Fue un día que cambió para siempre la historia de la política colombiana. Un hombre que pensaba en el pueblo y buscaba defender sus derechos.
Un 18 de agosto de 1989 sucedió el asesinato del líder liberal Luis Carlos Galán Sarmiento que dividió la historia política de Colombia y que el país sigue lamentando, dicho crimen fue atribuido por las autoridades a una alianza entre agentes del Estado y el narcotráfico.
Galán se atrevió a denunciar en la plaza pública y en el Congreso colombiano la descarada infiltración de las mafias del narcotráfico en la política y en la sociedad de un país sacudido en esa época por una cadena de actos violentos que hoy todavía se recuerdan con horror por la sevicia con la que se cometieron.
El carismático líder de 45 años fue asesinado en plena campaña a la Presidencia en la plaza principal de Soacha, un municipio aledaño a Bogotá en donde se erige hoy una estatua suya con el puño derecho en alto.
Pocos segundos después de que subió a una improvisada tarima hecha de tablas, los asesinos, que estaban mezclados con la gente que seguía al político, accionaron las armas que terminarían segando la vida del que era en ese momento el favorito para ganar las elecciones para convertirse en presidente de Colombia para el período 1990-1994.
Luego del asesinato de Galán también corrieron la misma suerte los candidatos presidenciales Bernardo Jaramillo Ossa, del partido de izquierda Unión Patriótica, el 22 de marzo de 1990, y Carlos Pizarro León-Gómez, del desmovilizado grupo guerrillero M-19, el 26 de abril del mismo año.
Por el asesinato de Galán han sido condenados el exsenador y exministro Alberto Santofimio Botero quien, según se comprobó, instigó a Pablo Escobar Gaviria, jefe del Cartel de Medellín, a asesinar al entonces candidato presidencial, que pregonó la necesidad de buscar una mayor democracia, de encontrar la paz y la justicia social.
También fue condenado a 30 años de cárcel el exdirector de la policía secreta de Colombia Miguel Maza Márquez, quien debilitó el esquema de seguridad de Galán, en ese entonces el hombre más amenazado del país.
A su sepelio asistieron más de 1.000.000 de personas, entre los que estuvieron gente del común, miembros de los partidos liberal y conservador del Partido Comunista Colombiano y la Unión Patriótica, periodistas, activistas estudiantiles, sindicatos, grupos de defensa de los derechos humanos y más.