Por: Rafael Galeano
En el año 1986 cuando Mónica estaba cursando su último año de bachillerato llega como nueva profesora de danza a la institución donde había estudiado quien ese momento era una de las bailarinas del Maestro Carlos Franco buscando entre las jóvenes de la institución nuevos bailarines para la escuela de danza donde ella se encontraba.
“Decidí ir a una audición con unas amigas del colegio, fuimos para la casa, llegamos a la escuela y cuando estábamos entrando vi a una persona que bajaba la escalera vestido de blusa enteriza negra con una gran cantidad de discos longplays de folclor debajo del brazo ese era el Maestro Carlos Franco, una vez él baja comienza a colocar las diferentes músicas y anuncia que va a empezar la audición, en esos momentos alguien que también estaba asistiendo a la audición me decía que yo no cumplia el perfil de la escuela porque a Carlos Franco le gustan las mujeres negras, altas, delgadas y de cabello largo y que yo no cumplia con ninguno de esos atributos además la única experiencia que tenía en danza en ese tiempo eran la de las iniciativas escolares”, comparte.
“Esa audición que fue cerca del mes de septiembre y al final de mes llegaron las cartas al colegio con la profesora, nos dice que tenía las cartas de los que habían quedado y los que no habían quedado en la audición, no nos frustramos los que no quedaron que estaba la oportunidad de asistir a la academia y podíamos pagar una mensualidad, yo me dije a mi misma que pagar una mensualidad no era posible porque yo vengo de una familia donde mi abuela que me crió no tenía ningún tipo de aprobación acerca de nada que tuviera que ver con el arte, yo era el fenómeno de esa familia porque me gustaba el baile, llega la carta a mis manos y para mi sorpresa cuando la abro con la firma de Carlos Franco que dice que fui aceptada en la audición”, recuerda.
Mónica en contra de todo pronóstico posible logra dar su primer paso en lo que sería el mundo de la danza folclórica cambiando para ella toda su historia hasta ese momento.
Tomar una decision
Después de su ingreso a la universidad en la carrera de Educación Física y comenzar a trabajar en un almacén como vendedora de mostrador surge la primera gran decisión en la vida de Mónica.
“Todo surge mi primer viaje y cuando me toca que pedir permiso en mi trabajo para asistir mi jefa me dice, o tu trabajo o la danza, pues obviamente escogí la danza y me quedé sin trabajo, en ese entonces Carlos me dijo bueno no hay problema vente a trabajar conmigo y ahí es cuando empieza un rol distinto para mi que era ser su asistente y aprender de él”, comenta.
A partir de este momento comienza la incursión de Monica como Maestra en la dirección y la coreografía la desarrolla gracias a la fundación de “La Corporación Cultural Barranquilla”.
“Comencé a desarrollar todas mis posibilidades creativas tratando de encontrar mi propio estilo tratando de desprenderme del estilo de la escuela de la cual provenía porque quería tomar un poco de distancia del estigma de hacer todo como el maestro Carlos Franco lo hacía. Más tarde en el año 1998 nace la obra “pasión delirio y muerte de un gozo” siendo esta la primera vez que formamos un equipo con un director de teatro, un director de música, un libretista, un director de vestuario y hacemos una propuesta escénica que combinó lo teatral con lo danzado”, comparte.
Como una Maestra
“Yo soy de la corriente del pensamiento de la pedagogía crítica, pienso que el estudiante no es un alumno, es decir que la relación de formación no puede darse de manera unidireccional. Nunca pensar en un bailarín como un alumno ya que esto sería considerar que no tiene luz propia, que no es capaz de proponer algo, que no tiene posibilidades de crear sino de repetir y ese discurso he tratado que los bailarines con los que trabajo lo asuman”, afirma.
En esta preocupación Mónica incursiona en la creación de una carrera profesional de danza y tratando de mostrar sus pensamientos acerca de aquello que ella pensaba de la danza.
“Escribí de un libro llamado “La Danza conceptos y reflexiones” que se basaba en plasmar la experiencia de tener un grupo, como dirigirlo, como tener una propuesta a escena, como formar en la danza de acuerdo a cada edad, fue una cosa bajo el punto de vista pedagógico muy básica pero sentí que había la necesidad de hacerlo. En mi siguiente libro “Los procesos de formación en danza” evidenció cómo es que enseñan las agrupaciones del carnaval, las escuelas de danza, las corporaciones culturales como ensañan danza, que eso me permitió a mi develar que obviamente el modelo pedagógico en el cual estamos todos inmersos tiene que ver con un modelo pedagógico que viene de los modelos tradicionales de esa pedagogía unidireccional, católica donde todos son receptores y el que tiene la verdad es el maestro”.