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“Si amas lo que haces no tendrás ni un solo día de trabajo”. Esta quizá es la frase perfecta para describir a Alex Quessep Feris, un apasionado de la vida, un apreciador de los pequeños detalles, un arquitecto que cocina y sobre todo, una muestra de humildad. Yo, su hermana menor, lo entreviste hoy.

Por: Suad Quessep Mendoza

En el mercado de Sincelejo, justo en la calle de los turcos, exactamente en la Cafetería William, creció el menor de los hijos de Latife y uno de los muchos de William, impregnado de cocina, afortunadamente, por lado y lado. Alex, sereno como su madre y social como tu padre, pero sobre todo, humilde como el solo. Gracias a la ensalada “William Special” (invento de su padre), a los postres que hacía su madre, al amor a la cocina que tenían sus tías, Alex se destacaba porque sacaba picadas en las reuniones de adolescente y además por aprender a hacer tabbule (ensalada árabe).

En cualquier conversación que cualquier persona tenga con Alex, van a salir a luz recuerdos que le sacaran una sonrisa de nostalgia, recuerdos que constantemente están cercanos al presente. “Yo crecí ahí, crecí viendo ese lugar y hoy en día me pongo a pensar que de alguna manera he replicado lo que ha hecho mi papá”, dice con los ojos muy perdidos en los recuerdos, haciéndome imaginar exactamente lo que me está contando. En muchos blogs o links que veo en internet sale que Alex es “el arquitecto que cocina”, claramente porque estudió las dos carreras, sin embargo, de su propia voz no se escucha tan simple, trata de hacer la mejor unión sin llegar a un modelo perfecto (como creí yo) pero si logrando mostrar la complementación de ambas (la gastronomía y la arquitectura), haciendo énfasis en que aunque no sepas hacer algo porque no lo estudiaste, aun así lo puedes hacer. “No es un punto de llegada terminar una carrera sino un punto de partida y eso es en lo que me ha servido la arquitectura con mis 18 años de cocinero”.

A pesar de la naturalidad con la que hicimos la entrevista, se había quitado sus chanclas, su bolso cosido estaba entre los dos y una que otra vez se estiraba o rascaba la cabeza, no era lo mismo verlo sin la cámara al frente, es decir, sonaría raro que una persona que grabó dos temporadas de una mini serie dedicada a lo que cocina y que acaba de finalizar el rodaje de un nuevo proyecto con los mismos productores, exactamente el canal local Telecaribe, se sienta incomodo frente a la cámara y al micrófono de un simple celular. Me contó un poco sobre la incomodidad en la primera temporada, él no estaba acostumbrado a nada de eso. Se posaba en su cocina, tomaba todos los instrumentos que iba a utilizar y cocinaba a su gusto, nada del otro mundo, sin embargo, en este nuevo proyecto llamado “Mestizaje” se le hizo más cómodo porque no estaría solo, “la propuesta innovadora que yo había querido siempre, incluso desde que grabe Lo sabe Quessep era mostrar a través del programa, no solo conmigo sino mostrar la riqueza culinaria que tiene el caribe colombiano y su mestizaje, entonces se generaron capítulos donde grabamos con afrodescendientes, con descendientes de Mocaná, con mulatos, con mestizos, con italianos, con libaneses, con judíos, con japoneses, grabamos un poquito con todas esas culturas que hemos visto a lo largo de los años presentes en el caribe para mostrar esa riqueza cultural que tenemos”.

Creí que su vivencia en Barranquilla era estratégica, algo que llevaba planeado, algo que le daba Barranquilla que no le daba otra ciudad, no era así. Con cada palabra que me decía me quedaba claro el provecho que le saca a cada ciudad, y si tuviera que vivir en Boyacá, también diría cosas maravillosas. Recalcó cada momento que cada lugar tiene su identidad, pero sobre todo el caribe colombiano, uno de sus amores más grandes. Esa identidad que lo vuelve loco “eso pa mí es un punto de referencia, un punto cultural donde me encuentro, me sumerjo, me pierdo y me vuelvo a encontrar, es un caos que adoro”.

Todo el tiempo tuvo una mirada a los recuerdos, traté de forzar a que recordara lo más mínimo, sin embargo, esos recuerdos están totalmente frescos en su cabeza, sobre todo si se trata de las personas que lo nutren “otra que hace bollos, u otra que hace un cabrito u otra señora de 84 años y que se da un beso con su esposo y se dicen vamos a seguir bailando y parrandeando la vida, eso pa mi es invaluable, ahí es cuando agradezco el valor de esa gente aparentemente invisible” además que el que verdaderamente conoce a Alex Quessep, sabe que es un amante de la variedad de bollos que tiene el caribe.

La diferencia entre un restaurante y la comida de tu casa, mejor ni mencionarlo. Por esta razón, trata de hacer de la comida de sus restaurantes una pluriculturalidad en los platos pero siempre respetando y sabiendo que “la mejor sopa es la que me hace mi mamá, mi abuela, mi tía porque es con lo que yo crecí comiendo” y eso no se discute.

Una vez le mencionas a Alex sus hijos, sus ojos cafés brillan locamente, sobre todo si hacemos alusión a que alguno decida hacer lo que él hace, tendría todo el apoyo de un padre orgulloso, pero también lo tendrían si fueran abogados, doctores o lo que sea, es simplemente un padre orgulloso de su hija y su hijo. Además es un hermano centrado, conoce sus capacidades y su potencial, pero también cree en el potencial de cada uno de sus catorce hermanos, hijos de diferente madre, “creo que el hecho de ser consiente de tener muchos hermanos tal vez me hace encontrar cuan parecidos somos y que parte de cada uno tiene cada uno de sí” y se siente como un miembro más de la familia con un poder de convocatoria que incentiva y es creyente que de lo pequeño se hacen cosas grandes.

A través de su lenguaje no verbal, que por cierto era muy constante, me ayudaba a entender su pasión por las cosas, sobre todo por conocer lo desconocido, como su viaje a países Árabes por medio de la cancillería colombiana para la elaboración de un libro ilustrado que muestra a los países arables que su cocina ha generado gran influencia en la nuestra, pero que además ha sido una cocina nueva a través de sabores. Anexando que tenemos que alejarnos de lo usual, ir a lo recóndito, buscar lo diferente cada vez que vayamos a un lugar nuevo “te vas a quedar con lo que has probado de su cocina tradicional, de su identidad, la identidad integral que es un manifiesto de la cultura, de la manera de andar, de la comida, de la música, de la jerga, de la forma de la gente, es lo que tú te traes cuando visitas un país” y creo que tiene toda la razón en eso.

Es muy placentero sentarte a conversar con Alex, aprendes con cada frase, es una persona que tiene muchas cosas por decir y también muchas que le gustaría aprender, pero sobre todo es una persona que poco cree en el triunfo. El traduce esta palabra a: ganancias y pérdidas que van de la mano, que todos debemos cometer, que todos debemos pasar por ellas y sobre todo, no acariciar una ‘embarrada’, sobre todo porque “el mundo no es unilateral sino plurilateral, es decir, es plural, se ve desde muchas formas”. Le agradezco mucho recordarme cosas, aprendí demasiado, aprendí que como una de los quince debo continuar el legado “el cual es exaltar nuestras costumbre y tradiciones”.

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