Por: Karine Rivers
El artesano Rubiel Badillo inspirado por la cultura de la costa ha sido parte de elaborar carrozas como todo un arte y magia realista.
Las carrozas son parte fundamental del Carnaval de Barranquilla. Detrás de todo aquel trabajo terminado están aquellas manos que son creadoras de tan inmensos artilugios. Como lo son las de Rubiel Badillo, originario del municipio de Galapa en el Atlántico, que se dedica a elaborar día a día “una obra de arte rodante”.
Cuenta que desde los 10 años, al visitar los talleres de artesanos donde hacían máscaras de madera en su municipio, sintió el llamado a formar, a crear. Ahí decidió Que lo suyo son las artes plásticas.
Características de un artesano
Es necesario ser creativo, paciente y dedicado. Badillo dice que esas son las características que definen a todo artista plástico y maestro artesano para la elaboración de sus carrozas. Para crearlas se necesita escoger un concepto, y de allí se determinan las características que definirán cada detalle que llevará la carroza, para proceder a empapelar, luego pintar y dar los últimos acabados.
La Elaboración
El lugar de trabajo es una gran bodega, ubicada en la vía 40. Hay materiales como madera, poliestireno expandido (llamado en Colombia Icopor), cartón, hierro, tubos, telas y foami, figuras y carrozas a medio terminar. Hay un olor a pegamento y a soldadura. Tanto Badillo como su grupo de trabajo se apura a realizar sus labores.
Èl, con un cuchillo y una lima de poliestireno, le empieza a dar forma ágilmente a algo que, a simple vista solo es un bloque de icopor, que con anterioridad ya han pegado las láminas para que quedara así. Pinta una forma con su marcador, y poco a poco va sacando la forma con el cuchillo, como una especie de fosa nasal de un animal, luego se mueve más arriba y le va dando forma a un ojo. Al final el pedazo de poliestireno se convirtió en una especie de caimán. No demoró en hacerlo más de 10 minutos. Es tal la destreza que demuestra haciendo las figuras, y es que para él hacer esto es “pan comido”.
Tener una identidad
Rubiel decidió hacer máscaras con una combinación de figura humana y animal. Lo que para él desde su juventud fue hacer máscaras de madera, terminó en reconocer su estilo que son máscaras antropomorfas. Él dijo que no imaginaba que una de tales esculturas podía medir más de 20 metros y menos que fue parte de la gran fiesta del Carnaval como es la Batalla de Flores.
Recuerda uno de aquellos primeros retos fue la elaboración de la carroza en homenaje al Joe Arroyo. “La hice con una temática africana porque sabía que él valoraba mucho esa cultura”. Badillo cuenta que siempre elabora sus carrozas en las cuales se manifiesta una especie de relato andante, sus carrozas tienen una historia que contar.
Creadores de historias
Estos relatos hablan desde imágenes, tienen muchos detalles, así sean pequeños, tienen significado y tienen cierto grado de complejidad al hacerlos.
El grupo de trabajo de Badillo también está, cada uno, enfocado en determinada tarea, es realmente complejo ver el proceso que conlleva luego de tallar una figura y se procede a empapelar. Dos muchachos trataban de empapelar una gran figura humana, tratan que no quedara ningún grumo de papel en alto, ya que si hay una equivocación en esta, al momento de pintar se puede dificultar y quitarle estética a la figura.
Por otro lado la señora María, otra trabajadora, trataba de reforzar unas coronas de metal con foami, comenta que “hasta el más pequeño detallé tiene su tiempo y si toca quedarnos a dormir, toca”.
Para Badillo es fundamental el esfuerzo de cada trabajador para obtener una buena calidad. Al ver el resultado final, las personas muchas veces no se cuestionan de todo aquello que conllevó la creación de dicha carroza.
La calidad de sus obras lo ha llevado a ser parte de exposiciones en México, Venezuela y España, donde se destaca por mostrar la esencia de la Región Caribe en esas partes del mundo.
Inquieto, Rubiel Badillo, en todo lo que hace siempre lleva a cuestas el valor de lo tradicional. Este año se vio el fruto de su trabajo en la carroza de la reina del Carnaval y de la Gobernación del Atlántico, en la Batalla de Flores. El legado que deja el artesano con cada carroza es la continuidad de una cultura, mientras sus manos creen, siempre vivirá el arte rodante.