Por: Camilo Acosta Mesa
Hablar de Santo Tomás generalmente es pensar en un municipio con gran acogida y reconocimiento no solo a nivel local o regional sino también nacional. El orgullo que sentimos por nuestra identidad o, en general, por lo que significa ser tomasinos no puede permitirnos normalizar el fracaso al que hoy se enfrentan las instituciones e incluso el gobierno municipal, encargados de aportar al desarrollo social, el crecimiento económico y la competitividad del pulmón verde del Atlántico.
Gobernar de espaldas a las necesidades de los ciudadanos es la causa de la crisis que hoy atravesamos y la consecuencia de lo que les hemos permitido a quienes llegan al poder; por el desinterés ciudadano hacia lo público, que nos pertenece por nuestra condición social, los gobernantes no trazan un camino estructurado e integral para trabajar por lo que realmente necesita la gente.
Así pues, en Santo Tomás, a los últimos gobiernos les quedó grande interpretar las demandas sociales y no hay una acción política clara para impulsar la transformación social de nuestro territorio. Si como municipio nos acostumbramos a entregarles las riendas de la cosa pública a representantes impuestos por élites que desconocen la realidad que vivimos, estaremos inmersos en un desgobierno que, al final de cuentas, termina afectando nuestra calidad de vida.
¿Tiene sentido seguir votando como Santo Tomás lo ha venido haciendo en los últimos años? El llamado como joven que ve en su municipio un potencial para ser ejemplo de gestión y administración pública a nivel regional y por qué no nacional es a no votar por políticos que sabemos que si llegan a los cargos públicos su margen de maniobra estará condicionado por la repartición de puestos y contratos en el marco de los llamados “favores políticos”.
Despertemos ya, el poder siempre ha estado en nuestras manos y en cómo decidimos, seamos conscientes de que nos merecemos gobernantes de altura no solo por el talante de nuestra gente sino también por nuestra historia.