Por: María José Pereira
Crónica de un viaje a Reino Unido en el que el Brexit se torna en actor principal.
De lejos el famoso Pub se veía triste. En su faceta no había nada que advirtiera de la importancia del bar ‘The Eagle’, de Cambridge, Inglaterra. Tenía paredes beige sencillas, idénticas a las de toda la calle y lo único que lo diferenciaba del local de al lado era su puerta principal roja y un pequeño letrero con un águila y el nombre del bar.
Cuesta creer que hace 65 años, este pequeño local había sido la cuna de la estructura del ADN. En otras palabras, en 1953 ‘The Eagle’ fue el pub en donde dos emocionados científicos, el inglés Francis Crick y el estadounidense James Watson, interrumpieron el almuerzo de los presentes para anunciar que habían descubierto el “secreto de la vida” con su nueva propuesta de la estructura del ADN.
El 15 de junio de 2016, para las dos jóvenes que estaban huyendo de la lluvia, nada de esto importaba. The Eagle era solo un local en donde podían almorzar mientras esperaban que pasara un londinense aguacero. Cuando entran son atendidas por un mesero blanco, rubio, de ojos azules claros, con granos rojos en sus mejillas. Laura no permite que María José lea el menú cuando ya le está hablando al mesero con un acento entre estadounidense y londinense.
Two fish and chips, please, and a beer (Dos “fish and chips”, por favor, y una cerveza)
Just one beer? (¿Solo una cerveza?)
Yes, please. (Si, por favor)
Ambas son colombianas, pero Laura lleva un año viviendo en Londres, mientras que María José solo se encuentra en la ciudad por dos semanas. Mientras llega la comida discuten los planes del día y las atracciones, monumentos o calles que son fundamentales para visitar mientras María José está en la ciudad. Los planes de hoy tienen que alterarse un poco por la lluvia que parece interminable.
Cuando la comida llega, y mientras el mesero ubica los platos, Laura comenta que puede que esta no sea rica.
Tantos países que colonizaron los ingleses y nunca aprendieron a cocinar con especies.
Efectivamente, el pescado parece haber sido cocinado sin sal o condimento alguno y las papas están incómodamente blandas. Ambas terminan lo que pueden del plato y usan la cerveza para pasar el sin sabor de la comida. Cuando acaban se quedan sentadas esperando a que escampe, pero terminan rindiéndose y salen bajo un paraguas mientras todavía está serenando.
Caminan por la ciudad de Cambridge un poco perdidas acerca de qué edificaciones pertenecen a la prestigiosa Universidad. La confusión se debe a que sin importar el siglo en que fueron construidos, la arquitectura de la mayoría de los edificios es de estilo gótico, con altos arcos, grandes ventanas y torres puntiagudas.
Al frente de una de las edificaciones de la Universidad está ubicada la iglesia St. Mary, la que una vez fue el edificio en donde se realizaban los debates de los estudiantes de Cambridge y en donde el filósofo Erasmus daba discursos. En 2016 este histórico monumento se escondía detrás de las mesas de comida que se encontraban afuera y del letrero que lo señalaba como “Cafe & Center”.
El mismo “café” en donde se llevó a cabo el funeral del polémico e interesante Stephen Hawkings, dos años después.
Una de las atracciones más particulares de la ciudad es el reloj “Corpus”, ubicado afuera del Corpus Christi College. Sin manecillas o números, y con diseños en oro, es más una obra de arte que un invento práctico. Encima del reloj se encuentra una bestia insectoide llamada Cronofago, literalmente “come tiempo”, que marca el cambio de hora con el sonido de sus cadenas golpeando un ataúd. Esto simboliza que el tiempo nos cobra a todos por igual y que la muerte nunca perdona, hecho que es reforzado con el lema que dice “el mundo pasa y sus deseos también”.
Alrededor de las 5 de la tarde ellas dan por terminado el recorrido del día y empiezan a caminar hasta la parada del bus que las lleva a la estación del tren que necesitan para regresar a Londres. A dos cuadras de la parada, hay un hombre blanco de pelo castaño, sentado en la puerta de una tienda y con un vaso en la mano pidiendo limosna.
Todos alrededor lo ignoran y es solo cuando las jóvenes extranjeras pasan por su lado -sin dirigirle la mirada- que este hombre cambia su guion de ‘any coins to spare?’ (¿Tienen cambio que me puedan dar?)
Go back to your country! (Devuelvete a tu país)
65 años después del descubrimiento del ADN, que además de sus aportes a la ciencia demostró que la diferencia entre seres humanos es meramente física, este hombre blanco, al igual que muchos otros, todavía sigue bajo la falsa pretensión de que su color de piel lo hace superior de alguna forma y que su fracaso se debe al éxito de aquellos que él considera inferiores.
Además, estas palabras, pronunciadas en una tierra que se construyó gracias a los países del sur, que todavía están sufriendo las secuelas del colonialismo demuestran la ignorancia de una parte del pueblo inglés, cegado por su privilegio blanco. Un pueblo convencido que puede cambiar años de esclavitud y el imperialismo posando con estereotipos de elegancia y amabilidad.
En últimas el hombre es ignorado, sus compatriotas se hacen los de la vista gorda ya que seguramente este pobre habitante de la calle representa una minoría en su país. El resto son personas ilustradas que jamás se rebajaría a gritarle a los turistas en la calle, pero en unos días estos supuestos ilustrados notarán que a más de la mitad del país, al igual que este señor, no les da vergüenza gritarle a los inmigrantes que salgan de Inglaterra.
Cuando se montan al tren este incidente es olvidado por las jóvenes y Laura se dedica a hablar de la cena con sus amigos.
Creo que van a ir Sam, el amigo de Sam que lo está visitando de Egipto. Sofus, Freddy, Victor, el que me regaló la pulsera que te gusta tanto. ¿Puedes creer que me la trajo de Ghana? Eshe y Giulia.
El grupo de amigos de Laura está conformado en su totalidad por extranjeros o hijos de extranjeros. Ella explica que esto se debe en parte a que el colegio que está atendiendo es un programa de bachillerato internacional pero que de todos modos es común que exista una división entre los ingleses y el resto.
No es nada consciente. Solo es que tenemos más cosas en común entre nosotros que con ellos.
Los amigos de Laura hicieron lo posible para incluir a María José en la conversación y la comida del restaurante griego fue más empática que la inglesa. Durante la cena hablaron de los parciales de la semana pasada y de sus planes para las vacaciones. Sam quería visitar a su familia en Egipto, Giulia iba a ser lo mismo, pero en Italia y Freddy iba a pasear por Holanda con sus hermanas.
Claro, me iré después de que vote – comentó Eshe, una de las pocas presentes que ya era mayor de edad.
No sé para qué te molestas – se queja Sofus – No hay forma de que Reino Unido salga de la Unión Europea.
La discusión se desvía un poco hacía la posibilidad del Brexit, y aunque ninguno de los presentes apoya dejar la Unión Europea todos tienen teorías diferentes de por qué la gente quiere hacerlo. El dinero, inmigración, independizarse políticamente, etc, son varias de las razones comentadas.
Laura argumenta que lo que motiva a muchos es la xenofobia y el racismo, pero para Sam la cuestión es más compleja. No se llega a un acuerdo y la discusión termina con la llegada de la cuenta.
El grupo de amigos sale del restaurante camino hacia su lugar favorito después de cenar: un café/bar de Shisha. El Shisha, le explica una emocionada Eshe a María José, es una pipa de vidrio con agua que en una cacerola contiene mu’assel (una especie de tabaco sabor a fruta); la cacerola está envuelta en papel aluminio y encima se le coloca carbón para prender el tabaco.
Cuando el aire es succionado a través del narguile, esto calienta los pedazos de carbón lo que enciende el mu´assel y crea el humo, que viaja a través del agua hasta llegar al fumador.
Sus orígenes no son claros, algunos dicen que proviene de la India, otros que de Persia o Siria. Sam y su amigo argumentan fuertemente por sus raíces egipcias cuando escuchan la conversación. En fin, es una actividad extranjera que en los últimos años ha ganado popularidad entre los jóvenes ingleses.
No tienes que ser mayor de edad para fumarlo y puedes hacerlo tranquilamente en un bar o un café de Shisha porque no es nocivo para la salud, concluye Eshe.
El lugar al que llegaron era un pequeño local de paredes rojas apretado entre dos locales igual de pequeños. La faceta del bar era más vidrio que pared y desde la calle se podía ver el interior del establecimiento y la comida en las vitrinas. El nombre ‘Mevali’ estaba pintado en un amarillo mostaza que hacía buen contraste con el rojo. En una de las ventanas se promocionaba en letra cursiva el nombre de todos los platos que vendían.
Varias mesas estaban colocadas al frente del local con sus pipas de Shisha a un lado. La mesera, una muchacha de cejas gruesas y piel morena, atendió a los jóvenes sin ningún problema o mención de sus edades. Las pipas eran de colores y tenían detalles en el metal, además de contar con varias mangueras para el uso de muchas personas a la vez.
La anticipación de fumar, algo que jamás había hecho hasta ahora y que parecía tan adulto, llenaba a María José de nervios y, entre risas y videos de Snapchat, ella y Laura fumaron el Shisha con el resto del grupo. Entonces discuten acerca de cuáles son los sabores más ricos y cuáles nunca volverían a probar. En la mesa hay dos, el que está en la pipa azul, de manzana, y el de la pipa verde que es de naranja. El humo que sale es tan denso y abundante que cuando exhalan pareciera que de cada persona saliera una nube.
El tema del Brexit no se vuelve a tocar esa noche. Hablan, en cambio, acerca de cómo ha sido la semana de celebración del cumpleaños 90 de la Reina Elizabeth II.
***
¿Mi papá sigue viendo las noticias? – le preguntó Laura a su mamá, una semana después.
No apagó el televisor en toda la noche.
Desde la cocina ambas pueden escuchar el discurso del Primer Ministro renunciando. Es oficial, Brexit va a ocurrir.
Creo que después de esto tienen que ir a la embajada. No sabemos qué significa esto para nosotros.
La mamá de Laura, María Eugenia, para de lavar los platos por un momento para mirar a su hija.
Debimos haber estado más preparados, pero no esperábamos este resultado.
Nadie se lo esperaba, contesta Ricardo desde la sala. Esto es un desastre, vengan a ver.
Están pasando el discurso de victoria del conservador Boris Johnson. “Britain will continue to be a great European power”. Su tono es moderado y reconciliador y se expresa casi que sin ninguna expresión facial. No parece el mismo hombre que con entusiasmo les decía a las masas que tuvieran esperanza y confianza en el país y en sus habilidades.
“We can control our own borders in a way that is not discriminatory, but fair and balance”. Algo difícil de creer viniendo del partido que diseñó buses con mensajes xenófobos e imágenes que mostraban multitudes de inmigrantes pobres.
Una mosca revolotea frente a su cara y él, con una mirada vacía, fija en la cámara, no se detiene en su discurso: “Yesterday the british people have spoken up for democracy, and I think we can be very proud of the results”. Finalmente agradece a los que votaron por el Brexit.
Dos años después anuncia su renuncia como ministro de Exteriores por twitter, citando que el plan de la Primera Ministra, Theresa May, se trataba de un “semi-Brexit” que no le daba a Reino Unido todas las libertades prometidas. Incluso advierte que el país está en camino a convertirse en una ‘colonia’, un término interesante proviniendo del segundo Estado con más colonias vigentes después de Francia.
Esa misma tarde, Giulia, la amiga italiana de Laura, manda sus papeles para aplicar a la ciudadanía; durará un año realizando trámites hasta que se la aceptan. Sus papás, italianos de nacimiento, no han dado muchos pasos para concretar su estadía.
Una semana después del Brexit, Laura y sus padres visitan la embajada española para preguntar acerca de su estadía en Inglaterra y les aseguran que nada va a pasar y que cualquier cambio ocurrirá en dos años. María Eugenia y Ricardo eventualmente regresan a Barranquilla y Laura al graduarse de bachiller sin ningún problema, procede a mudarse a Holanda a estudiar en la Universidad.
***
El tiempo pasa y Cronofago no espera por nadie. El parlamento se distrae peleando por poder y el pueblo inglés, sumido en la confusión, espera los resultados. Cuando Laura se reúne con sus amigos de bachillerato en Londres -un año y medio después de graduarse y a tres meses de que se venza el plazo impuesto por la nueva PM Theresa May en el artículo 50-, la conversación gira alrededor del nuevo bebé de Meghan Markle. El Brexit parece una preocupación distante, aunque el límite cada vez se acerca más.
A los dos días de Laura haberse reunido con sus amigos, el Parlamento rechaza el acuerdo propuesto por Theresa May. Con una contundente mayoría de 432 votos en contra y 202 a favor, esta se conoce como la peor derrota de la historia. A principios de marzo de 2019, vuelve a proponer en discusión el acuerdo y es rechazado por segunda vez. El 21 de marzo se reúne la Unión Europea para discutir aplazar la fecha impuesta en el Artículo 50, 29 de Marzo de 2019.
Los resultados de esta reunión no son los que la Primera Ministra buscaba pues la Unión Europea le otorga a penas dos semanas en caso de que el parlamento vuelve a rechazar la propuesta de May. El 12 de abril es el nuevo 29 de marzo.
Al ver todos estos sucesos ocurriendo en una misma semana los compañeros universitarios holandeses de Laura retoman el tema. Ninguno entiende la posición de Reino Unido y existe cierto descontento general con los resultados.
Harold, que estudia ciencias políticas, repite las palabras del miembro del parlamento alemán que explicó que la salida de Reino Unido equivale a la de 19 países pequeños o medianos a la vez. Nadie quiere que esto ocurra y Laura termina explicando porqué el gobierno se ha demorado tanto en decidir.
Ahora mismo los tres puntos de gran importancia son: la suma de dinero que Reino Unido le tiene que pagar a la Unión Europea por salirse, los derechos de los europeos viviendo en Reino Unido y viceversa y la frontera con Irlanda.
Los cuatro amigos se encuentran sentados a las afueras de un salón de clase esperando a que el curso anterior salga para entrar. Tres de ellos son inmigrantes, Laura, Hannah y Emile.
Lo que parece más grave es lo de Irlanda porque quieren construir una frontera entre Irlanda del Norte y el resto de Irlanda, interviene Hannah, la “roomate” de Laura.
No pueden hacer eso sin romper el acuerdo de paz que firmaron en 1998, comenta Harold. Pero tampoco pueden evitar la frontera si no llegan a un acuerdo concreto acerca de cómo actuar frente a ello.
Exactamente, continua Laura. El problema es que existen múltiples posiciones respecto a todo esto. La mayoría de los conservadores están a favor de un “Brexit duro”, que busca cortar la mayor cantidad posible de relaciones con Europa. Mientras que existen otros conservadores y laboristas que abogan por un “Brexit suave”, que quiere mantener las cosas lo más similares posibles. Finalmente están aquellos como Jeremy Corbyn, que desean realizar un segundo referéndum debido a que piensan que pueden evitar el Brexit en su totalidad.
Emile, que hasta ahora se había mantenido callado, se ríe sarcásticamente: No quiero que haya un segundo referéndum, ya deberían aceptar las consecuencias del lío en que se metieron.
¿Acaso no entiendes que puede haber una guerra por Irlanda y tú te estás riendo?, pregunta Hanna, alzando las cejas y subiendo su tono de voz.
Técnicamente es poco probable…, argumenta Harold que es interrumpido por Emile.
Ojalá haya una guerra y ojalá esto destruya la economía de Reino Unido. Ya quiero ver cómo van a hacer ellos si les toca emigrar del país.
La puerta del salón se abre y una ola de alumnos corta la conversación momentáneamente. Nadie quiere continuar la conversación después del comentario de Emile.
En este país no quiero ver ningún inmigrante inglés, ellos se buscaron su suerte. Con estas duras palabras cesa la conversación.
Es curioso como las palabras de un joven inmigrante pueden llevar el mismo mensaje que las de un enfurecido racista que les grita a los turistas en la calle. Las diferencias entre ambos, respecto a raza, creencias y nivel socioeconómico, son inmensas, pero en ese momento eran la misma persona.
Y, ¿acaso eso no fue lo que descubrieron Watson y Crick en 1953? De cierta forma, la biología del ser humano es nuestro maestro primordial de igualdad, todos compartimos el mismo ADN y todos moriremos por igual.
El mundo pasa y sus deseos también.