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Por: Camila Jiménez

Ramiro Alfonso Jiménez Caro, un Barranquillero de pura cepa, mantiene su sello personal en cada partido, aunque a muchos les disguste y otros lo disfruten. Su carrera profesional no es la Comunicación Social, pero empíricamente la ejerce. Su recorrido no ha sido un camino de rosas. Luchas, esfuerzos y sacrificios enmarcan su trayectoria en la radio, iniciada en Radio Minuto de Barranquilla.

Arturo, o como le decía Ramiro de cariño “el viejo” se dio cuenta de que su hijo tenía una gran inclinación por los medios. Nunca lo hablaron. Él siempre fue de pocas palabras, pero muy analítico. Por eso con lo que ganaba vendiendo productos en el mercado, le compró a Ramiro su primera grabadora, para motivarlo a seguir sus sueños. Ese día, el viejo llevaba su rostro lleno de orgullo, con los ojos brillantes y una sonrisa que intentaba disimular. No tenía para pagarle una carrera universitaria a él, ni a sus 6 hermanos, pero le obsequió más que eso, un regalo con mucho sacrificio y esfuerzo que le fue indicando a Ramiro por dónde debía caminar. Por suerte, a Arturo el tiempo le hizo ver que no hubo fallas en su lógica, porque lo que empezó como un juego en las canchas del barrio Villate y sus alrededores, terminó en una cabina del estadio Metropolitano de Barranquilla.


A principios de la década de los 80, Ramiro trabajaba en Radio Minuto colocando canciones, dando la hora y los domingos narraba a dos voces los partidos de Junior junto a su colega Alberto Mercado. Al mismo tiempo estudiaba Derecho en la Universidad Simón Bolívar gracias a una beca. Su compañero relata que en esas épocas narraban en el estadio Romelio Martínez, que no contaba con las ventajas que tiene hoy día. Antes las cabinas eran unos cuartos pequeños sin ningún tipo de comodidad, a ellos le asignaban la última que había y sus transmisiones eran por línea. Compartían estilos al narrar cada partido, la etapa en este estadio fue determinante para su carrera. Alberto, recuerda que había un aficionado del Junior que en todos los partidos les lanzaba frases como “el papá de ustedes es Perea y está allá adelante” desmeritando el trabajo que ellos hacían. Pero su perseverancia los llevó a ingeniárselas para darse a conocer frente a la gente, así que Ramiro y su colega prendían un radio a todo volumen y lo ubicaban cerca de las cabinas de los otros narradores, que en ese entonces eran más reconocidos.

Ramiro Arrancó con un grito de gol muy diferente al de ahora, ya que, cuando pasó a trabajar en RCN radio, gritaba el gol local como “lo goleó, lo goleó, lo goleó” y el de visitante como “así no, así no, así no” aquellos no tuvieron impacto en el público, ni mucho menos lograron un buen reconocimiento.

Edgar Perea fue el referente de él en su infancia, siempre lo admiró, pero Ramiro tenía claro que las diferencias no se marcan desde la imitación. De niño buscaba originalidad, generar frases que lo identificaran y cuando se encontró de frente con este mundo, aún más. No le gusta la idea de darle un contenido a la audiencia y que pocos sepan con claridad quién se los brinda, dicho con sus propias palabras “cuando empecé a narrar no quería que el que me
escuchara se confundiera pensando que narraba otro” Por eso en el año 92 cuando Perea le abre las puertas en su Emisora Mar Caribe, Ramiro en un partido que relató de la Selección Atlántico, implementa su grito de gol, que hoy día es su marca personal y una referencia para todos sus oyentes. Todo esto se da debido a que el jugador Ricardo Ciciliano marcó el gol de la victoria, fue tanta la emoción, que repetía de manera desaforada “CICICICILIANO”, equivocación que posteriormente al escucharla, convirtió como una afirmación cambiando la “c” por la “s” pasando a ser “SISIGOLGOL”.

“Cambia esa vaina”

Perea firmó un contrato en Bogotá, dejando a Ramiro Alfonso como narrador principal de Mar Caribe, en la ciudad de Barranquilla. El primer partido fue un gran reto para él, de esos que hacen que el corazón se quiera salir del pecho. En el estadio Metropolitano había unos quince mil aficionados a la expectativa. Compartía una transmisión que en esos tiempos era la más escuchada de la costa, con Fabio Poveda Márquez, quien comentaba cada partido. Fue bautizado aquel día como  “La nueva voz del equipo de mi tierra”. El juego inició acompañado de la vibrante voz de Ramiro, narración va, comentarios vienen, de repente ese primer gol, acompañado con su grito de “ Pelota al marco, sí sí gol gol, sí sí gol gol, sí sí, gol gol, sí sí sí sí goooooooooooool “ y el remate con toda la energía con el nombre de su autor. Por su parte, Fabio se comía las uñas cuando algo lo contrariaba,  en ese momento era justamente lo que estaba haciendo mientras su mirada expresaba disgusto. Finalizó el partido y Ramiro se fue satisfecho a casa, sintiendo que había una aceptación mayoritaria de la audiencia en su debut.

  • Al día siguiente Fabio en la emisora me dijo, “entra que quiero decirte algunas cosas”.  Siempre fue una persona respetuosa del compañero. Entré a su oficina, frunció un poco el ceño y expresó; “Esa manera de cantar el gol es barro, varios amigos me llamaron a decirme que no entendían un carajo, cambia esa vaina”, ahora quien frunció el ceño fui yo, en aquel momento tenía dos alternativas, contrariar en el futuro a ese maestro del periodismo nacional o narrar el gol de la manera tradicional y de esa manera complacerlo; me decidí por elegir lo primero, expresó Ramiro Jiménez.

Un día en su programa, Fabio al ver que no pudo cambiar el estilo de su compañero, expresó su disgusto diciendo “Qué cosa con esta juventud, hay muchachos a los que uno quiere ayudar y no se dejan, consideran que ya lo saben todo, uno les sugiere cosas y no tienen en cuenta a la gente de experiencia” Nunca mencionó su nombre, pero estaba claro para quién iba esa frase. Casi un año después, Fabio inició su programa felicitando a Ramiro por su personalidad y por no dejarse imponer cosas. Refiriendo a su vez, que al salir de su casa se encontró con unos niños jugando fútbol en la calle y uno de ellos cantaba el gol como el SISI.

  • “Allí sentí que había recibido mi grado de narrador y que el diploma me lo entregaba el Maestro Fabio Poveda Márquez.” palabras textuales de Ramiro.

Ricardo Ordóñez, quien ha sido el compañero de Ramiro en la radio durante veinte años, dice que su convivencia en cada transmisión y viaje es como la de un matrimonio. A veces están de acuerdo, otras veces el deporte los hace alejarse por algunos días, ya que, no comparten el mismo pensamiento, pero a pesar de ello y de algunos sucesos difíciles, ambos han acompañado mayormente al Junior en cada partido, llueva truene o relampaguee. Han
funcionado tan bien juntos como narrador y comentarista por el respeto que se brindan el uno al otro, tienen estilos diferentes, lo cual usan a su favor para darle al público más que un partido, un debate lleno de jocosidad y un buen ambiente.


Ramiro se salió un poco de lo común, no solo con su manera de cantar el gol, sino también demostrando a través de cada narración que el fútbol es sencillo. Dejando claro quién ataca, quién defiende, en qué sitio de la cancha hay acción. Mientras que otros narradores hoy día no participan tanto en sus transmisiones, dejan más espacio para que los comentaristas se alarguen en sus argumentos. Por lo menos así lo contempla y lo dice su colega y amigo Hugo
Illera:

“Ramiro no ha dejado que la transmisión tradicional del fútbol desaparezca. Esa que el narrador es la voz cantante de la descripción del juego y los comentaristas apoyan en situaciones puntuales del desarrollo del mismo, eso permite que, quien no esté viendo el juego, siga con orden las incidencias del partido. Y quien lo está mirando lo haga con el placer de estar acompañado por una voz confiable y de su agrado. Eso da dinámica y coherencia a la transmisión. Ese es el gran logro de Ramiro hoy día. El cual le ha costado talento, tiempo y dinero”

El sí sí gol gol, pasó de ser una casualidad querida por algunos y aborrecida por otros, a un sello personal de quien hoy a sus 59 años de edad continúa narrando como la primera vez cada partido del Junior de Barranquilla en cualquier parte del mundo. Aunque aún reciba críticas, sigue conservando su esencia en todas las transmisiones para cada uno de sus fieles oyentes.

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