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Por: Ronny Ruz Arango

En lo que va del 2019 han sido asesinados más de ochenta líderes sociales en todo el país. Si bien es cierto que este problema no es exclusivo del gobierno de Iván Duque, las cifras nos demuestran que ha habido un aumento significativo desde que él llego a la presidencia. 

Muchas pueden ser las causas y podríamos dedicarnos a buscar culpables en todo lados sin llegar a una conclusión. Pero el país necesita resultados, y eso es lo que este gobierno no da.

Recientemente, los colombianos observamos cómo fue asesinada María del Pilar Hurtado en Tierralta (Córdoba), quien tenía 34 años y estaba en compañía de su hijo de nueve.

En un desgarrador video que inundó las redes sociales se ve cómo el pequeño grita desconsolado al lado del cuerpo sin vida de su madre. Si el grito de dolor e impotencia de un niño al que la violencia dejó huérfano no conmueve a este país, entonces hemos naturalizado la violencia a tal punto de perder la humanidad.

¿Cuantos muertos más necesitamos para cansarnos de la guerra? ¿Acaso cincuenta años de conflicto armado no fueron suficientes para darnos cuenta de que la violencia no es la salida para solucionar las diferencias?

Mientras Colombia cada día es más ingobernable, Iván Duque se la pasa de viaje por el mundo hablando de su famosa economía naranja y sacando pecho por la paz —la cual olvida apenas aterriza en el país—. Eso sucede por haber escogido un rockstar en lugar de un presidente.

Querido Iván, la presidencia de la República no es un trabajo que te permite viajar por el mundo. Necesitamos que vengas a visitarnos para que soluciones los problemas de Colombia, no los de Venezuela.

Lamentablemente, María del Pilar Hurtado en unos días será una número más que se suma a la interminable lista de líderes sociales asesinados, porque así de rápido olvida esta tierra.

Según datos del Instituto para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ) desde el primero de enero hasta el 20 de mayo del presente año han sido asesinados ochenta líderes sociales. Esta cifra que es más escandalosa cuando se mira el panorama de los últimos años, pues desde el primero de enero de 2016 han asesinado 702 lideres sociales y defensores de derechos, y más de 130 excombatientes de las FARC.

No obstante, esta nación sigue como si nada sucediera. Como si en este mismo territorio coexistieran dos Colombias de forma paralela: una donde el conflicto no ha dado tregua y otra que solo ve el conflicto por televisión y desde la cual se envían mensajes de apoyo e indignación por redes sociales.

Vivir en Colombia es un acto de resistencia, y para algunos hasta un deporte de alto riesgo. Hoy todo confabula para que esos asesinatos pasen desapercibidos: un gobierno indolente al que no le importa hacer trizas el Acuerdo de Paz y nos quiere devolver a la guerra, una ciudadanía que observa pasivamente mientras nos están matando y unos medios de comunicación que callan ante los intereses de los poderosos.

Pero antes de terminar les quiero dejar un mensaje a todos aquellos que le apostamos a la paz: debemos luchar hasta el cansancio por salvar la paz herida que nos está dejando esa clase política que vive del miedo.

Solamente si nos unimos vamos a construir un mejor país, incluso para aquellos que les gusta la guerra. Ese será el mejor acto de reconciliación.

@Ronnyruzzar1

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