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Por: Delfina Chacón/ Foto: Laura Pacheco

Los deportes tienen un impacto definitivo en la vida de las personas: crean unidad, promueven valores y generan orgullo. Por lo tanto, todos los atletas, administradores, entrenadores, oficiales y simpatizantes que participan en las Olimpiadas Deportivas 2017, asumen la responsabilidad de asegurar este componente grupal: que la competencia sea divertida y justa para todos.

La práctica de los deportes se convierte en una herramienta para educar y promover los valores, fiel reflejo de las conductas del diario vivir, pues ningún deporte hace que el deportista se transforme, sino que saca lo que siempre es. La honestidad, el autocontrol, el respeto, la alegría y la amistad son los cinco valores más importantes que se promueven en la ética deportiva. El trato hacia los contrincantes determina el sentido ético de cada jugador. Si un deportista valora a los demás, será considerado en cada disputa y jugará con lealtad.

Frente a esto, la Coordinadora de Deportes y Recreación de Bienestar Universitario, Ivón Marrero, es plenamente consciente de que el deporte es un espejo de los valores de los deportistas y un laboratorio formativo. Por eso, sostiene que desde el deporte “los estudiantes cultivan conciencia sobre la importancia de hacer las cosas como deben hacerse”. Ivón es clara al señalar que el deporte es un ejercicio “lúdico y vivencial”, el cual educa mientras los estudiantes juegan y aprenden la necesidad del autocontrol y la superación ante la adversidad.

Un jugador sin estas características no reconocerá la importancia de los oponentes, al igual que no le dará ninguna importancia al bienestar de su contrincante. Tener los valores presentes en el ámbito deportivo es totalmente importante porque allí se mezcle la competencia, la camaradería con el rival y los vínculos como comunidad universitaria.

A veces hablar de los deportes y las misiones de las competencias es abstracto, por eso hay que ponerles el micrófono a los y las protagonistas. Para eso busqué a Daniela Alonso, participante del equipo de fútbol femenino del programa de Comunicación Social y Periodismo. Daniela afirmó en competencia lo que Ivón contó en palabras fuera de las canchas. La jugadora dijo: “En nuestro caso, todas intentamos mantener la alegría si ganamos o perdemos porque somos conscientes de que jugamos limpio”. Sus palabras no pueden ser más contundentes: la derrota o la victoria son aleatorias, pero la ética es innegociable.   

El espíritu deportivo tiene como enfoque la competencia saludable, lo que se une al cultivo del honor personal, la virtud y el carácter. Esto contribuye a un ambiente de respeto y confianza entre competidores. “Considero que los deportes de conjunto te enseñan a tener respeto y tolerancia con tus compañeros y el otro equipo”, comentó Moisés Cabeza, integrante del equipo de voleibol masculino y participante de taekwondo.

Así, las Olimpiadas muestran, entonces, que una victoria sin honor y ética deportiva, es una simple victoria en el campo, pero una derrota en la vida. En suma, y desde el primer día de competencias, el deporte, como Uninorte, forma para la vida.  

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