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Foto: Presidencia de la República

Presidente Iván Duque, se acerca su primer año y aún no les ofrece a los colombianos una agenda basada en la valentía de unirnos.

La semana pasada se conocieron dos cartas dirigidas al presidente Iván Duque. Una por parte de Josefina Chipiaje, madre cabeza de hogar en Puerto Carreño, Vichada; otra, enviada por Vicky Dávila en su espacio dominical en la revista Semana.

Josefina Chipiaje escribió una carta para el presidente Iván Duque desde Puerto Carreño, Vichada | Foto tomada de Twitter

No hace falta debatir cuál es más probable que llegara a la vista del presidente, aunque seguramente no haya leído ninguna. De hecho, si añadimos esta columna a la lista, ya sabemos cuál de las tres quedaría en tercer lugar.

Sin embargo, no perderé la oportunidad de imaginar que me comunico con el a veces llamado “subpresidente”, a modo de misiva dirigida a él. Comenzaré.

Señor presidente, se acercan once meses, se acerca su primer año, y aún no les ofrece a los colombianos una agenda basada en la valentía de unirnos. La polarización, fenómeno característico en la historia colombiana, aun desde mucho antes de su llegada a la Casa de Nariño, no encuentra norte. Su administración, al parecer, tampoco.

Solo un 29% de los colombianos mantiene una opinión favorable de su labor hasta hoy. Más que tratarse de recibir aplausos o no, se trata de la imagen que le ha entregado al país. Esa imagen no es la mejor.

No es la mejor, presidente, porque deseos como el de Josefina Chipiaje son los que tiene casi el 10% de la población colombiana. Este porcentaje de personas, según el mismo ministro de Vivienda, no vive en condiciones adecuadas.

Si a eso le agregamos que la señora Chipiaje es desplazada, entonces hace parte de las más de cinco millones de personas con esa condición, según el Consejo Noruego para Refugiados y el Observatorio de Desplazamiento Interno. Cuántos de ellos no han tenido la oportunidad de escribirle.

Tampoco es la mejor porque cada 37 minutos hay una nueva víctima de homicidios en todo el país, según el Atlas del Conflicto expuesto por el diario El Espectador. Esto, nuevamente, no es un problema exclusivo de su administración, pero es su responsabilidad encontrar respuestas en pro de la seguridad de la ciudadanía amenazada por esta cifra.

Y es que las regiones más afectadas por esa y otras estadísticas de violencia son aquellas donde más ropa se deja extendida. Esto me lleva a la segunda razón por la que su imagen está deteriorada, presidente Duque: el grupo de personas que lo rodea.

Su ministro de Defensa, Guillermo Botero, logró librarse, por mayoría aplanadora, de aquella moción de censura debatida en el Capitolio Nacional, pero no del escarmiento en la opinión pública. Sus metidas de pata solo reflejan falta de compromiso con la absurdamente creciente cifra de líderes sociales asesinados, que supera los setecientos. Y ni hablar de los más de 130 excombatientes de la Farc que corrieron ese mismo destino.

Su vicepresidenta, cuyas funciones hasta hoy no han sido claras, ha mirado una y otra vez hacia Venezuela, ese desmoronado país que llena de lugares comunes a la prensa y cuyo régimen no ha podido derrotar.

¿Se cansó, acaso, del incompetente cerco diplomático que nunca aisló la dictadura? ¿Está usted en búsqueda de nuevas estrategias para mitigar el sufrimiento de millones de venezolanos forzadamente migrantes por la crisis en el vecino país? ¿Sabe del paradero de Juan Guaidó, casi igual de extraviado que Jesús Santrich y Néstor Humberto Martínez? Ni siquiera el canciller Carlos Holmes Trujillo tiene esas respuestas.

Por supuesto que no se puede sacar del mapa al ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, quien en varias oportunidades ha actuado en contra de los intereses de los más tocados por sus propuestas económicas. Sumémosle el escándalo lleno de discusiones técnicas y complejas que ocasionó su supuesto enriquecimiento a base de los famosos Bonos Carrasquilla.

Qué decir, además, de las fotos que lo relacionan con el presunto narcotraficante José Guillermo Hernández, el ‘Ñeñe’. El miembro de la banda del temido ‘Marquitos’ Figueroa aparece en al menos cinco fotografías de su Instagram con usted. ¿Por qué? ¿Mantenía usted una amistad —como aparentemente señalaba Hernández— con el ganadero y prestamista?

Y si hablamos de quienes están a su alrededor, no podemos olvidar a su sombra. Aquel recientemente cumpleañero que, semanas atrás, ha mostrado sus intenciones de acabar con el Estado de Derecho como lo conocemos. ¿Hace falta nombrarlo? Si pretender convocar una Constituyente, acabar con la JEP o revocar las altas cortes no es suficiente para alejarlo de su lista de cercanos, entonces no sé qué lo es.

Asimismo, señor presidente, su favorabilidad se encuentra deshecha por culpa de los mandatos anticorrupción a los que usted no sumó debidamente su apoyo. El Congreso de la República no vio en usted una voz de aliento y autoridad frente a los puntos motivados por la Consulta Anticorrupción, así como tampoco la vimos quienes apoyamos la iniciativa.

El desempleo subió por encima del 10%, más de 230 periodistas han recibido ataques por su labor y el fantasma de los falsos positivos, así como el de los seguimientos ilegales, regresó. Todo esto mientras usted quiere regresar a las equivocadas aspersiones aéreas de glifosato, le pide a la CPI enjuiciar a Nicolás Maduro y hace diecisiete viajes al exterior llevando un discurso lejano a la realidad colombiana.

Presidente Duque, usted es visto como un buen muchacho, pero mal presidente. Me atrevo a decir, quizás, que hasta uno ausente. ¿Es así como quiere ser recordado durante este cuatrienio eterno para muchos?

 

@BatmanMamerto

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