[wpdts-date-time]  

Foto: elpaís.com

Por: Angie Martínez*

Tristemente en Colombia desde el 28 de abril cada noche es peor que la anterior. La vida de decenas de ciudadanos jóvenes, hombres, mujeres, niños y adultos mayores está en peligro: las autoridades tienen permiso ejecutivo de abrir fuego y el saldo ha sido la sangre de su propio pueblo.

Basta con ingresar en las redes sociales para ver la cantidad de videos terroríficos que dan cuenta de cómo nuestras ciudades y nuestros barrios se han convertido en campos de guerra, demostrando que la violencia aun impera como modelo de gobierno.

Aunque lastimosamente muchas de las manifestaciones pacíficas se han visto empañadas por la violencia de ambas partes, es inadmisible que a un ciudadano armado con sus gritos se le responda con el sonido de las balas.

En la noche de ayer, 5 de mayo, una de esas balas silenció la voz de Lucas Villa, un joven que en un gesto de paz estrechaba la mano de los miembros del ESMAD en Pereira, que como forma de protesta se subía a los buses a manifestar por qué son tan inaceptables las reformas del gobierno nacional, que bailaba de la manera más contagiosa y alegre en la manifestación de su ciudad robando la atención de quienes estaban cerca de él, y que al caer la noche, reunido con otro grupo de manifestantes, recibía una gaseosa como premio por terminar la jornada entera.

Sin embargo, la violencia, la desangrante violencia, esa que el mismo general Eduardo Zapateiro muy contrario de condenar, respaldó en sus hombres de negro al llamarlos “héroes” con un retumbante “estamos haciendo las cosas bien”, fue la que en esa nueva horrible noche destruyó una vida que clamaba por paz y justicia.

Cada noche es peor que la anterior porque en Colombia ya no hay garantías de vida. Cada noche es peor que la anterior porque la ciudadanía tiene miedo de aquellos que juraron protegerla. Cada noche es peor que la anterior porque al despertar nos esperan noticias de muerte.

Es hora de levantar la voz para que el mundo escuche que la vida de los colombianos está en peligro, de actuar contra la censura que intenta mancillar la libertad de expresión no solo en las calles, sino en la academia y en las redes sociales, de divulgar lo que la televisión abierta ignora, pero sobre todo de honrar la vida y la dignidad de tantos jóvenes que como Lucas querían la paz y murieron por esta guerra auspiciada por los que no la enfrentan y que nos lleva a la autodestrucción.

Que cese la horrible noche.

*El contenido de este artículo corresponde a una opinión personal de su autor, y no constituye ni compromete la posición institucional de la Universidad del Norte ni de ninguna otra de sus instancias.

Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

elpunto@uninorte.edu.co