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Desligado del protocolo y las formalidades, el reconocido economista e investigador colombiano Adolfo Meisel Roca conversó con el periódico El Punto sobre sus temores, su infancia, lo que sueña y cómo mira su futuro.

Por: Camilo Vásquez Sánchez @camilovasquez4

El Caribe colombiano ha sido la región donde ha transcurrido la mayor parte de la vida uno de los historiadores económicos más importantes del país.

Adolfo Meisel Roca nació en Barranquilla un 12 de enero de 1954, realizó sus estudios de kínder en el Colegio Del Prado, ubicado en ese entonces en el barrio Bellavista y, posteriormente, se trasladó, junto con sus padres a Cartagena,  donde fue criado. Allí cursó su primaria y secundaria en el colegio Jorge Washington.

Así como es de apasionado por los atardeceres en el mar, también lo es por el estudio y la investigación. Posee una vasta formación y una reconocida trayectoria profesional. Es economista de la Universidad de los Andes, magíster y doctor en Economía de la Universidad de Illinois, magíster en Sociología de la Universidad de Yale y realizó estudios avanzados en Economía Internacional en el Instituto de Economía Mundial de Kiel. Se ha desempeñado como codirector de la Junta Directiva del Banco de la República y como director general del Icetex.

Es inevitable el vínculo de Meisel con la Región Caribe, lo que lo ha llevado a preocuparse por los problemas socios económicos que aquí persisten. En sus investigaciones ha reflexionado sobre el origen de la pobreza, el rezago social y el ausente liderazgo costeño en el gobierno nacional. Meisel se mantiene optimista, cree en la acción colectiva por el futuro del Caribe y le apuesta a la renovación del liderazgo desde la educación. Está de vuelta en su ciudad natal, esta vez como rector de la Universidad del Norte.

“Siempre he dicho que soy diomedista, juniorista y Caribe”.

¿Cómo estuvo marcada su infancia?

Mi infancia estuvo marcada por el mar. Mis primeros recuerdos tienen que ver con él. Me gustaba tanto el mar que venía del colegio y me metía con zapatos y todo. Entonces me llevaron a donde el médico para ver si yo sufría de adenoides – ríe – y era por eso porque me metía al mar con ropa. Me mostraron hasta una calavera, diciéndome que me tenían que operar, y esa fue la manera en la que me disuadieron para bajarme del bus.

Detrás de uno de los pensadores más importantes de la región en materia económica, ¿Se encuentra una persona apasionada por el Caribe, su gente, su cultura y por supuesto la música?

Yo soy musicalmente sordo, no tengo buen oído, pero siempre escuché música. Soy de una generación que oía radio y antes de acostarme yo escuchaba mucho vallenato y noticias.

¿Y radionovelas también?

No, radionovelas nunca. Una de mis abuelas era la que escuchaba radionovelas; mi otra abuela no: veía eso como mal. Era una mujer religiosa y dedicada a la oración y a otras cosas, pero a mí nunca me llamó la atención.

¿Qué  artista vallenato le gusta en particular?

Diomedes Díaz. Yo soy diomedista ciento por ciento… siempre he dicho que soy diomedista, juniorista y Caribe.

¿Qué lo conmueve más?

Un atardecer en el Caribe colombiano con el mar al frente.

¿A qué le teme?

Una de las cosas a las que yo le temo es a perder la vista, que ha sido fundamental para mí en la lectura. Por eso cuando los médicos me dicen que me opere de la miopía yo les digo que “eso me da miedo”, a lo que ellos me responden que solo del 3 al 5 por ciento quedan mal –ríe –. Eso es una probabilidad alta para mí, prefiero quedarme como estoy. Uso gafas desde los 20 años y no me incomodan, así que nunca me operaria de los ojos.

¿Cuáles son los ideales de vida en los que usted se basa, que siempre tiene presente?

Tener unas condiciones de vida dignas, todas las personas merecemos eso. No soy una persona materialista, no me interesa tener lujos, pero debemos tener lo básico. También me apasiona la lectura y los libros no son tan costosos. Mejor dicho, tengo más libros de los que puedo leer y todavía sigo comprando. La lectura me hace muy feliz. Por último, la familia, para mí es muy importante.

“Tener unas condiciones de vida dignas, todas las personas merecemos eso. No soy una persona materialista, no me interesa tener lujos, pero debemos tener lo básico”.

¿Cuál es el plato que no puede faltar en su mesa?

Infortunadamente, yo como más fritos de los que debería comer. Me gusta el pescado frito, por supuesto; una buena sierra frita, un pargo frito con patacón y arroz de coco y aguacate, no lo cambio por nada.No me gusta el pescado de río: me sabe a tierra; y la lisa tiene demasiada espina, solo se puede comer en arroz. Me quedo con el pescado de mar.

¿Cómo ve a los jóvenes de la región?

La vida es la renovación de las generaciones y la gente que innova es la gente nueva. La gente vieja como que el disco duro, y la creatividad se va perdiendo. Las grandes innovaciones están hechas por jóvenes, ellos vienen con nuevas perspectivas vitales de cualquier sociedad.

¿Qué particularidades debe tener un gran líder?

Yo creo que para ser un líder hay que tener, sobre todo, convicciones muy profundas en cuanto al bienestar colectivo, y eso normalmente implica tener muy claro algunos principios fundamentales, unos principios humanos que a veces lo han dado las religiones y también lo ha dado el humanismo. Ycreo que hay que tener una visión de hacia dónde debe ir la sociedad. Esas dos cosas son fundamentales: los valores y la visión.

¿En esto se basa su liderazgo?

Quisiera pensar que sí. Eso trato, pero uno es lo que es y tiene siempre muchas limitaciones. El reto para uno es tratar de llegar al cien por ciento de su potencial. Siempre he dicho que lo triste es cuando una persona no alcanza el cien por ciento de su potencial. Hay personas que admiramos, hay otras que tienen características muy malas, y que todos despreciamos, pero la mayoría de los seres humanos estamos cercanos al promedio. Entonces, mi reto es sacarles el máximo provecho a los recursos limitados con los que cuento.

Desde que llegó a la Rectoría de la Universidad del Norte, Meisel emprendió una campaña pro lectura.

 

“La vida es la renovación de las generaciones y la gente que innova es la gente nueva”.

En la ciudad existió un colectivo de intelectuales que reflexionaron en materia cultural. ¿Le hubiese gustado pertenecer al Grupo Barranquilla?

No sé si yo hubiese encajado en el Grupo Barranquilla – ríe –. Yo tengo un talante más disciplinado que buena parte de ese grupo; un talante más signado por el trabajo constante, por la orientación hacia las Ciencias Sociales. Hay una gran excepción: Gabriel García Márquez, una persona con una disciplina enorme. A los otros no estaríamos mencionándolos ni siquiera probablemente si no hubiese existido Gabo. Yo alguna vez dije que Gabriel García Márquez era un “animal literario”, una persona con una concepción literaria de la vida.

¿Qué ciudad prefiere de la región?

Yo me quedo entre Barranquilla y Cartagena. Ese ha sido mi vida, ir y venir entre ambas ciudades. Recuerdo que iba en una vieja camioneta Ford modelo 57 de noche con mis padres, por la carretera La Cordialidad, y estaba recitando un poema a la madre que había aprendido en kínder; y esos primeros recuerdos están asociados con ese ir y venir entre Barranquilla y Cartagena porque mis cuatro abuelos vivían en Barranquilla e íbamos a visitarlos. Yo veía a esta ciudad como un mundo luminoso porque se conseguía pan por per níquel, comprábamos las salchichas donde un polaco, y a mi papá le gustaba tomar sifón en la 72  – dice nostálgico.

¿Pensó convertirse en codirector del Banco de la República?, ¿Fue muy complejo el camino para llegar a ese puesto?

Fueron 31 años de trabajo en el Banco de la República. Yo le digo a la gente joven que a veces quiere llegar muy temprano, que hay que trabajar duro, que se tiene que evolucionar. Ingresé como economista investigador sin ninguna influencia en el Banco, e hice una carrera ascendiendo lentamente a través de los escalones. Yo creo que habrá gente que lo hace de una manera más abrupta, no sé qué tan conveniente es. Yo sé que la mayoría de las personas debemos tener un ciclo normal de maduración.

Usted menciona en su libro “El liderazgo y el futuro del Caribe colombiano” que en el interior del país siempre han existido estereotipos en torno a los costeños, lo que genera un clima de discriminación por el trato desigual y denigrante. Durante su estancia en Bogotá como codirector del Banco de la República ¿Alguna vez fue discriminado por su forma de ser?

No que yo recuerde, pero a veces se percibía esa posición hacía nuestra región ante lo cual fui muy vehemente, ante la defensa no solo del Caribe colombiano, sino de la periferia colombiana y de los grupos excluidos de este país.

En un futuro cuando finalice esta etapa como rector de la Universidad aparte de seguir investigando y escribiendo, ¿A qué se va a dedicar?

A leer, a leer. A tratar de leer libros que aún no los he podido sacar el tiempo. Aspiro sentarme en una mecedora en el balcón y que nadie me moleste.

¿Por qué no en una hamaca?

Bueno no, porque yo no leo en hamaca. Yo lo hago sentado, es más muchas veces leo en el escritorio. Un primo mío decía: “tú lees como si estuvieras regañado”. Me gusta leer en mi escritorio porque allí puedo tomar apuntes, hacer comentarios al margen del texto. Depende los textos, los más analíticos me gusta leerlos en el escritorio, y los textos más libres, como la literatura, los leo sentado en el balcón. En la hamaca me quedo dormido.

Aparte de que tienen un vínculo muy profundo con la Costa, ¿Por qué sueña con esta región?, ¿Por qué le apunta tanto?

Es una de las regiones más pobres de Colombia. Es una región con un alto potencial, y yo creo que sí se toman las decisiones adecuadas es una región que podría tener un mayor desarrollo del que tiene.

Se ha graduado de las mejores universidades del país y del mundo, ha ocupado altos cargos y también ha realizado aportes significativos en materia de investigación económica, ¿Cuál o cuáles son los sueños laborales y personales que le falta por lograr?

Un sueño académico que tengo es reescribir lo que iba a hacer mi proyecto de tesis de pregrado que no la hice como tesis de grado, sino por otra modalidad porque era más rápida. Quiero reescribir ese artículo que se llama “Esclavitud, mestizaje y hacienda en la provincia de Cartagena”. Ese es uno de mis proyectos para un futuro no muy lejano.

Otro sueño que tengo a nivel personal es ir a Grecia, ese es mi viaje soñado. Tengo una profunda admiración por los griegos clásicos, por lo que aportaron al pensamiento de la humanidad. Marx decía que, “los griegos eran los niños genios de la humanidad”. Realmente tengo ese sueño, es el único sitio en el mundo que yo diría que sí quiero ir, caminar por el ágora, por los sitios por donde caminaron Sócrates, Platón, Aristóteles, y en donde se forjó la democracia, una de las instrucciones más importantes para la historia de la humanidad.

“No me llama la atención la política. Me siento más cómodo escribiendo, dando clases, esa es mi vocación”.

¿Qué es democracia?

La democracia es el gobierno colectivo, y en ese gobierno colectivo es fundamental el diálogo, el debate, la confrontación de las tesis. No es simplemente el voto de las mayorías, sino un espacio de diálogo en donde puedan salir las mejores soluciones para el conjunto de la toda la sociedad.

Si empezara nuevamente ¿qué profesión elegiría?

Es un tema complicado – ríe –. De niño quería ser arqueólogo. Esa es una posibilidad, pero en esa época, en la Cartagena de finales de 60, ser arqueólogo era una cosa exótica, pero también consideré estudiar medicina. Me atrajo la arqueología, la medicina, la literatura, tuve la oportunidad de hacer un doctorado en literatura por un profesor que me ofreció una beca, pero no me sentí con el talento suficiente para ser un escritor, pero ahora que tu me haces pensar en ese tema descartaría la medicina, la historia que me gusta tanto, la literatura, la economía, la sociología y lo único que queda allí, digamos en el sedimento de mi corazón es el amor por la arqueología. Me hubiese gustado ser un arqueólogo.

¿Quiso o quiere ser presidente de Colombia? 

Nunca, aunque como todo niño, quise ser presidente de Colombia. Cuando estaba en el colegio fui muy activo en el consejo estudiantil de mi colegio, pero la política ya no me tienta, a estas alturas de mi vida lo tengo claro. No me llama la atención la política. Me siento más cómodo escribiendo, dando clases, esa es mi vocación. Me considero una persona con vocación académica. Es lo que he hecho toda mi vida y lo que me parece placentero.

¿Una reflexión de vida que quiera compartir?

Lo más importante en la vida es hacer lo que uno quiere hacer, eso con un límite. También actuando con tolerancia, pero tratar de hacer la mayor parte del tiempo lo que a uno le gusta. Ese es el secreto de la vida.

Y en mi caso, siempre un reto: Tratar de desarrollar al máximo mi potencial, uno se puede exigir siempre un poquito más.

“Tratar de hacer la mayor parte del tiempo lo que a uno le gusta. Ese es el secreto de la vida”.

Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

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