Una vez abres la primera página de Lo que no tiene nombre —un libro publicado en 2013 por la célebre poeta y novelista colombiana Piedad Bonnett— sabes que estarás a punto de sumergirte en un historia triste, poco convencional, de aquellas cuyo dolor es otro lente de la realidad.
Leer sobre el suicidio era algo externo, algo que llegaba y con las mismas se iba, algo que pasaba sin mayor importancia. En contraste, Bonnett nos ayuda a reconstruir ese concepto, tan popularmente vacío, a través de la historia de Daniel, su hijo; tan solo imagínenselo. Estamos acostumbrados a leer las historias de aquellos que sobreviven, pero qué pasa con quienes mueren, qué dejan atrás, a quiénes. Lo que no tiene nombre es un homenaje enlazado a un acto de amor dolorosamente hermoso. Dicen por ahí que las personas mueren cuando las olvidamos, Bonnett encapsula la historia de aquel que parió, en un libro que quedará para eternidad.
Por: Valentina Álvarez Monsalve
A veces no es necesario estar dos metros bajo tierra para sentirse un muerto que vive bajo un mundo que no entiende. Así era Daniel, un joven artista que tenía tanto por decir, hacer, pintar, crear. Él, sin duda, fue la prueba de cómo a veces la pasión del corazón se apaga bajo el peso de una pelea donde no tienes a los pensamientos y sentimientos a favor. Daniel vive en esencia, al ser la representación de lo injusta que puede ser la vida cuando una enfermedad mental llega y azota sin piedad alguna. Un raspón lo desinfectas, lo cuidas, lo curas. La cabeza la enciendes pero no sabes cómo la apagas. Daniel era un hombre que se preparó para morir. Sí, se mató. Tuvo que morir para ganar lo que muchos hoy llamamos paz, algo que la esquizofrenia sin duda no lo ayudó a conseguir.
El libro se compone de cuatro capítulos muy bien escritos en primera persona. Mas allá de la historia de Daniel, Bonnett desarrolla su relato describiendo todo lo que ha sido su proceso de duelo, esto lo consigue reuniendo no solo lo que siente y ve, sino todo lo que ha aprendido de otros autores que han escrito sobre la muerte. A nivel periodístico, hay una denuncia social clara sobre los jóvenes y la salud mental, quizá el suicidio no sea algo nuevo, puede que sea un mal del cual ya habíamos escuchado. Lo que no tiene nombre expone, a través del dolor de un duelo, una crítica a nuestra sociedad; aquella que normaliza o invalida los trastornos y enfermedades mentales.
Esto me recuerda un poco al libro Maleducada del escritor colombiano Antonio Ortiz. Por una parte, Maleducada cuenta cómo las familias disfuncionales y la agresión escolar son factores clave que hacen que muchos jóvenes busquen un refugio en sustancias que los hagan desinhibirse de aquello que duele. Bonnett, por otra parte, apuesta por una historia donde el personaje principal lo ha tenido todo, menos así mismo. Lo que une a las dos obras es la importancia de que exista un balance en la vida externa e interna. Daniel tomaba pastillas que lo ayudaban a controlar su trastorno, tenía citas recurrentes a psicólogos y psiquiatras, lo tenía todo para hacer de su vida algo normal y lo intentó, pero entre más pasaba el tiempo, más se desconocía. Vivía en un mundo que no era de él: su voz interior ya no era suya.
Lo que no es no tiene nombre fue la creación magistral de Bonnet para darle a la vida, a la muerte y a la pena, un sentido. Nunca había leído algo parecido a esto y creo que todos deberíamos hacerlo: mamás y papás para entender y leer posibles señales en sus hijos. E hijos también deben leerlo, porque por más rabietas y desacuerdos que tengan con sus padres, les podría ayudar a entender lo amada y valiosa que es su existencia para aquellos que tienen cerca.
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Luis Mario García Buelvas
Gran reseña! Capturaste mi curiosidad de leer esta obra