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Por: Sebastián Merlano, Sandy Millán, Álvaro Mozo y Sofía Uribe.

 

Leidy, a quien hemos decidido llamar así para proteger su identidad, ha recorrido cuatro ciudades colombianas a lo largo de su vida. Nació en Valledupar, pero su paso por este lugar no duró mucho debido a que su familia prefirió radicarse en el Barrio Abajo de Barranquilla. Más tarde, en su adolescencia, se muda a la ciudad de Medellín con unas amigas, ya que según ella “estaba en busca de  experiencia y vivencias propias de la juventud”. Allí conoce a un grupo de personas que la ayudan a viajar a Bucaramanga, donde permaneció un breve periodo antes de retornar nuevamente  a Barranquilla.

El viaje de Leidy en realidad comienza debido a su madrastra, quien la maltrataba de manera física y verbal por lo que decide convertir a la calle en su hogar. Desde Barranquilla viaja a Medellín para seguir buscando maneras de sobrevivir, que de hecho cree que en otra ciudad no podrá encontrar. El panorama en este lugar es poco agradable, ya que se entera que personas con las que se relaciona allí la habían intercambiado por dinero a un bar de citas en Santander. Cuando llega a Bucaramanga, Leidy comienza una etapa que le cuesta su libertad y en la que paulatinamente su vida se va llenando de tardes donde sólo la acompaña el humo de la marihuana y noches en las que el alcohol y el sexo se convierten en los protagonistas. Este ambiente se convertiría en la válvula de escape para olvidar los problemas que le generaba su “hogar”.

“Me prostituí bastante en la calle, tuve mi primera hija y nunca tuve el apoyo de nadie. Sobreviví en mi calle, en mi droga y aquí estoy”, afirma Leidy, una trabajadora sexual que lleva más de 15 años en el oficio. Al igual que ella, a lo largo de los años esta situación ha sido una realidad constante que se desarrolla en el submundo de la sociedad.

Decenas de mujeres, al igual que Leidy fueron obligadas a ejercer esta actividad y la razón normalmente está asociada a problemas económicos y en el que la prostitución se convierte en el sustento de su familia. Existen también muchos prejuicios entorno a esta labor y muchas veces no se toma en cuenta las razones que existen detrás del problema.

El sociólogo y profesor de la Universidad del Norte, Jair Vega, afirma que: “no creo que estas mujeres hayan escogido entre una gama de profesiones que esa era la que querían y la que las haría crecer profesionalmente o que les permitiría desarrollar su proyecto de vida ya que en la mayoría de los casos se ven obligadas a entrar a este mundo”.

Actualmente, Leidy ejerce el trabajo de prostitución como segunda opción pues ha decidido que para el beneficio de su familia era mejor asentarse en un trabajo más estable y dejar, para reservadas ocasiones, el trabajo sexual. En muchas ocasiones, como en el caso de ella, las jóvenes se ven impulsadas hacia la prostitución por aspectos externos y encuentran en esta una manera de sobrevivir y sostenerse a sí mismas y muchas veces a una familia.

“Tomé la decisión, para mí fue dura, pero tuve que tomarla. Cuando me acosté con el primer hombre, que me tocó, ese día hice como 15 ratos, yo dije Dios mío. Hoy en día no quiero trabajar porque estoy enferma, soy una mujer hipertensa, ahorita me puedes ver, estoy hinchada pero tengo que venir”, afirmó Naimiry, una de las compañeras de Leidy. 

Naimary es una trabajadora sexual venezolana que también labora en el parque San José

“Nosotros no sabemos con qué hombre nos vamos acostar”: Naimary

 

Sin embargo, a pesar del amparo normativo y legal de esta actividad por parte de los entes estatales, la sociedad sigue siendo precisamente quien más persigue y estigmatiza este oficio, un trabajo del que se puede considerar que ha estado en las sombras de la humanidad.

“Hay problemas morales alrededor de lo que implica la prostitución y el hecho de que pueda considerarse un derecho trabajar en esto, a la vez del hecho de que la mujer se somete a una agresión por la condición de vulnerabilidad en la que queda en esa relación comercial”, afirma el sociólogo Jair Vega cuando se refiere a la percepción que tiene la sociedad sobre la prostitución.

CONTEXTO LEGAL

El artículo 25 de la Constitución de Colombia dice que “el trabajo es un derecho y una obligación social y goza, en todas sus modalidades, de la especial protección del Estado”, es decir que toda persona tiene derecho a ejercer un trabajo, sea cual sea el que elija, en condiciones dignas y justas. Lo que indica que en Colombia la prostitución no es ilegal porque no hay legislación alguna que la prohíba y en consecuencia no existe ley que regule esta actividad.

A pesar de esto, la prostitución está sujeta a ciertas circunstancias que pueden limitar su libre ejercicio. Por ejemplo, la alteración del orden público, práctica de relaciones sexuales en público o ejercer en lugares distintos a los “asignados” pueden significar una sanción, porque en dichas situaciones ya repercuten en el bienestar de los demás.

El abogado experto en Derecho Laboral, Víctor Díaz Daza, afirma que “la prostitución no tiene un marco legal en Colombia. Sin embargo, a pesar de no haber ley que la reglamente no es una práctica ilícita. Toda persona es libre de escoger su oficio y ejercerlo a menos que se exijan títulos de idoneidad como el caso de los médicos o los ingenieros. Lo anterior quiere decir que estas mujeres tienen el  derecho de ejercer la prostitución como medio de sustento y la ley permite que esto suceda. No obstante, sí existen ciertas prohibiciones o restricciones, como por ejemplo lo es el hecho de que menores de edad ejerzan este oficio y el proxenetismo, que atentan contra los derechos humanos.

Para Leidy esto es un trabajo que a lo largo de la historia ha sido estigmatizado por la sociedad, considera que se debería ser más consciente al respecto y entender que para ellas la prostitución no fue una elección voluntaria y que a pesar de esto no deja de ser para ellas una actividad meramente económica. Leidy, al igual que muchas trabajadoras sexuales, espera que en algún momento la sociedad  vea esta labor como un trabajo al igual que cualquier otro donde se le den los beneficios y garantías para ejercerlo de manera digna. “Es un trabajo normal. Tú lo cumples como si te tocara levantarte e ir a barrer toda esta calle, así mismo yo sabía que tenía que levantarme para acostarme con tres clientes porque tenía que hacerme cierta cantidad de dinero, como un trabajo normal”, afirma Leidy.

Según la Policía Distrital de Barranquilla,  existen grandes diferencias marcadas entre ejercer la prostitución de manera independiente y ejercerla trabajando como empleada para determinado lugar. En el caso de Leidy, estar dedicada a la prostitución de manera independiente tiene su justificación en el hecho de que esto le permite mayor comodidad de horarios, seguridad ya que está acompañada de compañeras mientras espera por sus clientes y por último el hecho de tener libertad a la hora de decidir sobre cómo, cuándo, dónde y con quién se dará el servicio.

Trabajadoras sexuales con larga trayectoria laboral cuentan que aquellas mujeres que trabajan como empleadas para establecimientos encargados de ofrecer servicios de prostitución se deben someter a rutinas extenuantes, explotación laboral, falta de prestación de servicios básicos como trabajadoras y garantías para ejercerlo.

Leidy agrega que normalmente en estos bares de citas son obligadas a complacer cualquier requerimiento del cliente, que pueden ir desde consumo de drogas, maltrato e incluso prácticas sexuales poco seguras o con las que la trabajadora no está a gusto, “uno en la calle tiene más precaución, en los establecimientos te matan y nadie sabe”, aseguró.

Estas diferencias entre ejercer el trabajo sexual de manera independiente o no dejan abierta una serie de problemáticas a las que se enfrentan estas mujeres en su oficio diario, además se le añade que ellas no cuentan con ningún mecanismo legal “establecido” que vele por sus derechos y deberes como trabajadoras.

Uno de los actores más destacados en este tema fue el senador Benedetti, quien en el año 2013 propuso un proyecto de  ley que buscaba “establecer medidas para garantizar los derechos de las personas mayores de 18 años, que ejercen la prostitución, a partir del reconocimiento de su calidad de sujetos de especial protección constitucional. Para ello, se establecen acciones afirmativas con el fin de mitigar los riesgos derivados de su ejercicio; y se fijan los parámetros para el funcionamiento de los establecimientos comerciales dedicados a la prestación de servicios conexos a esta actividad”. Este proyecto de ley hasta la fecha ha sido en materia de legislación lo más cerca que han estado las prostitutas de una dignificación y garantización de poder ejercer su trabajo con todas condiciones necesarias, sin embargo desde su presentación en el senado no ha tenido avance alguno ni han habido nuevas propuestas presentadas.

 

SALUD PÚBLICA

El tema de la salud juega un papel fundamental en la prostitución, es una de las mayores preocupaciones con las que lidian diariamente. A pesar que la mayoría está a favor y ponen en práctica la utilización de preservativos, esto no garantiza que estén libres de contraer alguna enfermedad.  En ocasiones el preservativo se rompe o por el hecho de que son ellas quienes deben brindar el preservativo a veces no tienen dinero para comprarlo.

El hecho de una posible propagación masiva de una enfermedad de transmisión sexual es latente y las únicas soluciones que ofrece el estado son pruebas gratuitas de ETS (Enfermedad de Transmisión Sexual), a las que cualquiera siempre y cuando lo haga voluntariamente puede practicarse. No obstante, estos son paños de agua tibia para un problema de abandono estatal mucho más profundo de lo que parece.

Por su parte, una fuente de la Secretaría de Salud afirma que “desde la Oficina de Salud Pública también se realizan acción IEC (Información, educación y comunicación) intersectoriales e interinstitucionales para posesionar el tema de los derechos sexuales  y promover movilizaciones sociales con participación de los actores del sistema con el fin de reducir la vulneración de los derechos y de prevenir el estigma y discriminación relacionados con las poblaciones claves o en contextos de vulnerabilidad incluidas en ellas las y los Trabajadoras Sexuales.”

Sin embargo, las versiones de ambas partes contrastan ya que si bien es cierto que la Secretaría ha propuesto campañas de reintegración y concientización social, esos proyectos no llegan a un resultado concreto y de progreso significativo. Esta situación de olvido ha provocado la desmotivación generalizada entre el gremio ya que consideran que no son tomadas realmente en serio. “Nos ha engañado, aquí recogieron firmas, que iban a hacer un proyecto, que iban a ayudar con microempresas y  nos entusiasmaron. Si no van a salir con nada, mejor no lo entusiasmen a uno”, comentó Sugeidy, otra de las trabajadoras que frecuentan el lugar de trabajo donde se encuentra Leidy.

 

En el parque San José decenas de mujeres se rebuscan lo del día a día

“En el establecimiento te matan y uno no sabe…”: Sugeidi

 

CÓDIGO DE POLICÍA

Actualmente una manera de normatizar o reglamentar el sano ejercicio de la prostitución lo ha impartido la aplicación del nuevo código de policía, pues en este se tienen en cuenta la labor de la trabajadoras sexuales y dentro de lo moralmente normal las protege.

En este reglamento solo se visualizan las temáticas relacionadas con los inconvenientes que pueda traer el ejercicio de la prostitución, puesto que como afirma el abogado Víctor Daza “ a esta mujeres no se les puede penalizar por ejercer su profesión pero si se generan alteraciones de orden público sí. Tampoco se puede abrir un bar, restaurante o cualquier establecimiento si el lugar donde está no está avalado en el plan de ordenamiento territorial.

Es por esto que en la ciudad hay ciertos lugares delimitados para ejercer esta actividad sin que se llegue a perturbar el orden público”. Áreas que el Subintendente de la Policía Distrital de Barranquilla, Jesús Moreno, delimita en los siguientes sectores: la Calle 37 a la 40 entre carreras 24 a la 28, la Calle 45 entre carreras 45 a la 32, la  Carrera 38 entre calles 116 a la 109, la Calle 72 entre carreras 44 a la 46, la Calle 34 a la 46 entre carreras 43 a la 32 y la Calle 68 a la 70 entre carreras 46 a la 54. No obstante es imposible conocer con exactitud su ubicación, puesto que no se cuenta con un censo o registro que lo sustente.

 

 

Sobre todo lo que el código busca  llevar la prostitución de la calle hacia un ambiente más privado, lo que significa dejar por fuera a las trabajadoras “informales” y garantizar  el control de las trabajadoras adjuntas a algún establecimiento. Lo cual tiene partes que pueden llegar a contrastarse entre sí.

Cuando le preguntamos a Leidy acerca de volver a trabajar en un local para obtener más beneficios estatales, manifestó que “nunca lo volvería hacer, prefiero pararme en mi calle y conseguir lo mio. Yo no quiero tener que responderle a nadie más que a mi misma, esa explotación no la repito”. Lo que se traduce en que las trabajadoras consideran que estas medidas resultan  excluyentes, ya que que no se toma en cuenta todos los factores culturales, económicos y sociales que permean y tienen incidencia directa en la situación de una trabajadora sexual.

 

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