Por: Rochell de Oro
Barranquilla inmortalizó su Carnaval. Y no solo en el corazón de los barranquilleros, ni en el de los turistas que, una vez asisten, se enamoran de la magia de las festividades, sino en un lugar destinado para albergar las fiestas durante los 361 días restantes del año, el museo del Carnaval.
Una vez que a la inmensa Vía 40 retornen los trabajadores de las diversas empresas ubicadas en el sector y la movilidad vehicular de la ciudad de Barranquilla, el Carnaval se muda de hogar. Un área aproximada de 1.320 metros cuadrados reunirá lo mejor de las festividades carnestolendas y le permitirá a locales y visitantes disfrutar de los colores, la alegría y la magia que se desborda en el cumbiodromo y distintos escenarios de la ciudad durante los carnavales.
La aventura carnavalera
A lo lejos, se observa la majestuosidad de la infraestructura. El sol descansa sobre ella y la mezcla de colores se hacen más brillantes, igual que en pleno desfile de la Vía 40, con el sol adornando a las comparsas.
El camino se recorta, la casa más alegre de Barranquilla desaparece de la vista de los transeúntes y las puertas del museo le dan la bienvenida a sus visitantes.
Color, es la primera característica que los globos oculares logran captar. Tradición e historia. Majestuosidad e intriga. Siguen apareciendo más adjetivos en la mente. Los guías dan la bienvenida y la aventura inicia en las alturas.
En el tercer piso, se cuenta nuestra historia. La historia de nuestros ancestros, aquellos que con su valentía se consagraron como comparsas o disfraces característicos de las fiestas. Los que merecen ser recordados por defender sus tierras, sus costumbres y su gente.
Tal como la Danza del Paloteo, colorido ‘combate’ folclórico, quienes en el Caribe colombiano hacen alegoría a la lucha de criollos para independizarse de los españoles. Sin embargo, en Europa la danza se realizaba con el propósito de cosechar fertilidad y favorecer cosechas. Pero en nuestras tierras tomó un giro distinto, adaptándose a las necesidades de los nuestros.
Al igual que ellos, se observa el trasfondo de los Diablos Arlequines, el Garabato y el dios Momo.
Además de ello, se puede viajar por el mundo y disfrutar de sus respectivos carnavales a través de pantallas dinámicas. De esta manera, ver cómo el Carnaval de nuestro país se ha nutrido de las distintas celebraciones que tienen lugar en el mundo.
Es decir, en esta etapa del museo podrás sumergirte en la historia, viajar al pasado, nutrirte del mundo y conocer el trasfondo de las festividades.
Continuando con el recorrido, se encuentra el piso de las reinas. Allí la magia y el talento sobrepasan todos los niveles. La majestuosidad de los diseños se roba la mirada y los suspiros de quienes se mueven por sus pasillos.
Los vestidos gritan carnaval. Sus hilos, canutillos, plumas, lentejuelas, traen impregnados consigo el calor de la Vía 40 y las ovaciones de los asistentes. Pero sobre todo, el sabor de la soberana que lo portó. Traen sus movimientos, su baile, su entrega y el homenaje que a través de ellos le brindaron a Barranquilla.
Así como también se evidencia el sudor de su diseñador, su esfuerzo, talento y dedicación. Esta sala es mágica e incluso algo paranormal. Porque puedes sentir a cada reina allí, portando su vestido.
La sabrosura, el desorden y la irreverencia de Marcela Garcia Caballero. Así como también el porte, la elegancia y serenidad de Lucía Ruiz Armenta, a quien le pertenece el vestido más antiguo en la sala.
El fuego y la pasión de Valeria Abuchaibe. El amor por la tradición, el mar y el río de María Isabel Dávila Clavijo. Y así, una a una de las muestras artísticas que se encuentran en esta sala dejan en evidencia las características de quienes las portaron.
Llegando al descenso de la aventura se encuentra ‘La Batalla de Flores’, sala que albergará en su interior a la carroza ganadora de cada año. Y que con un proyector muestra los mejores momentos del que podría ser el evento más importante del Carnaval.
Al finalizar el recorrido, dos sentimientos tienen lugar en los visitantes. Orgullo y agradecimiento, porque ahora sí es cierto que Barranquilla estará de Carnaval todo el año. Que el goce, el disfrute y la alegría estarán encapsulados en un lugar más pequeño pero con la misma fuerza de siempre, esperando a los visitantes, para que estos comprueben que si bien quien lo vive es quien lo goza, quien lo conoce lo atesora.
Fotos: Archivo