Por: Yoleidys Moreno/ Fotos: Andrés Olarte
Cumbia, pionera de todos los ritmos y la Novia de Barranquilla, Esthercita Forero, fueron las protagonistas de la edición número veinticinco de la ‘Noche de Tambó’.
El evento dio inicio a las 7 de la noche con los debidos agradecimientos, principalmente a la Fundación Tambó, entidad encargada de su organización y promoción. Mientras tanto, decenas de barranquilleros se amontonaban en la entrada para tener un lugar privilegiado.
La plaza de la paz estaba a reventar y los escalones de la catedral eran una marea de personas y vendedores ambulantes. Entonces, en el lugar empezaron a sonar las gaitas y los tambores, como si fueran el disparo que da inicio a la carrera, provocando que la rueda de cumbia más grande del mundo se pusiera en marcha.
Pero el principal motivo fue celebrar los cien años del natalicio de Esthercita Forero, por lo que canciones como Volvió Juanita, La luna de Barranquilla y La Guacherna no se hicieron esperar.
El grupo Payandé fue de los primeros en tocar, siguiendo con Candelilla, otra agrupación. Sin importar los nombres o de dónde vinieran, las personas en aquella rueda solo bailaban, siendo ese el lenguaje compartido entre las faldas largas y los coloridos tocados, entre las sonrisas y los “wepajés”.
El Cumbión Ñero fue el grupo encargado de presidir la rueda. Polleras rojas con blanco se movían de aquí para allá, mientras, en la mano de las mujeres, las velas luchaban contra la brisa por mantenerse encendidas, brillando.
Después el turno fue para el Niño de San Marcos, el maestro Juan Piña, quien confesó que desde hace muchos años había querido ser parte de la Noche de Tambó pero sus compromisos nunca se lo habían permitido. Hoy, por fin cumplió su deseo.
Inició con esa bella melodía de Esthercita Forero para La Luna de Barranquilla, acompañado del coro del público que no podía faltar. Luego, entre aplausos, llegó el reconocimiento a su trayectoria musical y a su aporte en el mantenimiento de las tradiciones. A casa se llevó un trofeo y el cariño eterno de los barranquilleros.
En la noche también se dieron reconocimientos al Cumbión Ñero de Boston, que cumple 26 años siendo partícipe de la fiesta carnavalera. Así también Elba González, nieta de Esthercita Forero, recibió el homenaje para su abuela haciendo saber que “donde sea que esté” la Novia de Barranquilla está feliz por ver cómo la quiere su pueblo barranquillero.
También hubo un momento, entre la cumbia, para que los tradicionales decimeros deleitaran al público con sus rimas cantadas e improvisadas. Eduardo Guerrero, Astrom Herrera y Efraín Martelo fueron los encargados de este show de medio tiempo para retomar energías y seguir bailando.
Luego, Caliope, la nueva artista barranquillera, interpretó “La Guacherna”, también en homenaje a Esthercita. Su potente voz animó al público a pedirle una más. Entonces para complacerlos decidió cantar “Volvió Juanita”.
El maestro Pedro Ramayá Beltrán, también homenajeado en la noche, hizo su aparición junto al grupo Cumbia Soledeña. Entró al escenario acompañado de un bastón rojo. Su avanzada edad podría parecer un impedimento pero Ramayá demuestra que la tradición se lleva en la sangre.
Se puso delante del micrófono, abandonó su bastón y empuñó su gaita, poniendo nuevamente en marcha la rueda. Al terminar, metió la gaita en su mochila y sacó una flauta de millo. Sus pulmones aún le daban para más, él quería seguir, pero quienes estaban a su lado eran conscientes de que no se le podía permitir aquello. El maestro Pedro Ramayá es un vivo ejemplo de que el músico nace, no se hace.
La noche cerró con más cumbia a cargo de diferentes grupos musicales como el Cumbión de Cereté, grupo Cacique Chimichagua y el grupo Afincao.
Un aspecto importante de este evento es su capacidad para atraer multitudes. No solo costeños, sino también personas del interior del país y extranjeros disfrutaron de la noche de cumbia. No importa si alguien no sabía bailar, si era torpe, si no tienes pollera, pues la cumbia es un lenguaje universal.
Desde hace veinticinco años la Noche de Tambó se ha ganado un merecido espacio dentro del carnaval de Barranquilla. Para los asistentes, el evento les recuerda que la cumbia es la madre de todos los ritmos y que a ella se debe gran parte del folclor caribe.
No solo es reconfortante saber que la cumbia sigue sonando, sino que está latente en el corazón de los barranquilleros, quienes por más champeta que bailen nunca olvidarán menear la cadera al ritmo de la flauta de millo, las gaitas y los tambores. La Noche de Tambó se honra en decir que fue la que le agregó un día más al carnaval.