Por: Joshua Cabo y Julieta Montes
Como cada día, Laura se baja del carro de su padre despidiéndose con un beso en la mejilla y un “¡Qué tengas un buen día!”.
Ella camina lentamente hacia la entrada vigilando que el carro de su padre se aleje lo suficiente, para darse media vuelta e ir a comprar, en el puesto callejero frente a la entrada, su habitual paquete de Camel.
Seguido, esta vez sí, entra al campus, se dirige a las inmediaciones, de lo que popularmente es conocido por los uninorteños como “La Media Torta”, y se prende el primer cigarrillo del día para entrar más relajada a la clase, donde le espera una exposición que equivale al segundo corte.
Y como es común, no la tiene preparada, al igual que el flojo de Carlos y la despistada de Julieta. La única que debe conocer las temáticas es Sofía, ya que ella preparó las diapositivas.
Lo resumiré rápido: un fiasco total. Carlos y Laura salen rápido para “celebrar” con un par de cigarrillos su desastrosa exposición. Mientras, observan una partida de dominó.
Luego, se dirige al bloque F donde disfrutará de un pequeño sueñito en su clase magistral de “Historia de Colombia del S.XX”.
Al salir, vuelve a “La Media”. Esta vez, junto a su amiga Katty, con quién se encuentra allí. Mientras Laura fuma, Katty le comenta:
¡Ami!, Tengo algo que contarte.
Bueno, pero tengo “Ra-ra”. Acompáñame a almozar. – Responde Laura.
Bien, pero es importante marica. – Concluyó Katty.
Durante el almuerzo Katty le cuenta que vio “al Camilo” con otra vieja, en una rumba de aleteo, el sábado en la noche, mientras se debate se era sábado en la noche o domingo en la madrugada.
Cabe recalcar, que el Camilo es un chico con quién Laura “tiene un cuento”.
De vuelta a su espacio favorito, hablan sobre todo un poco. Lo mierdas que es “el Camilo”, lo difícil que es la U, si escogió la carrera indicada.
Al mismo tiempo que devora cigarrillos como si de crispetas se tratasen. A lo que Katty comenta:
Ami, ¿no crees que estás fumando demasiado? Tienes que cambiar.
Tal vez Katty dijo estas palabras en un tono amistos, sin mayor profundidad, pero esta última frase quedó rebotando en la mente como el arcaico videojuego de “Pong”, para los primeros computadores.
Después de que Katty se fuera a clase, Laura, mientras fumaba por supuesto, quedó con la mirada perdida hacia las canchas de tenis, quizá más allá, sobre esta frase y su vida.
Después de un extenso rato, cuando su clase de inglés debió haber terminado, a la cuál no fue, se levantó con un aire renovado. No sabría decir cuales fueron las conclusiones de sus reflexiones.
Sólo sé que sacó el último cigarrillo que le quedaba, lo miró, lo partió, lo tiró al suelo y se alejó.
