Este Junior promete cada día más.
Quizás permanezca aún en deuda en partidos que juega de visitante, pero por lo menos cuando se exhibe en el Metropolitano, se da el lujo de deleitarse con los cánticos de las tribunas, sabe que los aplausos responden a la complacencia que despierta, y convierte goles. Y que le haya hecho tres al Nacional de Medellín, en un primer partido de una eliminatoria directa hacia la Copa alterna -no es la Liga Betplay, ya sabemos- no deja de ser estimulante. Es una sonrisa doble la que produce.
Fueron dos goles de cabeza. Suelen ser anotaciones que, cuando son propias, lucen como obras de arte, de inteligencia, de viveza, virtud pura del delantero. En cambio, cuando son del contrario (o del equipo en contra del cual nos ubicamos, pues), se advierten como fallas de marca, de salida, de distracción. “Estaba solo Tutunendo, qué pasividad, los defensores dormían, no lo referenciaron” se le oyó decir a Carlos Antonio Vélez desde el Olimpo donde habita.
Avanzaba el minuto 34 del primer tiempo. Los verdes danzaban al toque del tiburón. El “viejito” Carmelo, que por momentos mostraba las incertidumbres propias de los verdaderos ancianos, logró darle un pase a la izquierda a Freddy Hinestroza. Quizás “logró” no sea del todo cierto: en la tembladera que tenía le salió ese pase. Hinestroza se la centró y él apareció, como surgiendo de una lámpara frotada, y cabeceó frente a los brazos extendidos del arquero Aldair Quintana.
Es claro que mientras no se recupere Uribe, y mientras Bacca no esté a tono, el técnico Juan Cruz Del Real tiene que echar mano de él. De pronto, no mete miedo, pero ahí está el caballero y sigue marcando goles. Su destino será el de salir en algún momento del segundo tiempo, y darle paso a Bacca. Lo que ha logrado hasta ahora el viejito, sin embargo, es que parte de los aplausos que cubren las tribunas cuando entra el gran Peluca -así le dicen en su natal Puerto Colombia- también son para ‘Tutunendo’ apodado así porque ese el nombre de su corregimiento natal en el Chocó.
El cuento de los otros dos goles -un penalti convertido por el emergente Edwin Cetré al minuto 59, y un cabezazo de Nilson Castrillón al minuto 86- es del mismo sello afrodescendiente, y también para Vélez y el resto del Olimpo, más consecuencia de fallas verdes que de virtudes rojiblancas, pero ya sabemos cómo es eso.
No obstante, filias y fobias apartes, la impresión que deja el Junior, que este 28 de julio por la noche ganó en el Roberto Meléndez de la Ciudadela, es la que de algo está funcionando bien con ese esquema de cinco mediocampistas en línea y dos centrales a lo Beckenbauer. Luce un tanto riesgoso y agresivo, y es bastante exigente en lo físico cuando el ataque contrario obliga a reordenar las cosas en la retaguardia, pero funciona bien. Es decir, ¿cuántas veces llegó el Nacional con peligro? Dos o tres. Y la idea es poder contenerlas en su momento, como se hizo. Por fortuna el gran Juan Sebastián Viera -que ya no da papaya para que se piense que usa lentes de contacto- aún se ubica bien y responde mejor que cualquier muchacho. Bueno, para eso le pagan.
Luce un tanto desorientado Yesus Cabrera. El argentino Sambueza ya no es más de ahí: ser coterráneo de Babington, Maradona, Messi y de Dybala no representa absolutamente nada en su caso. Unos han entrado, y otros han salido de la titular para beneficio del equipo. Se nota mucho la ausencia del venezolano Luis ‘Cariaco’ González (apodado así, también, por su lugar de nacimiento), pero hay sujetos en la banca muy prometedores, como Deossa. En general, bien los cambios.
Silbatina constante para Jarlan Barrera -tomado como traidor y petulante-, y su rostro estreñido en la banca luego del gol tercero de Junior, lo resumió todo el partido. Vamos a ver cómo le va en el Atanasio Girardot, porque la deuda se mantiene.