Ahí va nuestra lectura de los resultados de la Primera Vuelta Presidencial:
- Cada cual, según su ubicación en la contienda, trata de rescatar algo de triunfo y a cada quien le asiste sus motivos. Gustavo Petro es el primer triunfador evidente porque logró pasar, de manera holgada, a la segunda vuelta y eso no se discute. Aunque -y es natural que así sea- sus contendores más férreos prefieren interpretar esa victoria suya como derrota porque no ganó de una vez. Como no hubo “el cambio en primera”, pues a ellos, algún fresco les corre pensando que eso, de alguna manera, es una derrota.
- El otro ganador, porque también pasó y tendrá una segunda oportunidad, es Rodolfo Hernández, por supuesto. Su paso a Segunda Vuelta se presenta como muy prometedor para él porque es el único que le puede dar pelea a Petro, y eso es suficiente para que una horda de anti-petristas se le arrime. Esa horda ya estaba antes apoyando al candidato Federico Gutiérrez -a quien identificaban como lo más opuesto a Petro- y ahora se alinearán entusiastas al lado del ingeniero. Queda por saber a dónde irán los otros cuyo porcentaje desconocemos, y que apoyaban a Fico en cuanto tal. El único dato con que contamos es el de las encuestas más recientes, y que hablan que 2 de cada 6 -o algo así- de quienes apoyaban a Fico se irán con Petro. Esto suena extraño a la luz de un buen derechista, pero es lo que indican las encuestas, y que tiene que ver con ese porcentaje que no hace parte del rebaño anti-petrista. Mejor dicho, así los anti-petristas lo quieran vender como algo lógico e inevitable, no es correcto hablar de una suma exacta entre las campañas de Fico y de Hernández, así también al ex-fiscal Néstor Humberto Martínez se le endulzara la boca en Caracol cada vez que lo mencionaba. Y algo similar ocurre con quienes votaron por Fajardo. Tampoco es sencillo decir que serán votos de Petro ahora.
- Y por una mezcla de las razones anteriores, los anti-petristas se sienten triunfadores. Como se verá, no se trata de que si el candidato Hernández recoge las banderas derrotadas de Fico, y se lleva para su programa de gobierno los sueños del establecimiento. En realidad, nada hay en las propuestas -por ahora superficiales- de Hernández que tenga siquiera un parecido con las de Fico. Incluso, muchas de ellas parecen un calco de las de Petro. En otras palabras, muy a su manera, Hernández es un contra-establecimiento. Dice no estar dispuesto a sellar alianzas, ni llegar a acuerdos de maquinaria con los partidos tradicionales para que lo apoyen ahora. Nada. Si se quiere decir de otra forma, los partidos tradicionales y sus maquinarias fueron las grandes derrotadas. Pero, como dice el dicho “del ahogado, el sombrero”, y ahora lo único que los une a los auténticos votantes del Ingeniero es el deseo de derrotar a Petro. ¿Eso les favorecerá a los anti-petristas? De pronto, ni un gramo. Es como en el fútbol: nadie más feliz que un hincha de Barcelona si el Madrid hubiese perdido la final de la Champions League con el Liverpool. No importa que el campeón hubiese sido inglés en vez de español. En nuestro caso, en nuestro tinglado político, ya perdió todo el establecimiento con Fico, pero ahora con el Ingeniero, los que quedan serán felices si por lo menos no gana Petro.
- Llama la atención, por supuesto, que las maquinarias tradicionales hayan sido aplastadas. ¿Cómo así que en el Atlántico, bastión de la fuerza unida de los partidos tradicionales, donde todos trabajan hacia el mismo lado para cuidarse las espaldas, Petro les ganó? Y así pasó en otras partes del mapa nacional. Parece como si hubiesen dado por descontado que Fico pasaba, y que -ahora sí- se iban con toda para arrasar con Petro en segunda. ¿Y entonces? ¿Será que el Ingeniero los acogerá? ¿Cómo pactarán con él, pero que no sea tan evidente a luz de sus electores pues es claro que su discurso anti-todo caló?
- Para analizar, el papel de las redes sociales en el caso de la candidatura del Ingeniero Rodolfo. El hombre se la jugó con el factor emocional, ese que escapa a la reflexión y que no induce precisamente a pensar. Se agarró de un discurso de frases contundentes que tocan la llaga de quien está hastiado de la corrupción. No importa el cómo lo hará, sino que sencillamente dice que lo hará, y eso es ya suficiente desde la perspectiva de la emoción. Y toca decirlo con contundencia y rabia; tratando de ladrón y corrupto a todo mundo. Si toca hablar de un modelo de psicopolítica a la manera de lo que explica el filósofo coreano Byung-Chul Han, la campaña del Ingeniero es un buen ejemplo: simpleza del mensaje, conexión a lo emocional y provecho del escaso espacio de reflexión.