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Por Verónica Jiménez Olivares

Los tatuajes son un tema que han generado controversia pero que ha ido adquiriendo aceptación por la sociedad a lo largo de los años. En Colombia los tatuajes , como muchas otras cosas, llegaron por la influencia extranjera y, por lo general, se limitaba a una población específica relacionada con los amantes de la música alternativa que tuvo su ‘boom’ en la época.

Los fundadores de las primeras tiendas de tatuajes solían ser personas que aprendieron el oficio por su paso en otros países y regresaron a su tierra para compartirnos sus técnicas en este nuevo medio de expresión artística.

En Barranquilla hay una tienda relativamente nueva pero que cuenta con tatuadores de larga trayectoria y un estilo que, al entrar, nos hace regresar en el tiempo a aquellos años en los que ni siquiera habíamos nacido con un ambiente que nos ubica en la época que lo tatuadores llaman “la vieja escuela americana”:

Cayena Ink Studio es una tienda de tatuajes que nació como resultado de la búsqueda de reconocimiento de Gabriel Amador Rosado como artista tatuador. “Gabriel me comentó en una visita que me hizo a Bogotá que quería ser profesional en el arte del tatuaje y cuando volvimos a Barranquilla nos enfocamos en lanzar el trabajo de Gabriel  a través de redes sociales para conseguir clientes”, cuneta Hader Otagri Taborda, administrador de la tienda, y quien además confiesa que esta estrategia de negocios no tuvo mucho éxito y después de un año los clientes seguían siendo los mismos, por lo que decidieron empezar a crear alianzas con otros tatuadores locales y uno de nuestros aliados y amigo del oficio le dijo un día: “La gente por lo general no recuerda al tatuador, sino el lugar donde se hizo el tatuaje” y así fue como nació Cayena Ink”, añade Hader.

En un día normal encontramos en la tienda a Hader, que se ocupa de la administración, eventos y de interpretar qué es lo que quieren los clientes para que Gabriel, el tatuador estrella de la tienda, realice los diseños. Hader y Gabriel son amigos desde hace más de 20 años y se consideran un complemento del otro para el desarrollo de la tienda. Gabriel cuenta con la limitación de que es sordomudo, sin embargo gracias a algunas tecnologías y sus esfuerzos para comunicarse lo han hecho tener una evolución increíble, al punto que al día de hoy se puede mantener una conversación con él prestando especial atención a lo que dice y gesticulando muy bien las palabras.

Amador cuenta con muchos años de experiencia en los que se ha desarrollado mayormente con los estilos de Old School americano y la técnica tradicional japonesa, en esta última se ha destacado como el mejor tatuador de la costa y uno de los mejores del país. Dentro de la tienda también encontramos a un artista de apoyo, ‘Pollito’, quien complementa la técnica de Gabriel ofreciendo un estilo de tatuajes ‘New School’.

Y, como todo estudio de tatuajes a lo ‘vieja escuela’, encontramos un artista invitado y un artista aprendiz; el artista invitado con el que me encontré en mi visita por la tienda se llama Alexander ‘real’ Radet -a quién de cariño le llamamos Alex- y es un chico que llegó de Francia para compartir un poco de su experiencia con los chicos de la tienda y los que se atrevan a confiar en él para realizarles su tatuaje; Alex es especialista en caligrafía en los tatuajes o lettering -como se le conoce a su técnica-, y ha perfeccionado su técnica de manera empírica viajando por el mundo y aprendiendo de las técnicas de tatuadores tan apasionados por lo que hacen como él.

La aprendiz del estudio es una joven tatuadora venezolana llamada Laura Pastor Ramírez. Tiene 17 años y es el personaje más joven de la tienda, prefiere los estilos minimalistas y añade, a forma de firma, cristales en casi todos sus diseños. Llegó a la tienda con la intención de hacerse un tatuaje, pero luego de expresar que ella era una tatuadora novata y estaba interesada en ser aprendiz de una tienda, Hader y Gabriel aceptaron adoptarla dentro del estudio y ya lleva un par de días y un tatuaje de prueba realizado.

No todos los días son ajetreados dentro de una tienda de tatuajes y en ocasiones lo que más se encuentran son cotizaciones; lo interesante de esto es que se nota no solo la cantidad de personas que están interesadas en hacerse un tatuaje, sino también la variedad que hay entre estas personas. Anteriormente se asociaban los tatuajes con personas de pandillas o grupos de jóvenes pertenecientes a alguna subcultura que se relacionara con un estilo de música alternativa. Sin embargo, hoy en día es normal que cualquier persona quiera llevar ya sea una frase, un nombre, una fecha o un diseño estético en su piel por el resto de su vida, y es así como entre las personas que llegaban a cotizar el tatuaje de su preferencia podía encontrar una gran variedad de personalidades.

En el día y medio en el que me adentré con los chicos de Cayena Ink me encontré desde personas que trabajan en hospitales hasta a profesores que me han dado clases en la universidad, cotizando o haciendose tatuajes significativos para ellos. En ocasiones, incluso era sorprendente para mí encontrarme con grandes profesionales en su área que, debajo sus uniformes, tenían casi todo su cuerpo adornado de tatuajes entre coloridos y blanco y negro, estilos y diseños que han marcado historias y se encuentran plasmados en la piel.

Los tatuajes, al ser un proceso delicado y de mucha precisión, suelen demorarse algunas horas dependiendo de la complejidad del diseño; una de las consecuencias de esta demora es que el cliente termina por interactuar con el artista y el resto de personas que se encuentran en el estudio. Por esto, que luego de convivir durante un día y algo más en la tienda de tatuajes Cayena Ink, podría decir que este tipo de estudios no son solo de tatuajes, también son de historias, lo que alimenta el ambiente artístico que se respira en este lugar ya que el arte no se trata solo de la expresión artística sino de la historia que esconde la obra.

Lo que hace especial a este estudio, además de su estilo peculiar y los aspectos que ya mencioné, es la amistad entre los dos socios, Hader Otagri y Gabriel Amador, principales creadores de lo que hoy es Cayena Ink Studio. Ambos llevan más de 20 años de amistad, iniciaron a tatuar juntos pero sus caminos se dividieron cuando Hader tuvo que dedicarse a estudiar y dejar los tatuajes a un lado mientras que Gabriel, a pesar de empezar a estudiar un par de carreras sin terminar ninguna, nunca paró de hacer tatuajes. Cuando se encuentran nuevamente nace la idea de unirse como socios y unos años después surge Cayena Ink.

Actualmente la amistad entre ellos dos no solo los fortalece como socios sino que también fortalece los lazos con todos tatuadores que pasan por la tienda.

La experiencia de convivir dentro de un Old School Tattoo Studio es que te transporta a los inicios de las tiendas de tatuajes cuando los diseños se encontraban en revistas y libros o en las paredes y las personas solamente llegaban y escogían el tatuaje de su preferencia; es época de camillas de cuero  y paredes rojas; de la música alternativa haciendo vibrar las recreaciones cinematográficas o documentales que se realizan sobre ello. No podemos negar que Cayena Ink nos hace sentir inmersos en todo ese ambiente y a la vez sentirnos cómodos con ellos.

Foto vía: Internet

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