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Por Fabián Torres

Estoy de acuerdo con los ideales que busca defender Florence Thomas al escribir la columna de opinión en contra de Betty, la fea; sin embargo, no con su pretensión de hacer de los contenidos culturales cosas que deban moralizar. Y estoy en desacuerdo con la lectura de Jorge Enrique Abello, quien no leyó bien o acomodó a su conveniencia lo que decía Florence Thomas.

Florence Thomas nunca pidió retirarla de las plataformas, solamente dijo que ese era su “deseo” y que era lo que pensaba. Y no usó el método de “ver escenas al azar de una trama de más de 300 capítulos”. Dijo que ahora, para revisitarla, lo había hecho de esa manera, pero que ya a finales de los noventa había visto con menos aberración que ahora estereotipos de género en la novela. Sin embargo, habría que ver si esa  “parte es el todo”, como dice Abello.

En cuanto a los objetivos moralizantes de los contenidos culturales, creo que ellos no deberían tener un deber especial frente a los problemas de la sociedad. Está bien si deciden tenerlos, pero no hace falta. Lo que sí no deberían hacer es reproducir esos problemas cuando en la sociedad se encuentran en un momento crítico, aunque sea de manera irónica. Por ejemplo, si hay muchos problemas de feminicidios en una ciudad, los contenidos culturales deberían intentar no apoyar esas problemáticas con motivos o elementos de su contenido que puedan promoverlos, aunque sea indirectamente e incluso sea contrario al propósito del contenido cultural, como en el caso de Betty, la fea, que, como dice Abello, utiliza los machismos y demás violencias contra las mujeres para contar una historia que en su totalidad no es un apoyo a la violencia contra ellas.  O tener menos circulación si lo hacen.

 Aunque sean desagradables, esos “apoyos” (por llamarlos así) solo deberían tener lugar en los contenidos culturales cuando el problema del que hablan no se encuentra en un estado muy grave en la realidad. Y que “tengan lugar”, como ya dije, para aclarar, y para que no se crea que digo que está bien que desde los contenidos culturales se hable mal de grupos violentados, solo significa que pueden hacer parte de un contenido cultural que no los promueve e incluso esté en su contra.

Esto se debe a que muchas veces lo que cierto contenido cultural quiere decir puede ser mal interpretado o simplemente mal expresado, o sea que no se dijo lo que se quería decir. Lo que podría llevar a que esos “apoyos” pasen de los contenidos culturales a la realidad, como tantas veces ha pasado. Recuerdo, por ejemplo, que Alejandro Riaño ha dicho que han imitado la actitud de su personaje Juanpis González cuando lo que él quería era hacer una crítica hacia lo que ese personaje representa.

También puede ser que esos “apoyos” no inciten a nada realmente, sino que son tomados por quienes ya están de acuerdo con lo que el “apoyo” promueve para darle más fuerza o personalidad a sus odios, pero nada más eso justifica que se eviten en momentos delicados de problemas sociales.

Por todo lo anterior, habría que preguntarnos: ¿estamos en un momento crítico de los problemas de violencia contra la mujer? Si no, no debería haber problema con que Betty, la fea esté en sitios como Netflix, si es entretenida, graciosa o lo que quiera que suceda que atraiga a la audiencia. Y si sí, lo mejor tal vez no sería eliminarla de las plataformas directamente, sino darle menos visibilidad o no promocionarla tanto, ya que, al fin al cabo, es una novela vieja, lo que puede hacer que se tome menos en serio como referente para los comportamientos actuales.


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