Más que un escritor cualquiera de fantasía o ficción, Gabriel García Márquez, con el realismo mágico, fue capaz de hacer que los sucesos más extraordinarios se convirtieran en algo cotidiano, como se puede ver a lo largo de su obra.
En la gran mayoría de sus historias, los personajes se caracterizan por estar relacionados con la fantasía y la magia, por esa y más razones se puede afirmar que los seres sobrenaturales son los verdaderos protagonistas de la obra garcíamarquiana.
Fantasmas, espíritus atormentados con ideas obsesivas, seres entre la vida y la muerte, brujas y hechiceros son los personajes que pueblan las historias del nobel colombiano. Desde su primer cuento La tercera resignación, hasta su novela cumbre Cien años de soledad, García Márquez ha introducido seres fantásticos a historias donde su presencia no es algo fuera de lo común, sello del realismo mágico.
Si se busca el origen de la fascinación de Gabo por este tipo de historias basta con remitirse a su infancia, en la que su abuela Tranquilina Iguarán le contaba leyendas y relatos fantásticos típicos de la región donde los espantos y los espíritus eran los protagonistas. Sin embargo, el escritor necesitó leer la Metamorfosis de Kafka para saber que los seres mágicos que había imaginado gracias a los cuentos de su abuela podían protagonizar sus propias historias.
En su primer cuento La tercera resignación, un intento de Metamorfosis, García Márquez cuenta la historia de un hombre muerto en vida, o más bien vivo en la muerte.
“Estaba en su ataúd, listo a ser enterrado, y sin embargo, él sabía que no estaba muerto. Que si hubiera tratado de levantarse lo hubiera hecho con toda facilidad. Al menos “espiritualmente”. Pero no valía la pena. Era mejor dejarse morir allí; morirse de “muerte”, que era su enfermedad”.
Aunque el protagonista ha fallecido, eso no le impide tener conciencia de lo que ocurre a su alrededor ni de que su cuerpo conserve parte de su vitalidad gracias a procedimientos realizados por el médico.
En el cuento las personas no parecen sorprendidas ante la idea de un muerto vivo. Esta impasibilidad ante hechos sobrenaturales característica de García Márquez estará presente en muchos de sus cuentos y novelas.
Del mismo modo, en el cuento Eva está dentro de su gato, los seres paranormales son los protagonistas, pero en esta ocasión en una figura femenina y hermosa que se siente maldecida con su belleza.
“De pronto notó que se le había derrumbado su belleza que llegó a dolerle físicamente como un tumor o como un cáncer. Todavía recordaba el peso de ese privilegio que llevó sobre su cuerpo durante la adolescencia y que ahora había dejado caer — ¡quién sabe dónde!— con un cansancio resignado, con un último gesto de animal decadente”.
Hasta ese punto Eva bien podría tratarse de cualquier mujer para nada vanidosa que detesta sus atributos, sin embargo si se tiene en cuenta algunos fragmentos del cuento “Recordaba que había tratado de levantarse y que ya no estaba en su cama, que había desaparecido su cuerpo, que no estaban allí sus trece libros favoritos y que ella no era ya ella” es posible descubrir en Eva la figura de una bruja o una mujer capaz de salir de su cuerpo. Además de esto, el personaje pudo viajar a un mundo inmaterial e intemporal “Pero ahora, en su nueva vida intemporal, inespacial, estaba más tranquila. Sabía que allá, fuera de su mundo, todo seguía marchando con el mismo ritmo de antes”, pero agobiada por el antojo de comerse una naranja decide volver a su cuerpo para llevarse la sorpresa de que no podía regresar “Ahora estaba incorpórea, flotando, vagando sobre una nada absoluta, convertida en un punto amorfo, pequeñísimo, sin dirección”.
En un intento desesperado por no perderse en el olvido, Eva decide tomar posesión del cuerpo del gato que vive en su casa, pero sus esfuerzos son en vano.
“Como un insecto cuando pone en guardia sus antenas así orientó ella su energía por toda la casa en busca del gato. […] Los rincones de la casa le eran extraños; ya no eran aquellos oscuros rincones llenos de telaraña. El gato no estaba en ninguna parte”.
“Era como si sus arterias se hubieran poblado de unos insectos diminutos y calientes que con la cercanía de la madrugada, diariamente, se despertaban y recorrían con sus patas movedizas en una desgarradora aventura subcutánea…” ¿Acaso esos pequeños insectos que perturban al personaje no pueden ser las pulgas que molestan a los gatos?
Aunque nunca se menciona de forma explícita (pero se dan muchas pistas) de que Eva pudo poseer a su gato, el poder salir de su cuerpo a voluntad hace de Eva un personaje que se suma a la lista de seres extraordinarios que protagonizan las historias del Nobel.
En el cuento Alguien desordena estas rosas, el personaje ya no es un muerto vivo o una persona con capacidades fantásticas como Eva. En este cuento es un fantasma, sin ninguna relación física con su cuerpo, el que protagoniza la historia.
“Como es domingo y ha dejado de llover, pienso llevar un ramo de rosas a mi tumba. Rosas rojas y blancas, de las que ella cultiva para hacer altares y coronas. La mañana estuvo entristecida por este invierno taciturno y sobrecogedor que me ha puesto a recordar la colina donde la gente del pueblo abandona sus muertos”.
En este cuento, que está narrado desde la perspectiva del fantasma, es posible diferenciar los dos planos de la realidad. El de los vivos, plano donde vive la anciana que alguna vez fue amiga del protagonista y el “Más allá”, que es desde donde el personaje puede manipular los objetos físicos sin ser visto por las demás personas.
Aunque la soledad hacía parte de los días del personaje protagonista, todo cambió con la llegada de la mujer a la casa. Los días ya no se reducían a habitar los rincones de un lugar olvidado. Desde ese momento, la ¿existencia? de un ser giraría en torno a manifestarse a su amiga bajo el pretexto de robarle unas rosas para adornar su tumba.
El cuento finaliza con una posibilidad, casi esperanzadora, de un reencuentro entre el niño y la anciana, cuando esta haya muerto, en el que corrobore que el viento que desordenaba sus rosas no era nada más y nada menos que su amigo.
“Pero en cambio ella estará satisfecha. Porque ese día sabrá que no era el viento invisible lo que todos los domingos llegaba a su altar y le desordenaba las rosas”.
No se podría hablar de seres sobrenaturales en la obra de García Márquez sin traer en mención a personajes de sus novelas. En esta ocasión Prudencio Aguilar y Melquíades serán los personajes de Cien años de soledad que servirán como ejemplos.
En la novela, Prudencio Aguilar fue un hombre asesinado por José Arcadio en un duelo por poner en duda la hombría de este último. Luego de este incidente, Prudencio se presenta a los personajes en forma de fantasma, atormentando sus conciencias. Pero lo realmente sorprendente, es la serenidad de Úrsula y José Arcadio ante la aparición. En los personajes no hay horror, que sería lo común al ver un fantasma, sino lástima por aquel ser.
“Una noche en que no podía dormir, Úrsula salió a tomar agua en el patio y vio a Prudencio Aguilar junto a la tinaja. Estaba lívido, con una expresión muy triste, tratando de cegar con un tapón de esparto el hueco de su garganta. No le produjo miedo, sino lástima”.
El personaje de Prudencio es fundamental para los hechos de la novela, debido a que él es indirectamente el fundador de Macondo, al generar la marcha de los Buendía.
Por otro lado, un personaje que ha conseguido escapar a la muerte en repetidas ocasiones es Melquíades el gitano desharrapado que será el iniciador intelectual de José Arcadio.
“… la muerte lo seguía a todas partes, husmeándole los pantalones, pero sin decidirse a darle el zarpazo final. Era un fugitivo de cuantas plagas y catástrofes habían flagelado al género humano”.
Aunque al final del primer capítulo de la novela se anuncia la muerte del personaje, éste regresa de entre los muertos.
“El gitano iba dispuesto a quedarse en el pueblo. Había estado en la muerte, en efecto, pero había regresado porque no pudo soportar la soledad. Repudiado por su tribu, desprovisto de toda facultad sobrenatural como castigo por su fidelidad a la vida, decidió refugiarse en aquel rincón del mundo todavía no descubierto por la muerte, dedicado a la explotación de un laboratorio de daguerrotipia”.
Sin lugar a dudas, Melquíades es un personaje de gran aura sobrenatural cuya mención es necesaria si se quiere destacar la presencia de seres sobrenaturales como los protagonistas de la obra del escritor.
Es innegable la presencia de los personajes sobrenaturales en muchos de los cuentos y novelas de García Márquez. Gracias a los relatos fantásticos que lo ayudaron a desarrollarse como el escritor fascinante que fue, muchos de sus personajes (incluso aquellos que parecen los más apegados a la realidad) presentan alguna característica de origen sobrenatural.
Son estas cualidades fantásticas y mágicas las que harán posible que un niño siga desarrollándose incluso después de muerto, o que una mujer salga de su cuerpo en busca de poseer un gato. Ni siquiera la muerte parece ser un límite para los espíritus que se manifiestan para atormentar las conciencias de los vivos o simplemente para robar unas rosas. Todos los fantasmas, brujas y alquimistas que merodean en los cuentos y novelas de Gabriel García Márquez son la prueba de que los seres sobrenaturales son los verdaderos protagonistas de las historias marcadas con el sello del realismo mágico.