Por: Karolays Santiago
No me gusta sentir la brisa helada que sopla en esta época del año
No me gusta sentir el frío que abunda en mi interior
Me gusta calentar mis manos al ponerlas en mi cuello sensible, fumar un cigarro o beber una bebida caliente.
Me reconforta el ser, sentir un abrazo cálido que consuele mi nostalgia y angustia existencial,
angustia que me invade y sumerge en un mar de preocupaciones sin sentido que me formulo sin necesidad o con la necesidad de angustiarme.
Porque me angustio sin necesidad pero es innato de mi personalidad y de la condición humana
de preocuparnos por lo más mínimo, por lo más extremo y por lo que no existe.
Quiero un café, pero no tengo, ya me lo he bebido todo y no tengo dinero para comprarlo.
Quiero sentir unos labios cálidos, pero he gastado mis besos en personas que vienen y van y ahora no tengo unos labios significantes que me proporcionen empatía
Quiero encontrar, algo que no sé que estoy buscando
Quiero ser, algo que ansío sin saber que es.
Transito en un mundo frío rodeada de seres indolentes, con caras desconocidas, personas tan frías como el que ahora congela mis manos
Estoy temblando, el frío me hace temblar; los rostros fríos, sin vida me hacen temblar; la indiferencia y la falta de empatía me hacen temblar.
Me gusta quemarme la boca cuando bebo algo caliente, para recordar que estoy viva
Esa pequeña inyección de dolor me trae de vuelta al mundo, me da conciencia de que siento, de
que no soy un cadáver más que camina en línea recta, que mi cuerpo sigue tibio, que aún me
queda un poco de calor por dentro y solo quiero que se expanda en todo mi cuerpo y poder sentirlo.
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