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Leyendo aquí, leyendo allá, en estos momentos, y de cara a los debates que faltan -y a los del futuro- se puede organizar un decálogo de consejos para que a quien se mande, le vaya bien. En El Punto no podíamos quedarnos por fuera, y aquí van:

  1. Las encuestas son creíbles, pero es menester criticarlas de labios para afuera cuando no nos favorecen. Eso es importante para que nuestros seguidores no se desanimen, pero en la intimidad, deben analizarse para ver cómo se cambia la tendencia. Diga algo por el estilo… de labios para afuera, por supuesto.
  2. En los debates, debes de correr el riesgo de que el contendor te haga quedar mal una y otra vez. No olvides que aunque es vergonzoso y cómico para muchos potenciales votantes, tu discurso y tu actitud es la que tus seguidores quieren ver. O sea, lo primero es no restar votantes, sobre todo si está en suspenso tu paso a segunda vuelta. Ya después se verá.
  3. Si tu contrincante en el debate se empecina en tratar de hacerte quedar mal porque su estrategia es la que acabamos de anotar en el numeral 2, pues aprovéchala: es una oportunidad de oro para lucirte. Digamos que es un gana-gana, pues.
  4. Quizás lo más difícil en un debate es tratar de no quedar mal con nadie, y quedar bien con todo el mundo, pero ni modo: con alguien quedarás mal porque no eres monedita de oro. Más bien trata de quedar bien con quienes te siguen, pues lo menos malo es impedir que se te vayan los electores. 
  5. No hagas comentarios grises, porque, así sean ciertos, corres el riesgo de que se tomen como insulsos y hasta contradictorios. Puede pasar si se habla de temas tan sensibles como “diálogo” o “negociación”, y dices que los defiendes para quedar bien. El riesgo que corres es el de quedar como un ignorante cuando tratas de decir que no negocias con gente al margen de la ley o con violentos. Es que si lo miras bien, esos conceptos de “negociar y dialogar” suponen la existencia previa de contradictores, contrarios o enemigos. Mejor dicho, si puedes evitar esos temas, mejor. Incluso, para explicarlo aquí es complicado.
  6. No lances desafíos que nunca serás capaz de enfrentar ni niegues lo evidente. El difunto Roberto Gerleín Echeverría daba un sabio consejos a quienes se dedican a la actividad política: “no pidas que te investiguen, porque te investigan”.
  7. No patines, ni te quedes largo rato pensando porque eso da mala espina. No solo das una sensación indeseable de que eres inseguro, sino que tu silencio puede interpretarse como una especie de rastreo en la imaginación a ver qué te inventas para no quedar mal. Un pequeño lapso, muy breve, puede dar la idea de que estás elaborando bien el pensamiento, pero si te pasas de tres segundos, ya se capta al revés.
  8. Si recibes una pregunta cerrada y no quieres enredarte, pues contesta sí o no y ya, y agotas la pregunta del contrincante en un parpadeo, lo dejas sin palabras. Ten presente que el error fue de él que no hizo bien la pregunta, y no tuyo. Y si te toca a ti preguntar, haz la pregunta abierta y tienes dos opciones: preguntarle algo realmente embarazoso, de lo que no pueda escapar. O preguntarle una tontería que genere una respuesta tonta que ya conoces: es por si acaso responde bien.
  9. Un buen candidato debe ser, en principio, muy honesto, pero como mínimo, debe ser un buen hipócrita. A cualquiera de los dos, les puede ir bien en el debate y en toda la contienda electoral, pero la ventaja del primero es que puede captar votantes entre los indecisos. Lo que le corresponde al hipócrita, para conseguir lo mismo, es lucir como honesto. En este caso, hasta ventaja doble tiene.
  10. Y recuerda que muchas veces no se trata de decir lo correcto ni lo que realmente funciona, sino lo que tu electorado quiere escuchar. Ya le pasó a Alfonso López Michelsen en las elecciones de principios de los 80 del siglo pasado: tanto se empecinó en demostrar que las propuestas de Belisario Betancur eran imposibles de cumplir (casas sin cuota inicial), que terminó por facilitarle un eslogan triunfador a su contendor: “sí se puede”, y sí se pudo… 
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Comunicador social-periodista (1986), Magíster en Comunicación (2010), con 34 años de experiencia periodística, 24 de ellos como redactor de planta del diario El Tiempo (y ADN), en Barranquilla (Colombia). Docente de Periodismo en el programa de Comunicación Social (Universidad del Norte) desde 2002.

jfranco@uninorte.edu.co