Por: Andrea Estrada y Melissa Vergara
La construcción de un muro en la frontera sur de Estados Unidos, y la deportación de todos los inmigrantes ilegales, no es la solución para erradicar el ingreso de personas indocumentadas a ese país. La frontera México-EE.UU no es la única vía de ingreso para los inmigrantes y drogas.
Esa parece ser la conclusión más razonable tras la revisión de los argumentos a favor y en contra del tema, que se ha ventilado en la opinión pública internacional desde que el actual presidente Donald Trump, aspiraba a conducir los destinos del país más poderoso del planeta.
Los ciudadanos americanos han estado preocupados por el crimen y la inmigración en su país, un miedo que han alimentado en forma conveniente los contratistas del gobierno y otros monopolios. Los medios de comunicación han contribuido a fomentar el imaginario según el cual los extranjeros amenazan con perturbar la vida de su comunidad al cometer una cantidad desproporcionada de delitos.
Sin embargo, personalidades como el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, opinan lo contrario. “Soy alcalde del blanco terrorista número uno en el planeta y he pasado años trabajando con la Policía de Nueva York, el FBI y la Fuerza de Tarea Conjunta contra el terrorismo. Las amenazas a nuestro país no vienen de la frontera sur y un muro racista no mantendrá a nuestro país a salvo”, indicó.
Las investigaciones de la DEA demuestran que la mayoría de las drogas que ingresan a EE.UU lo hacen a través de puertos de entrada legales y es posible que los túneles de drogas no sean detenidos por un muro fronterizo, ya que están construidos hasta 70 pies bajo tierra, y la base del muro probablemente sea de menos de 10 pies de profundidad.
Por otro lado, el actual presidente plantea que el muro en la frontera sur del país es esencial para reforzar la política migratoria y mejorar la seguridad nacional, pues afirma que “cada semana cientos de nuestros ciudadanos son asesinados y el 90% de las drogas viene por nuestra frontera sur. Este año han sido asesinadas más personas por los opioides que por la guerra en Vietnam”.
No obstante, hasta ahora, este proyecto gubernamental no tiene financiación alguna, pues el mandatario insiste en que su vecino país costee la, según Trump, mínima cantidad de $5.700 millones de dólares para su levantamiento.
Entre aquellos que ciegamente defienden al Jefe de Estado, está Raj Shah, portavoz de la Casa Blanca. “El presidente Trump quiere luchar por soluciones permanentes que hagan de nuestro país más fuerte, recibiendo a quienes puedan contribuir a nuestra sociedad” exclamó.
Sin embargo, las estadísticas realizadas por el periódico LA Times en 2018 demuestran que actualmente existen más inmigrantes que entran legalmente y se quedan en Estados Unidos con visas vencidas que la cantidad de inmigrantes que han ingresado al país ilegalmente por la frontera sur desde el año 2007.
Entonces, si no son tantos los inmigrantes ilegales que ingresan por esa frontera, el gobierno mexicano y la Cámara de Representantes americana bloquean la petición de financiamiento y la DEA dice que esta medida no impedirá el ingreso ilegal de drogas, ¿quién le quitará el capricho a Trump de cumplir su promesa de campaña?