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Por: Steffy Lorens Riquett Bolaño

Cubierto por el olvido, con la mente tan nublada como Barranquilla en un amanecer, Milton Castro Herrera se levanta de su cama a las cinco de la madrugada todos los días a realizar su trabajo como chofer escolar de niños. Luego de eso, Milton llena sus tardes de preocupación y esfuerzo al intentar encontrar una forma de ganarse la vida para cubrir sus necesidades más básicas. Algunas noches,  este hombre recorre un trayecto de su casa al hospital para poder realizarse una diálisis de hasta seis horas. Este trayecto, en realidad, representa para él un hilo salvador entre la vida y la muerte.

Milton comenzó su carrera deportiva en compañía de sus hermanos a los 10 años, incentivado por su padre que pensaba que “los estudios debían ir de la mano con la actividad física”. De no haber sido por esta idea, el gran talento de Milton jamás hubiese sido descubierto. Hoy en día, después de tantos años,  este ex deportista aún agradece a sus padres por haberlo apoyado en todo, inclusive cuando el Taekwondo no era tan reconocido en el país.

Una de los aportes más importantes que el Taekwondo ha hecho a la vida de Milton es enseñarlo a nunca desfallecer y afirma que “el Taekwondo me ha enseñado a ser un guerrero. Antes era un guerrero cuando competía y ahora soy un guerrero de la vida”. Estas palabras dejan en claro sus ganas de salir adelante a pesar de la tristeza y la decepción que carga en su corazón.

Uno de los reconocimientos más destacados e importantes en su vida deportiva fue su excelente participación en los Juegos Olímpicos de Sydney, Australia. Milton estaba a punto de alcanzar el mayor logro para su carrera, sin embargo, los resultados no se dieron como él lo esperaba. Tiempo después, decide marcharse a Estados Unidos donde tampoco vivió una temporada fácil: “Me tocó trabajar en construcción, me tocó lavar carros y trabajar de seguridad en discotecas”. Todo esto persiguiendo su próximo objetivo que era pelear Artes Marciales Mixtas. Una vez que alcanza una  estabilidad dentro de ese país, se une a una académica mexicana donde entranaba a casi 80 niños. Es a partir de este momento donde su vida toma giro inesperado: “Un día fui a un campeonato con mis alumnos y me di cuenta que no estaban haciendo las cosas bien. En ese momento pensé que la única forma de mostrarles a ellos las cosas como se las he venido enseñando, es haciendo que ellos me vean. Decidí volver a competir. Tenía la plena seguridad de que ganaría a pesar de no tener la misma edad de antes”. Fue en ese momento donde Castro tuvo que someterse a exámenes de sangre y, además, a enfrentarse con la terrible realidad de que su tiempo en el Taekwondo había terminado. “Comencé a entrenar durísimo. Estaba súper bien. Cuando llegué a la cita médica mi presión estaba alta (…) Luego me hicieron el examen de sangre y encontraron un alto contenido de potasio. Nunca en mi vida había sufrido de algo. Pensé que iba a ser menos grave pero me dejaron hospitalizado por 20 días”. Las palabras que le dieron los médicos en ese momentos fueron más terribles aún:“En Texas tenemos la pena de muerte para los crímenes más atroces. A esas personas se  les coloca una inyección letal; el último contenido de esa inyección es un alto contenido de potasio para que el corazón se le paralice y no sienta dolor. Ese nivel de potasio lo tiene usted en su cuerpo”. La enfermedad detectada en su organismo tiene el nombre de  Glomerulonefritis membranoproliferativa, que hace que el riñón trabaje de forma inadecuada y que en vez de eliminar las tóxicas de su cuerpo, elimine las sustancias que este necesita.

Con sus sueños y planes a futuro destruidos, Milton tuvo que regresar a Colombia para recibir atención médica lo más pronto posible puesto a que en Estados Unidos su estatus legal no se lo permitía. Para su sorpresa, la indiferencia que presentaron los entes deportivos colombianos  frente a su padecimiento fue inesperado. A pesar del paso de los años, la situación aún es la misma: “Desde que llegué a Colombia ha sido una total odisea. Milton Castro vive de las limosnas de los demás. Milton Castro vive de lo que pueda hacer en el día. Milton Castro vive a veces de amigos humoristas como Joselo, Lucho Torres y el Compae Lencho, que me ayudan a hacer unos shows humorísticos. Además hago rifas y vendo pasteles, pero el diario vivir es el que me acaba todo. A veces necesito otras medicinas para poder sobrevivir. A veces voy a las diálisis de seis horas y debo devolverme a pie porque no tengo para los pasajes”.

 

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Foto recuperada de la galería del entrevistado

Desde ese entonces el único campeón mundial de Taekwondo de Colombia le ha tocado las  puertas a todos los que alguna vez representó nacional e internacionalmente con orgullo, pero sólo consigue lo que él llama “pañitos de agua tibia”, pequeñas colaboraciones económicas que buscan apaciguar su desespero, pero no brindarle una solución definitiva. Lo más duro del caso es que en este momento tan crítico de su vida no cuenta con la ayuda de nadie, sin embargo, Milton siempre tiene consigo recuerdos de su pasado. “Cuando era un deportista todos se sentaban a mi lado.  Mis amigos venían a mi casa constantemente. Ahora no me saluda ni mi entrenador. Yo pienso que Colombia y el Estado debería devolverme un poquito de lo que yo hice por mi país”. Estos y algunos otros reclamos más son los que llenan a  Milton de nostalgia. Pasar de la fama y el éxito al olvido y la agonía hace que a  su enfermedad se le añada otro peso más.

A pesar de todo esto, Milton ha llevado sus amplios conocimientos en este campo deportivo a su vida personal actual. El Taekwondo, más allá de ser combates y poomsae, lleva consigo una filosofía marcial. Milton afirma que “La parte marcial es muy importante. Siempre recuerda que el ‘Do’ es el camino y ‘Tae’ ‘Know’ puño y patada. Uno tiene que abrirse caminos en la vida a punta de puños y patadas, pero no literal, sino enfrentando las situaciones. Yo busco alguien que me de la oportunidad de ganarme la vida y que además me de la flexibilidad de ir a mis diálisis. Yo dependo de una máquina para vivir. Si no me hago la diálisis me muero”.

Es tanta su pasión por este deporte que inclusive, cuando se le pregunta qué haría con su vida si llegara a aparecer un donante apto para él, Milton no dudaría en seguir dedicándose a este, por lo cual expresa: “Creé un sistema nuevo de entrenamiento que no se lo he comentado a nadie porque esperaba patentarlo. Mi sueño es crear una académica bajo mi nombre donde implemente este sistema. Me gustaría poder colocar  con orgullo ‘Academia de Artes Marciales Milton Castro. 35 veces campeón nacional’. No quiero que se escuche arrogante o poco modesto, pero simplemente así es. Ese es mi record”

Twitter: @steffyriquett35

 

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