Por: Wilbert Daw | Foto: @FIFAcom
No hay más orgullo para una nación que acoger un evento de escala internacional. Más aún si dicho evento es deportivo ya que puede usarse no solamente como una forma de entretenimiento sino que además es aprovechado con fines políticos y económicos por el país sede.
Por ende, siempre hay una gran expectativa por conocer el territorio que acogerá el campeonato del mundo de fútbol puesto que, por lo menos, su nombre no dejará de ser mencionado por al menos cuatro años o más durante el transcurso de las clasificatorias al certamen.
Esto es lo que demuestra la excesiva cantidad de países que se han postulado por Sudamérica para organizar conjuntamente la edición 2030 del certamen orbital. Lo que empezó como una propuesta llamativa por parte de Argentina y Uruguay terminó en tener dos naciones subiéndose al bus del mundial por la puerta trasera (Paraguay y Chile) y otro que sigue corriendo, conversando y haciendo ‘lobby’ para que lo incluyan en la candidatura (Bolivia).
Sí, no está usted leyendo mal. Cinco países están aspirando organizar el campeonato mundial de fútbol 2030, algo nunca antes en la historia de este deporte.
Lo más cercano a la situación que describí anteriormente fue la ocurrida en 2007, cuando Vietnam, Malasia, Indonesia y Tailandia organizaron en conjunto la Copa Asiática de aquel año, siendo -hasta ahora- el torneo FIFA que contó con la mayor cantidad de países anfitriones en la historia del fútbol.
Ahora seguro estará preguntándose cómo es que un mundial llegó a tener una postulación de 5 naciones anfitrionas. La respuesta está en la misma Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA).
Cuando apenas arrancaba el proceso eliminatorio a Rusia 2018, Argentina y Uruguay pusieron las cartas sobre la mesa. El 29 de septiembre del 2015, las dos naciones del río de la plata anunciaban públicamente su candidatura a realizar el campeonato mundial del 2030.
Desde instante, se dio casi por sentado que la postulación rioplatense tenía todo para quedarse con el certamen gracias a una fuerte connotación histórica. En el 2030, se cumplirán 100 años de la creación del campeonato mundial de fútbol de la FIFA cuya primera sede fue Uruguay. Además, la primera final de aquel torneo la disputaron precisamente uruguayos y argentinos, por lo que una postulación conjunta para esa competición caía como anillo al dedo.
Pero la FIFA cambió las reglas de juego. Unos meses después, Gianni Infantino, presidente de la entidad, anunciaba el aumento de participantes de la fase final del mundial de 32 a 48 equipos a partir del 2026, haciendo casi imprescindible tener por lo menos tres países en una candidatura al mundial, tal como lo hicieron Canadá, USA y México, quienes organizarán la edición 2026 del certamen.
Allí entró a jugar un papel clave Alejandro Domínguez, presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), entidad que tiene su sede en Luque (Paraguay). Gracias a la insistencia de Domínguez y varios directivos del ente rector del balompié sudamericano, Paraguay se coló en la candidatura de Argentina y Uruguay.
Ya cuando todo parecía definido, el presidente de Chile Sebastián Piñera sorprendió a todos anunciando la adhesión de su país a la postulación del mundial 2030 en marzo de este año. Así, argentinos, uruguayos, paraguayos y chilenos relanzaban su intención de acoger el certamen futbolístico.
En los últimos días, el presidente de Bolivia Evo Morales reconoció el interés de su país por organizar el mundial 2030 y ya ha tenido reuniones con su homólogo argentino Mauricio Macri al respecto, aumentado a cinco los países sede del torneo. Con esto queda claro la transformación gradual de la candidatura sudamericana. Pero, ¿qué puntos tiene a favor y en contra?
A favor tiene el detalle de que son naciones en los que no tienen que hacerse muchos kilómetros de trayecto. Además, todos son países que hablan español, un aspecto que facilita bastante la logística del campeonato. Sin embargo, son más los puntos en contra de esta candidatura.
Sumado al ‘sancocho’ de países que se cuelan en esta postulación, se da una fuerte estocada a la eliminatoria sudamericana. Recordemos que con la ampliación de 32 a 48 participantes en la fase final, Sudamérica pasará de tener cuatro cupos directos al torneo a seis más uno a la repesca.
Si es elegida la candidatura de la región, la eliminatoria solo se disputaría entre 5 equipos (Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) luchando por un cupo y medio al mundial. Aunque ganaría en emociones el torneo, se estaría sirviendo en bandeja de plata la clasificación de Brasil y el resto lucharía por lograr un puesto en la repesca. Eso sí, aún falta mucho para ver cómo se dan las cosas en el 2030 futbolísticamente hablando.
Lo segundo pasa por el tema de la altura. De llegar a incluirse Bolivia como sede, lo más probable es que ciudades como La Paz y Cochabamba, ciudades ubicadas a más de 3.000 metros de altura, queden escogidas como subsedes. Esto generaría un desgaste físico mayor para los equipos que jueguen en territorio altiplánico con respecto al resto de participantes del torneo.
El tercer punto -quizás el más importante- pasa por un tema de FIFA. Como la candidatura escogida para realizar el mundial 2026 fue una del continente americano (Canadá, USA y México), lo más seguro es que para la siguiente edición se escoja la propuesta de una nación no americana. En la historia de los mundiales nunca se han realizado dos mundiales consecutivos en América y, por si eso no fuera poco, las otras candidaturas tienen elementos fuertes como para ser elegidas.
La postulación de España-Portugal-Marruecos resulta atractiva por la posibilidad de disputar un mundial en dos continentes distintos (Europa y África), algo novedoso en el certamen. Otra propuesta es la de China-Japón-Corea que tiene su particularidad en que las dos Coreas colaboren mutuamente para llevar a cabo el torneo en sus territorios.
Una muy interesante la del Reino Unido, que espera realizar el torneo en cada uno de sus territorios miembro (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte). Sin duda es un contrapeso fuerte pues el hecho de que en suelo británico se gestaron los inicio del fútbol moderno podría servir como un argumento de peso sumado a las facilidades logísticas que tienen ellos para realizar el campeonato.
Finalmente, las más reciente candidatura se gestó el pasado 13 de abril y es la de Grecia-Serbia-Bulgaria-Rumanía, aunque esta podría salir de la baraja de candidatos rápidamente ya que también aspiran a organizar la Eurocopa 2028.
En todo caso, la sensación general en los amantes del fútbol sudamericano es que la candidatura que opta por regresar el mundial a la región luce improvisada y abultada por la cantidad de países que aspiran a realizarlo. Lo positivo de este asunto es que aún queda tiempo para la elección de la sede -será en 2022- y ojalá ese tiempo pueda ser usado para ajustar detalles y reconsiderar la propuesta, pues el sentido histórico de la realización del Mundial 2030 en Sudamérica se diluyó totalmente por culpa del oportunismo de nuestros dirigentes tanto a nivel futbolístico como político.