Por: Alicia Méndez, Angelica Paternina y Mariana Vergara
Cada aguacero en Bocagrande y Castillogrande no solo inunda calles, también revela un fracaso histórico: años de ingeniería ignorada y promesas ahogadas. No es la lluvia la que colapsa la ciudad, es la negligencia convertida en costumbre.
El proyecto de las “Válvulas pico de pato”, presentado como la solución definitiva al problema de las inundaciones en 2015 durante la administración de Dionisio Vélez, terminó erosionando aún más la confianza de los residentes en la capacidad de sus gobernantes para enfrentar la emergencia hídrica.
“Las válvulas pico de pato no han servido para nada” cuenta Jesús Puello Chamie, actual presidente de la Junta de Acción Comunal de Castillogrande y presidente de la Sociedad de Ingenieros y Arquitectos de Bolívar. Explicó que las válvulas son ineficientes en el drenaje del agua estancada hacia la bahía lo cual ha causado daños millonarios en vehículos, viviendas y vías, además de generar focos de contaminación y malos olores.
Asegura que la situación es especialmente crítica durante las temporadas de lluvia y marea alta, cuando el agua permanece represada en la calle por días, afectando la cotidianidad de los residentes y de la población flotante.
Estas válvulas, también conocidas como Válvulas Duckbill o Tideflex TF-1, fueron instaladas hace casi 10 años en el paseo peatonal de Bocagrande con el propósito de “mejorar el sistema hidráulico de aguas lluvias hacia la bahía” como manifestó un comunicado de la Alcaldía Mayor de Cartagena publicado en 2015.
El proyecto consistió en la sustitución de 28 puntos de tubería existente de asbesto cemento por una nueva en material PVC que buscaría mejorar la eficiencia hidráulica de las tuberías y así evitar el estancamiento de aguas en las vías.
De acuerdo con la Contraloría Distrital de Cartagena de Indias, en 2015 se celebró un contrato entre el Distrito de Cartagena de Indias y la empresa Unión Temporal Ruta Caribe por más de $8.668 millones de pesos, para la construcción del Paseo Peatonal y Ciclovía de Bocagrande y Castillogrande, el cúal incluía la instalación de las válvulas Pico de Pato.
En el recibo final de obras se reportaba que las Duckbill habrían tenido un costo de $1.378 millones de pesos. Sin embargo, las facturas generadas por el proveedor de las válvulas, la empresa B&V INGENIERÍA, evidencian que el contratista Unión Temporal Ruta Caribe había adquirido las válvulas a un precio menor a lo estipulado en el presupuesto.
Estas válvulas fueron compradas por un valor real de $673.968 millones por lo cual la Contraloría Distrital de Cartagena de Indias determinó un presunto hallazgo fiscal por la suma de $704.162 millones de pesos. El interventor de este contrato, Edgardo Martínez Pareja, no reportó la diferencia de precios entre el presupuesto y la realidad, lo que dejaría en evidencia una falta de gestión en la interventoría y supervisión del contrato.
A pesar de la millonaria inversión y la manipulación de los dineros, las Pico de Pato no resolvieron el problema y las inundaciones continuaron. La instalación de estas válvulas beneficiaría principalmente a los barrios de Bocagrande y Castillogrande, los cuales hasta la fecha experimentan inundaciones constantes, en palabras de Andrés Rico, presidente de la Junta de Acción Comunal, las constantes inundaciones se deben a la insuficiencia del sistema de drenaje, la obstrucción de las alcantarillas y la baja altitud del sector frente al nivel del mar.
La inestabilidad política, un bache en el camino hacia la solución
Cartagena de Indias ha tenido 12 alcaldes en los últimos 13 años. Esta inestabilidad ha obstaculizado la formulación y ejecución de proyectos que permitan mitigar el problema de las inundaciones de manera sostenible en el tiempo.
Puello Chamie advirtió que las válvulas pico de pato debían estar sometidas a un monitoreo constante y a un mantenimiento semestral para asegurar su funcionamiento adecuado. Señaló que, al estar expuestas al agua de mar, los equipos corrían un alto riesgo de corrosión debido a la salinidad, lo que podía comprometer su operatividad en poco tiempo. Cuenta que estos requerimientos técnicos fueron ignorados administración tras administración, lo que contribuyó al fracaso del sistema.
Inundaciones Pluviales
Las inundaciones pluviales son una amenaza creciente y persistente, alimentada por lluvias intensas y atípicas, cada vez más frecuentes debido al cambio climático. Estas precipitaciones superan la capacidad de evacuación del agua en muchas zonas urbanas de Cartagena. Aunque la ciudad cuenta con 29 cuencas que drenan hacia la Ciénaga de la Virgen, su sistema de drenaje pluvial se ve seriamente limitado por la falta de mantenimiento, el crecimiento urbano desorganizado y la reducción de áreas naturales de absorción.
Un informe de predicción del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) plantea que para octubre del 2025 en Bolívar pueden esperarse volúmenes de lluvias superiores al 20% por encima de los promedios históricos en la región y entre 10 y 30% en el mes de noviembre. Para Puello, el problema pluvial en Cartagena exige una intervención estructural en los sistemas de drenaje, una mejor planificación urbana y medidas de adaptación frente al cambio climático.
Un informe de predicción del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) plantea que para octubre del 2025 en Bolívar pueden esperarse volúmenes de lluvias superiores al 20% por encima de los promedios históricos en la región y entre 10 y 30% en el mes de noviembre. Para Puello, el problema pluvial en Cartagena exige una intervención estructural en los sistemas de drenaje, una mejor planificación urbana y medidas de adaptación frente al cambio climático.
Mareas altas
Las inundaciones por marea alta en Cartagena también se han convertido en un fenómeno recurrente que afecta gravemente a varias zonas de la ciudad. Desde noviembre de 2022, se ha observado un incremento sostenido en el nivel de la marea, superando los promedios históricos y generando afectaciones visibles en la infraestructura urbana costera. Este fenómeno, sumado al ascenso progresivo del nivel del mar por el cambio climático, aumenta la exposición de la ciudad a inundaciones costeras más frecuentes y severas, causando estropicios de toda índole.
“Cuando el agua del mar entra a las calles, nos daña a todos los vehículos. Aquí tenemos que estar, semestralmente por lo menos, llevando los vehículos a cambiar repuestos y a pintarlos por debajo, porque están semidestruidos, semi corroídos”, afirmó Jesús Puello Chamie.
Una historia entre miles
Jóvenes como Raymundo Méndez, estudiante de la Universidad Tecnológica de Bolívar, ven su rutina diaria afectada por las inundaciones cuando las lluvias y la marea alta confluyen. Cada madrugada, sacrifica horas de sueño para salir con antelación de su casa, consciente de que las calles posiblemente anegadas dificultan el paso de los buses y generan largos trancones. Este estancamiento de agua incesante provoca retrasos, bloqueos y dificultades de acceso al transporte público como el Transcaribe, su medio de transporte
¿Qué sigue para la ciudad?
Un comunicado de prensa emitido el 7 de enero de 2025 por la Alcaldía de Cartagena respaldó la puesta en marcha de un plan integral para combatir la intrusión de agua de mar en el Centro Histórico, Bocagrande, Castillogrande y Laguito. El proyecto contempla la instalación de nuevas válvulas tipo “pico de pato” para impedir el reflujo de agua durante las mareas altas, la implementación de motobombas para evacuar grandes volúmenes de agua acumulada, la construcción de esclusas que regulen el flujo hídrico y la rehabilitación de los paseos peatonales afectados por la humedad y el deterioro. En este comunicado, se afirmó que el plan estaría proyectado para iniciar dentro de dos meses, es decir en marzo de 2025.
No obstante, en abril del presente año, el presidente de la Junta de Acción Comunal de Bocagrande señaló que, aunque sí se habían reunido con el alcalde para discutir dicho proyecto, aún no se había concretado el plan y que se iniciarían los estudios preliminares para evaluar posibilidades.
Cartagena retoma una de sus intervenciones más esperadas: el Malecón del Mar y las obras de protección costera, que fueron detenidas por más de un año y medio. Sin embargo, el alcalde Turbay, en un comunicado de prensa, anunció su reactivación en diciembre de 2024.
El alcalde Dumek Turbay confirmó, en otro comunicado de la Alcaldía, que la Fase 1 del Proyecto de Protección Costera avanza en un 88,51 % y será entregada en diciembre de 2025.Esta obra busca mitigar la erosión, recuperar playas y acabar con las inundaciones por lluvias en la avenida Primera de Bocagrande.
Hasta el momento, las posibles apuestas por contrarrestar el problema se mantienen en supuestos, que solo el tiempo y las calles dirán si finalmente lograrán atender de manera efectiva esta recurrente inquietud ciudadana. Lo que sí está claro es que la histórica desidia institucional frente al manejo de las inundaciones ha retrasado obras necesarias, exponiendo a miles de ciudadanos a riesgos evitables, la situación es grave.
De acuerdo con el Observatorio Ambiental de Cartagena de Indias, de no tomarse ninguna medida de adaptación, para el 2040 el 27,5 % de la población y el 26,2 % de las viviendas de la ciudad se inundarán.
Si no hay una pronta gestión garantizada por las administraciones locales, los planes se quedarán en el papel, la crisis se prolongará indefinidamente y Cartagena se mantendrá bajo el agua a pesar de las millonarias inversiones realizadas.
Un sueño colectivo
“Le vamos a devolver todos los impuestos que han ayudado a mantener a la ciudad, con este proyecto que busca la mitigación de las inundaciones y zonas recreativas para la comunidad” el ambicioso proyecto presentado el 3 de junio del 2025 supone un sueño para Bocagrande y Castillogrande.
Con la instalación de sistemas de box culverts, estaciones de bombeo y recolectores estratégicos, se plantea una solución técnica robusta para un problema que ha sido históricamente ignorado por distintas administraciones.
En medio de los desafíos técnicos, el componente urbano y social del proyecto, como la recuperación del paseo peatonal, los parques y la integración de una cicloruta familiar refuerza el sentido de pertenencia ciudadana y la proyección de Cartagena como ciudad global. No se trata únicamente de prevenir inundaciones: es una visión de ciudad moderna que dignifica el espacio público y lo pone al servicio del bienestar colectivo.
Frente al avance imparable del aumento del nivel del mar y los eventos climáticos extremos, Cartagena parece dar un paso decisivo hacia un urbanismo de adaptación y mitigación, con el potencial de convertirse en referente nacional e incluso regional en la gestión de ciudades costeras vulnerables.
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