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Por: Wilbert Daw

Es curioso que en un país como Colombia, aspirante a ser sede del Mundial de fútbol femenino de mayores para 2023, muestre tan poco respaldo a dicha rama del balompié. Al menos esa ha sido la sensación que ha dejado la Federación Colombiana de Fútbol (FCF) en los últimos días con el escándalo de acoso sexual surgido dentro de la selección femenina Sub-17, que compromete seriamente al entrenador de dicha escuadra Didier Luna y al preparador físico Sigifredo Alonso.

La noticia se dio a conocer en el transcurso de la semana anterior, debido a una denuncia penal hecha por dos jugadoras de la selección juvenil que participó en el mundial de la categoría celebrado en Uruguay en octubre del año anterior. Esto fue confirmado por Carolina Rozo, fisioterapeuta del seleccionado durante dicho proceso.

“(Didier Luna) tenía una afectuosidad con las niñas que no era normal, intentaba besarlas, coger su cara y hasta cogerles la cola. En medio de un trabajo acercaba a las niñas a la cara de él y les decía: “¿No me puede besar? ¿O es que le da miedo?”, declaró Rozo a ‘La W’, quien además dijo ser víctima del mismo acoso por parte del entrenador Luna.  

“Un día se acerca con una foto mía y me dice ‘esta es la mujer que yo quiero para mí, no te descuides porque te voy a robar un beso’”, contó la fisioterapeuta que, cuando denunció estos actos ante la FCF, lo que encontró fue que todo el cuerpo técnico se puso en su contra.

Y no era de esperarse esta reacción contra Rozo por parte de la FCF. Más aún cuando, al convocar a una rueda de prensa sobre el tema, realizado el pasado jueves 21 de febrero, la Federación se limitó a decir que no tenían conocimiento de estas denuncias y que estaban cansados de las ‘quejas’ de distintas jugadoras colombianas acerca de otros temas por lo que consideraban que era hora de cerrar un ciclo.

“Me imagino que como ahora no manejaremos selecciones mayores sino que dedicaremos la atención a selección Sub-15, Sub-17 y Sub-20 para proyectar el futuro del fútbol colombiano, y queremos pasar la página de las mayores de 25 años, pienso que por eso las retaliaciones. A mí no me molesta que pase. Muchas veces cuando eso pasa sirve para tomar correctivos y que la gente vea que comete errores. Haremos lo que sea necesario y llevaremos esto hasta las últimas consecuencias”, dijo Álvaro González Alzate, vicepresidente segundo del Comité Ejecutivo de la FCF.

Y es que la Federación está cansada de escuchar constantemente los reclamos de un trato igualitario por parte de las jugadoras colombianas con respecto a los seleccionados masculinos nacionales. Futbolistas reconocidas en el ámbito nacional como Yoreli Rincón, Melissa Ortíz, Isabella Echeverri, Natalia Gaitán y Daniela Montoya han alzado su voz para denunciar las irregularidades del balompié femenino que van desde entrenadores sobornando a jugadoras para incluirlas en el equipo titular hasta de la falta implementos básicos para poder prepararse óptimamente para los partidos.

No obstante, en vez de ser escuchadas por la FCF, lo que han recibido las jugadoras han sido vetos y multas. El caso más conocido es el de Daniela Montoya, que fue vetada de la selección mayor por denunciar irregularidades en el pago de premios al seleccionado femenino.

Por si fuera poco, no solamente la cosa va de mal en peor en selecciones nacionales, sino que la Liga Femenina de Fútbol Profesional, inaugurada con bombos y platillos en 2017, corre un gran riesgo de no disputarse este año debido a la falta de gestión de la División Mayor del Fútbol Colombiano (Dimayor) y de sus afiliados, así como al poco apoyo del sector privado a varios de los equipos. Además de que, en caso de que pudiera disputarse, el número de equipos participantes se reduciría de 23 a 8 equipos. No olvidemos que el campeón actual de la Copa Libertadores femenina, el torneo más importante a nivel de clubes en Sudamérica en cuanto a fútbol femenino se refiere, es un club colombiano (Atlético Huila).

Pero a pesar de que todo lo que se está nombrando en esta columna con respecto al balompié de las féminas, la FCF y el Gobierno Nacional están empeñados en obtener la sede del campeonato mundial femenino para el 2023. Se ha podido ver a Iván Duque, presidente de la república, y a Ramón Jesurún, presidente de la FCF, posar sonrientes y hablar de empoderamiento y dignificación de la mujer con la obtención de la sede para el certamen orbital cuando a la futbolista femenina se le desprecia en los altos mandos de este deporte.

Habrá que revisar a fondo todos estos problemas que tienen al fútbol femenino profesional al borde de su desaparición y colapso. No obstante, mientras los dirigentes del balompié se mantengan con la misma posición mezquina que han mostrado ante los casos ya mencionados, seguirá circulando en el círculo paradójico que resume esta columna: Una institución que por fuera defiende al fútbol femenino, pero que por dentro torpedea su avance y le da una puñalada por la espalda.

Foto: Selección Colombia

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