de pesos es el costo de la primera fase del proyecto: el ecoparque entre Las Flores y La Playa, el cual planean iniciar la licitación y las obras para el segundo semestre de 2020, para finalizar el año con la inauguración de una parte del ecoparque, y con el saneamiento ambiental arrancando.

Maqueta virtual del ecoparque Mallorquín. Foto: Alcaldía de Barranquilla

Las otras seis fases en su orden de intervención serían la playa de Puerto Mocho, el paseo peatonal y tren eléctrico turístico del tajamar occidental, el saneamiento del recurso hídrico de la ciénaga de Mallorquín y del sistema natural como la cuarta intervención, el desvío y tratamiento de las aguas negras y vertimiento de las mismas al río Magdalena mediante un emisario fluvial, el freno de invasiones y de contaminación, y por último, la vinculación de la comunidad del corregimiento de La Playa al desarrollo del sector. El orden de prioridad de las fases parece estar invertido.

—En los próximos cuatro años este sueño lo queremos ver convertido en realidad. Hemos venido haciendo los estudios para el saneamiento de la ciénaga con nuestra empresa Triple A, pero lo importante para mí es saber y decirles que necesitamos su ayuda. Muchos de los que están aquí han luchado por esta ciénaga, por este río y por este mar…—.

El discurso del alcalde es interrumpido en ese momento por unas tres personas que claman y alzan sus manos a la derecha de la sala de cine, —…durante muchas décadas— contínua Pumarejo, —hablamos en campaña, hablamos cuando estábamos en la alcaldía pasada y conversamos con muchos de los sectores de pescadores y con la comunidad, y les he dicho, no vendan sus casas, aguanten un ratico, porque en unos años esos van a ser los barrios más codiciados de la ciudad— termina el alcalde tras una ovación, y se marcha a atender los periodistas en el recibidor.

Las soluciones a los vertimientos de las aguas residuales al arroyo León se harán en equipo con el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio. La playa de Puerto Mocho tiene como meta llevarla a bandera azul. Los barrios subnormales pasarán a tener acueducto y alcantarillado. La población de La Playa y Las Flores las formarán en tecnificación de la pesca y la siembra de alevinos, la preservación del ecosistema y la atención a los turistas, con capital para iniciativas microempresariales que les permita tener mayores ingresos y mejorar su calidad de vida.

Descrito así parece todo un sueño para una ecosistema tan vulnerado y una comunidad que lo ha padecido. La alcaldía expone recuperar las aguas de la ciénaga en un proceso de protección del medio ambiente y generación de turismo con criterios de sostenibilidad. Sin embargo, son más las preguntas que las respuestas las que se fraguan al salir de la sala de cine; ¿cómo será el saneamiento de la ciénaga?, ¿detendrán la contaminación y los puntos de vertimientos antes de proceder a sanearla?, ¿el foco ecoturístico será después o durante el saneamiento?, ¿qué pasará con la EDAR y qué hará la Triple A?, ¿habrá una planta de tratamiento con tecnología adecuada finalmente?, ¿cuál será el nuevo sistema de tratamiento de aguas residuales?, ¿cómo controlarán los contaminantes del río Magdalena que entran a Mallorquín?, ¿qué hay de la sedimentación y la erosión costera?, ¿de qué manera están involucrando a la comunidad aledaña y a la academia?, ¿qué papel juega la comunidad en todo esto?, ¿cómo medirán el impacto ambiental de la infraestructura?, ¿alterarán las rutas migratorias de aves y el hábitat de animales que anidan en Mallorquín?, ¿qué planean hacer con las personas que han invadido la zona circundante a la ciénaga?, ¿a dónde los trasladarán?, ¿qué pasará con Villa del Mar?… Hace falta leer la letra pequeña.

En medio de aplausos desencadenados por el espectáculo de una maqueta virtual en realidad aumentada, las mismas tres personas de hace un momento vociferan entre la multitud, pero esta vez parecen molestas. El sonido del video de fondo las opaca al comienzo. —Esto nunca falta en un evento así— comenta uno de los concejales a su compañero de asiento mientras intentan evacuar la sala. Alguna personas alegan que les den un micrófono, pero solo bajan el volumen de la proyección. Mientras la mayoría desciende hacia la puerta de salida, algunos periodistas y curiosos se quedan atendiendo lo que dicen los señores que agitan sus brazos con cada frase que reiteran.

—El alcalde habla de participación, cuando no ha sido así. Acá hay gente que vino de Mallorquín que no fue invitada y se enteraron por la prensa— añade uno de los ellos, docente de arquitectura de la Universidad del Atlántico, quien emana con más furor cada sílaba que pronuncia, —ese no es un tesoro escondido— continúa manifestándose, —lo tenemos aquí los barranquilleros; la comunidad y los pescadores han vivido muchos años luchando y no se le puede desconocer—. Una voz femenina amplificada se dirige a toda la audiencia y afirma que desde el 16 de enero el alcalde ha trabajado con la comunidad de Mallorquín, pero el señor sigue alegando que no está en contra del desarrollo.

En el recibidor de la sala de cine unas periodistas encienden sus grabadoras mientras un señor de tez morena les recalca que 700 pescadores están padeciendo muchos problemas por la contaminación de la ciénaga. —Mallorquín es uno de los cuerpos más contaminados y que presenta muchas dificultades, rellenos indiscriminados, contaminación por empresas químicas, la planta de tratamiento en El Pueblo, por eso el alcalde habló que la Triple A tiene que trabajar en conjunto con ellos, porque de nada sirve que se habilite ese ecosistema si el problema de alcantarillado continúa. Seguramente va a quedar como una tacita de plata. Desde campaña estamos en conversación con la alcaldía y vamos a realizar proyectos de ecoturismo. Queremos un cambio en la calidad de vida de nuestra gente— agrega el pescador y gerente de la Asociación de Pescadores de La Playa, Asoplaya, Jairo Palma.

Jairo Palma, pescador y gerente de Asoplaya, declarando sobre el proyecto en Mallorquín.

Las consideraciones acerca del proyecto son salobres como las aguas de Mallorquín. Ni muy saladas, pero poco dulces, hay de ambas opiniones. Las dudas afloran en varios sectores de la comunidad circundante a la ciénaga y en personas que han trabajo en pro de ella. Algunos deciden instaurar un derecho de petición liderado por la senadora Aida Avella para conocer a profundidad las implicaciones del proyecto, pero incluso a ella no le han dado respuesta. Mientras tanto, otros esperan y atienden las reuniones de la CRA y Barranquilla Verde para entablar diálogos y organizar proyectos de siembra de mangle.

Siembra de mangles con la participación de la CRA y Barranquilla Verde, un grupo de scouts, biólogos, y pescadores de la zona en el marco de la celebración del Día de los Humedales.

La respuesta de la Sociedad de Ingenieros Químicos del Atlántico para solucionar el problema de La EDAR son parques de agua. Si tienes más parques de agua tienes que canalizar menos. Son formas de mirar el medio ambiente distinto a la administración.

—La planta de pretratamiento que piensa construir la alcaldía con su afluente hacia el río en Las Flores no es la mejor opción, lo que buscamos con la acción popular es el desarrollo de una planta de tratamiento acorde a las necesidades de la ciudad que se definan por medio de un estudio. La EDAR se construyó en 1997 y Barranquilla ha crecido. Eso implica más casas y baños, más baños implica más materia orgánica. Los metales vienen de la industria y de lo que la gente echa en menores proporciones— argumenta Miguel Espinosa, abogado inmerso en procesos colectivos en pro de Mallorquín, que ha mantenido diálogo con la Sociedad de Ingenieros.

—Cuando Pumarejo está diciendo que va a recuperar la ciénaga con un parque ecológico tiene primero que sanear las aguas y gran parte de la cuenca hidrográfica suroccidental para que realmente funcione, porque toda la cuenca completa desemboca sus aguas en Mallorquín. Las actividades ecológicas y de ecoturismo se realizan en ecosistemas que no han sido sujetos de contaminación. Además, debe haber un estudio de impacto ambiental y un plan de manejo ambiental, porque a pesar de que Mallorquín ha sido afectada por actividades antrópicas la ciénaga es un ecosistema vivo. Se quiere que el proyecto trascienda a la academia y empiecen a hacer las preguntas pertinentes, y no que todo sea a la carrera— afirma Sergio Marimond, pescador y líder playero.

Eso es indiscutible, Mallorquín aún alberga vida, y es la gran preocupación para los amantes de las aves. Mallorquín, como humedal que es, cuenta con una ubicación estratégica que sirve de sala cuna a muchas especies como las aves que llegan a anidar y descansar de sus largos trayectos. Ramón Montes, guía de Atlántico Birding una entidad que realiza censos de aves acuáticas en Mallorquín, afirma que con este proyecto la línea costera del Atlántico queda obstaculizada para las poblaciones de aves residentes y migratorias.

Las aves anidan y descansan de sus largos trayectos en los mangles de Mallorquín.

—Mallorquín tiene varias especies migratorias y algunas en categoría de amenaza para residir. La presencia de deportes náuticos, edificios y turismo sin capacidad de carga genera un impacto ambiental y por ende un descenso en el número de especies que han sido reportadas en censos—, Montes considera que Mallorquín debe ser declarada área protegida como punto importante para la conservación de aves playeras en Colombia.

Realidad aumentada de la zona de avistamiento de aves del ecoparque. Foto: Alcaldía de Barranquilla.

Amín Ariza, biólogo y magíster en economía ambiental, enfatiza en que este ecosistema es estratégico y único para Barranquilla, y es el hábitat de un porcentaje importante de la avifauna del departamento del Atlántico. —Es de primordial atención la recuperación de la calidad del agua de la ciénaga y que se mantengan los lineamientos del turismo de naturaleza propuestos en la política nacional del Ministerio de Ambiente, de Comercio y de Industria y Turismo— reitera.

El proyecto del ecoparque sin duda representa un recelo entre los cuidadores de Mallorquín. Son más preguntas que respuestas para la comunidad, por lo que falta mayor diálogo por parte de la administración. Un infraestructura como la que piensan desarrollar en este ecosistema olvidado por las autoridades, y que ahora piensan rescatar por medio del turismo, es difícil de cranear sin que haya un mínimo impacto, sin rellenos, talas, el riesgo de acabar con focos de agua naturales y pozos subterráneos, y con la flora y la fauna que hacen de la ciénaga su hogar.

A pesar de la desidia de las administraciones pasadas hacia Mallorquín, esta no es un tesoro ignorado por todos. La ciénaga tiene a sus dolientes que la han defendido por años, logrando cambios pequeños pero significativos tras el poco apoyo de las autoridades. Sergio, Ivan, Esther, y Miguel los representan entre muchos otros. Sus vidas han estado conectadas con sus aguas estuarinas por diversas razones: lugar de nacimiento, la ciencia o por la defensa de los derechos. Las experiencias de vida de estos cuatro personajes alrededor del cuerpo de agua lo acercará un poco más a la problemática social y ambiental de la ciénaga desde las vivencias humanas. Estas son sus historias:

Sergio: por una historia de amor

“Para solucionar problemas de fondo hay que empoderar a nuestras comunidades. Para muchos quizás la ciénaga es de Asoplaya o de las organizaciones, pero no, es un problema en general. Tiene que abanderar la comunidad de La Playa y trascender a la academia, y de allí a la administración, a los diferentes barrios y municipios, porque nos afecta a Puerto Colombia, nos afecta a Galapa, Juan Mina, hasta Baranoa si revisamos la cuenca y vemos por donde drena. De allá llega porquería aquí y trasciende el departamento”.

“Considero que Mallorquín debe ser declarada área protegida así contaminada como está. Una declaratoria que le ponga punto final a todas las actividades que la están afectando y a partir de esa declaratoria iniciar un proceso de restauración y mitigación. No vamos a volver a tener lo que teníamos, pero el departamento y Colombia debe abogar porque en ese sistema se preserve lo que aún queda, y no termine en una mega poza de oxidación de una compañía con capital netamente extranjero”.

CONOCE LA HISTORIA DE SERGIO AQUÍ 

Iván León: un científico en Mallorquín

“El daño a Mallorquín ya está hecho, pero no es irreversible. Sanearla sería muy costoso. Se necesita dragar, retirar todo ese sedimento, y hay que saber dragar. Eso como acción interna, porque hay acciones externas como retirar las poblaciones marginales que viven en sus orillas, y el alcantarillado en La Playa y Las Flores . Si no se resuelven no estás haciendo nada. La solución pasa por una infraestructura que permita un tratamiento de las aguas residuales bueno y completo y con un buen manejo de los lodos orgánicos”.

“El futuro de la Mallorquín es incierto porque en el POT se aprobó que sus orillas van a ser intervenidas fuertemente desde el punto de vista urbanístico. La ciénaga es un ecosistema que no resiste eso. Podría permanecer el espejo de agua, pero sin vida. Eso no es un lugar para urbanizar ni para intervenir así. En sus orillas no debería haber población humana” .

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Pilar: la Ciénaga de los que la amamos

“Estos cuerpos de agua hacen vientos. Mueven la brisa y la brisa le mueve a ellos y eso da un frescor en Barranquilla. Cuando estaba esto lleno de monte Barranquilla era fresca. Con tanta construcción la ciudad se ha vuelto calientísima. Con demasiado pavimento y pocos árboles quisieron volver a Barranquilla en Miami. Ojalá no pavimenten a Mallorquín. La gente no tiene nociones de lo que va a perder, su vivencia, su cultura, todo porque La Playa sin agua no es nada”. “La tercera guerra mundial será por el agua. Será la última guerra en la tierra”.

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Miguel: cautivo de Mallorquín

“Lo que es un problema de agua residual se puede convertir en uno de aire. Para hacer un parque ecoturístico en Mallorquín antes de descontaminar debes parar la contaminación. Va a ser una zona turística y los microorganismos no se quedan en el agua. Una brisa y se va para el que esté ahí. Incluso aún hay niños que se bañan en Mallorquín. El olor son partículas que quedan en el ambiente. El agua contaminada residual huele a podrido. Eso es ácido sulfhídrico que en grandes concentraciones es tóxico. Si tú estás oliendo eso, uno, te está diciendo que el agua está contaminada, pero también te está diciendo que el medio que tú estás oliendo no es el agua, es el aire”.

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