Por: Maria Daniela Sarmiento Cifuentes
Después del éxito de los Hermanos Zuleta, sus descendientes se han encargado de mantener vivo el legado familiar.
Coco llega acompañado de su esposa Dairy y su hijo menor, Emilianito. Entre las primeras impresiones que causa este integrante de la dinastía Zuleta resultan imposibles de obviar su gran sonrisa y su carisma inigualable. Antes de ingresar al lugar donde tendremos una breve charla, Coco decide hacerla sin sus acompañantes, quienes a gusto accedieron y dijeron que esperarían hasta que terminara.
Los Hermanos Zuleta construyeron una gran parte de la historia del vallenato, dejando un amplio legado a sus descendientes para que continuaran la historia. José Enrique “Coco” Zuleta Arzuaga es uno de ellos, y ha decidido dedicar su vida al vallenato, con la interpretación del acordeón de forma tanto tradicional como moderna, para así dar continuidad a los pasos emprendidos por su padre Emiliano Zuleta Díaz.
Coco ha compartido tarima junto a la compañía de Los Hermanos Zuleta, Diomedes Díaz, Silvestre Dangond, Martin Elías, Kaleth Morales, su primo Cabeto Zuleta y junto a muchos otros más personajes del Vallenato.
José Enrique Zuleta, mejor conocido como Coco Zuleta -nombre que le fue otorgado por su padre Emiliano Zuleta- comenta de donde proviene su apodo mostrando una gran sonrisa al recordar momentos junto a su padre:
“Mi papá me decía cocodrilo, cocodrilo de la mafia y me quedé como Coco. Él todavía me dice así cuando quiere molestarme o jugar conmigo; además, yo creo que tenía como menos de un año cuando me decían Coco. Lo digo porque hay un LP que decía ‘para que lo escuche José Enrique “El coco”’ y yo tenía un año o menos”.
Unos de los imágenes que más recuerda Coco es la de su padre tocando el acordeón junto a la compañía de su tío “Poncho” Zuleta. Ambos representaron algunas de sus mayores inspiraciones para ser acordeonero. Coco dedicó su infancia a aprender a tocar el acordeón de forma empírica, notando el trabajo de su padre desde muy temprana edad. Posteriormente decidió estudiar derecho en la universidad Antonio Nariño en la ciudad de Bogotá, pero solo cursó 6 semestres de esta carrera, al no poder renunciar a su sueño de tocar el acordeón y dedicarse tiempo completo al vallenato.
¿En qué momento de su vida se dio cuenta que lo suyo era él Vallenato?
Cuando llegué a Bogotá en el año 97 me salió una propuesta de Sony Music para grabar en Europa por tres meses. Me metí al mundo de la música, y me iba alejando de a poco de la universidad. Trabajaba mucho en la música, lo cual me absorbió, pero me arrepiento de no haber completado el título. Me hubiera gustado tenerlo y presentárselo a mis padres ya que ellos quisieron que estudiara. Aunque hace unos 15 años fui a barranquilla y tuve otras actividades. Fui comerciante y viajaba a todas partes, lo cual también me absorbió y me retiré de la música por un tiempo, pero volví al ruedo junto a mi primo “Cabeto” Zuleta y pues aquí me tienen”.
¿Desde qué edad comenzó a tener ese amor y dedicación a el acordeón?
Desde que yo tengo uso de razón cuando yo sentía que mi papa llegaba a la casa tocando acordeón yo bajaba corriendo y estaba encima y les brindaba de tomar, pasabocas, estaba como pendiente pero como para estar con ellos metido en la parranda… la verdad no inicié como los niños de ahora que tienen academia y eso, yo cogí el acordeón como a los 9 o 10 años.
¿Quién le regalo su primer acordeón?
Yo recuerdo que cuando tenía como 6 años, mi papá me regalo un acordeón pequeño. Un Hohner alemán. Ese fue mi primer acordeón. Yo empecé, pero era como jugando, no entendía bien el lenguaje, entonces no me interesé o yo creo que fue porque mi papá no me enseño. Después, a los 3 años de eso, mi papá me dio un acordeón un poquito más grande, otro Hohner alemán que era como “profesional”. Pero un amigo de mi papá que era militar le dijo (a mi papá) que el hijo quería aprender a tocar, entonces mi papá me dijo: “Hijo, si tú me dejas regalarle esa acordeón al hijo de mi amigo yo te compro una más grande pero que sea profesional y es para ti”, yo de verdad quería esa grande y le dije que se la diera. Cuando él me dio el acordeón nuevo, la profesional, yo comencé a mostrar más interés en la música, me metí de lleno en eso, le comencé a dedicar más tiempo.
¿Por qué cree que el vallenato de hoy en día no continúa sonando como vallenato tradicional?
Yo creo que es por el comercio. la gente está con el afán de expandirse, de crecer, fusionarse para hacerse más populares, pero yo me siento bien con el vallenato tradicional: eso es lo mío, es con lo que yo crecí, con el que me crié y ahora me duele como modifican y alteran a el vallenato. Me duele. Yo sé que la música es universal y que se puede fusionar con cualquier tipo de música, pero mira, yo te pongo un ejemplo: el vallenato es como una india Arahuaca, puedes llevarla a los desfiles de Milán, ponerle joyas, ropa moderna y todo eso, ella se va a ver hermosa, sí, pero ella es más hermosa así como es. Una india Arahuaca. Así es el vallenato: tú puedes unirlo a muchos tipos de música pero él es lindo así como nació. A lo tradicional.
¿Cómo espera continuar con la dinastía Zuleta?
Yo lucharé por esto siempre. Es lo que siento, va en mí, yo viviré siempre por la música. Y yo pienso que nos queda una responsabilidad grande, muy grande y sé que superarla es imposible. Ellos hicieron una labor inmensa. Además, tenemos que guardarla, protegerla y luchar por esto. Es nuestra intención y luchamos por ella todos los días.
Pienso llevar la música de mis viejos a todos lados del mundo. Sé que va a permanecer en el corazón de muchos y que nunca se va olvidar. Va a perdurar y siempre habrá gente queriendo escuchar a los Hermanos Zuleta. Entonces para llegar al corazón de muchos, a nosotros, sus generaciones, nos toca mantener el legado de nuestros viejos.
¿Piensa usted que alguno de sus hijos continuará con la dinastía de los Zuleta?
Hoy en día mi hijo Emilianito, el menor, le gusta la música. Aunque mira, una historia interesante: mi mamá guardo el primer acordeón que tuve, entonces mi mama una vez dijo “el primero de mis nietos que toque la acordeón o muestre interés, se va a quedar con ella”. Mi hijo mayor mostró un poco de interés al principio pero después nada; al segundo, el del medio, le compré un acordeón de dos teclados y el empezó a darle, le mostraba interés, pero lo dejó tirado. Pero ahora el menor, Emilianito, este sí es inquieto, no inquieto de que le llamara la atención por un rato y la deja tirado al otro. Él muestra interés. Y mira que una vez él esculcando en las cosas de mi mamá, le dijo: “Abuelita, ese acordeón que tú tienes ahí, no es tuya, tú no sabes tocar eso, ese acordeón es de mi papá y él ahora tiene varias, dame esa a mí, eso es mío”.
¿Cuál ha sido una de las mejores experiencias a lo largo de su carrera?
Tantas cosas que uno pasa aquí, muchas: haber compartido con mi abuelo, con mi papa, mis tíos, con muchos colegas que ya no se encuentran con nosotros, muchas experiencias – comenta Coco con una gran sonrisa y con la mirada perdida- aquí se viven muchas cosas”.
¿Algún consejo para aquellos que están empezando en el mundo del vallenato?
El consejo que les doy a los que están comenzando es que tengan unas buenas bases. Y para tener buenas bases deben aprender tocar y sentir el vallenato tradicional. Que se enamoren del vallenato y de sus principios para que puedan aprender a amarlo y atraer gente, porque con unas buenas bases, estoy seguro de que el vallenato continuará prevaleciendo y que nuestros nietos puedan disfrutar el ritmo tradicional o sino esto se perderá.
El futuro del vallenato está en manos de las nuevas generaciones. Esperemos que perduren en la historia musical los legados- no solo de la Dinastía Zuleta sino también de todos aquellos juglares que se han encargado de llenar nuestras almas de música. Esperemos que muchos otros artistas continúen el trabajo de todos aquellos que formaron y formarán parte del vallenato y, así, vuelvan a los inicios: el vallenato tradicional, ya que como dice Coco, “La música de antes es pa’ siempre”.