Por: Wilbert Daw
Fue entonces cuando comprendí de qué se trataba todo esto. El famoso tesoro del que tanto se rumoreaba era una colección de camisetas de fútbol que recorrían la historia del elenco caribeño y otras escuadras del balompié nacional e internacional.
En las calles de Barranquilla se teje un secreto. Un rumor recorre sus vías de polo a polo. Todos lo hablan, pero nadie logra especificar exactamente de qué se trata. Si uno es afortunado, puede lograr encontrar aquel murmullo en el corazón de la ciudad. Primero un bus, luego una famosa ‘Dacia’ y hasta un mototaxi se requiere para averiguar lo que traen entre manos en dicha zona de ‘La Arenosa’.
Luego de pasar por todo el recorrido descrito previamente, el secreto al fin es revelado. Una pequeña casa adornada con los colores rojo, azul y blanco en su reja se percibe a la vista. Como si no bastara con eso, un escudo del Junior en medio de la reja simboliza que en dicha vivienda viven un hincha del elenco ‘Rojiblanco’.
De pronto, un joven me da la bienvenida. Dice llamarse Jaime Prada, un estudiante de derecho de la Universidad del Atlántico. Él abre la reja y me hace pasar en aquella casa. Allí me presenta a Joan Nieto, el dueño de la vivienda. Con 33 años, vive con su esposa y su gata. Todo parece tranquilo hasta que Jaime dice lo siguiente: “deja y bajo las cosas que te vamos a mostrar”.
Suben al segundo piso de la casa. Tras algunos minutos de espera, empieza un desfile de camisetas de fútbol. Muchas de ellas huelen a caribe. Huelen a Junior. Cada vez que bajaban un lote, era como si un jugador ‘Rojiblanco’ hiciese presencia.
En un primer lote aparecía la ‘24’ de Martín Arzuaga cuando los ‘Tiburones’ se alzaron con su sexto título en 2010. En otro, Álex Didí Valderrama decía presente. Incluso rivales recientes del elenco ‘Currambero’ como el brasilero Jonatan, autor del penal definitivo que le dio la Copa Sudamericana 2018 al Athlético Paranaense, tampoco se quería perder de este encuentro sin precedentes.
Sin ser seguidor de Junior, pero sí un apasionado por la historia del fútbol colombiano, quedé anonadado por la cantidad de historia que observaba alrededor. Fue entonces cuando comprendí de qué se trataba todo esto. El famoso tesoro del que tanto se rumoreaba era una colección de camisetas de fútbol que recorrían la historia del elenco caribeño y otras escuadras del balompié nacional e internacional.
Es entonces cuando Joan y Jaime se sientan en unas sillas blancas y, ante el caminar vigilante de la gata de Joan, empiezan a contar su historia.
El principio de una pasión
Para Joan Nieto, su pasión por el fútbol empezó desde que estaba en el vientre de su madre. O al menos es lo que le cuenta su progenitora. “Dice mi mamá que yo soy hincha de Junior desde que nací porque nací un 13 de noviembre de 1985, día en que Junior jugaba con Bucaramanga en el Romelio Martínez.
}El doctor que me ayudó a venir al mundo era un furibundo hincha de Junior. Cuando lo llamaron al bipper, llegó todo bravo a la clínica diciéndole a mi madre que por qué preciso tenía que venir hoy que juega Junior”, recordó Joan, quien acompañó este relato con otra curiosa anécdota.
“A mí me decían ‘Junior tu papá, Junior tu papá, Junior es tu papá’ y yo respondía en mi inocencia que Junior no era mi papá, que mi papá se llama Neftalí. Después me explicaron que Junior no era mi papá sino el papá de todos los equipos en Colombia”, señaló.
De niño, Joan le insistió tanto a su padre de llevarlo al estadio a ver su segundo padre que don Neftalí no tuvo más remedio que cargárselo con 6 años al Metropolitano Roberto Meléndez para presenciar un Junior 0-0 América de 1991. Contrario a su compañero, a Jaime Prada le tocó esperar un tiempo más para ver al equipo de sus amores en vivo y en directo.
“Ya yo era muy juniorista, pero la primera vez que estuve en el estadio fue en 2008, cuando Giovanni Hernández se estrenó en Barranquilla.
»Recuerdo que por la ansiedad fui seis veces al baño. Iba perdiendo Junior 0-2 ante Envigado y mi mamá nos hizo salir del estadio faltando cinco minutos para que se acabara el partido porque el ambiente estaba tenso. Cuando bajábamos por el caracol, escuchamos ‘Gol’.
»Seguimos bajando y escuchamos otra vez ‘Gol’. Unos vecinos que nos acompañaron se quedaron viendo a mi mama con una cara”, relató Jaime mientras intentaba reproducir el gesto de molestia de sus vecinos para con su madre.
A diferencia de su coequipero Joan, a Jaime la pasión por Junior le fue inculcada por un vecino suyo que, por cosas del destino, se terminó convirtiendo en su compañero de estadio.
“Mi papá es juniorista, pero no me lo inculcó como tal. Él cumplió con el deber de llevarme al estadio, de comprarme mis primeras camisas, contarme anécdotas, pero es algo curioso. Recuerdo que Pedro Vega, quien es mi vecino y es como si fuera mi abuelo, tenía un cuadro de Junior campeón de 1993 puesto en la cocina.
» Recuerdo que él vendía cerveza y Pony Malta y todos los días iba a comprar Pony allí. Yo siempre veía ese cuadro y lo veía con ilusión. Empecé a preguntar quiénes eran ellos y él me contaba anécdotas. Incluso terminamos abonándonos y nos convertimos en compañeros de estadio. Lastimosamente por cuestiones de salud, no hemos podido seguir siendo compañeros de estadio”, explicó.
De la pasión al coleccionismo
Conforme el amor al Junior crecía, Jaime Prada empezó a coleccionar elementos relacionados con el deporte más popular del mundo.
“Desde muy pequeño me han encantado el tema de las camisetas. Lo que pasa es que uno de pequeño no maneja el dinero necesario, pero uno se va puliendo en cosas como que la camiseta original no es lo mismo que la ‘chimba’, que la de tienda no es igual a la de utilería, que la de liga no es igual a la de Copa Libertadores”, explicó este joven coleccionista, quien usó el tema del coleccionismo para hacer una analogía con las etapas del hincha.
“Cuando uno es pequeño, el ejemplo que tiene de hincha es el barrista. Ya cuando uno crece, entiende que no es el mejor ejemplo de hincha y uno va quemando esas etapas”, aseguró.
Gracias al tema del coleccionismo fue que pudo conocer a Joan y empezar con una alianza que aún hoy perdura.
“Nos conocemos desde 2013 por una nota que salió en Al Día de un coleccionista que lastimosamente vendió su colección y ya se encuentra retirado. Pero fue la primera persona que unió a un grupo de coleccionistas de Barranquilla. Joan colecciona meramente camisetas, yo colecciono banderines, medallas, balones, todo lo relacionado con el fútbol”, resaltó.
Para Prada, como lo conocen sus allegados, el coleccionismo va más allá del coleccionar camisetas, venderlas o intercambiarlas. Para ello, el coleccionista debe asegurarse de que quien use el artículo a vender o canjear cuide y valore el elemento de la misma forma que lo hizo su antiguo dueño.
“El coleccionismo tiene algo muy bonito y es que se maneja cierta meritocracia por decirlo de alguna manera. Tú buscas a la persona que no solamente tenga el dinero para comprarla sino que realmente la va a valorar.
»Y ocurre algo muy curioso y es que aquí en Barranquilla no tiene la actitud de guardar o preservar cosas y el coleccionismo está en pañales en Colombia”, afirmó el estudiante de derecho.
El hecho de que el coleccionismo colombiano esté aún en obra negra hace que tengan que buscar muchos de sus modelos fuera del país ya que, en opinión de estos Joan y Jaime, “en el extranjero preservan más, sobre todo en Argentina”.
Algo que ellos consideran positivo “porque hay buenas camisetas”, pero también negativo ya que “manejan distintos precios” a los que se dan en nuestro país”.
Según estos coleccionistas, una prenda puede estar valorada entre 400.000 y 1’000.000 de pesos colombianos dependiendo de ciertos detalles. Sin embargo, la prenda por la que más han pagado ha sido una de sus camisas más antiguas, que le salió en 650.000 COP.
“Era de un buen amigo mío. Me la vendió porque no era hincha de Junior y porque tuvo un apuro económico y le tocó vender su colección”, complementó Prada.
Estas peripecias del mercado de coleccionistas están a la orden del día. Incluso, Joan y Jaime han perdido la oportunidad de seguir alimentado su colección debido a los afanes económicos de ciertos contactos suyos en el extranjero.
“Aquí aplica la frase de Valdano: ‘El fútbol es lo más importante y lo menos importante’. Por esa necesidad que la persona tiene de salir de la camisa rápido pues vende la camisa por otro lado. Se nos han escapado varias así. Hubo dos de (Carlos) Ischia, local y visitante, que se nos escaparon”, aseguró Prada.
“Junior, tú vas a tener el museo que te mereces”
Además del coleccionismo, Joan Nieto y Jaime Prada tienen un sueño en común: fundar el museo rojiblanco Micaela Lavalle Mejía. Este proyecto lo comparten con otro colaborador de nombre Diomedes Díaz que, irónicamente, le gusta la salsa y detesta el vallenato, además de poseer el objeto más antiguo de la colección que es una camiseta usada por Carlos ‘El Papi’ Peña durante la década de los 60.
Joan es el impulsor de la idea, que se le ocurrió cuando fue contactado por un miembro del Junior en 2014, año en que el elenco ‘Currambero’ cumplía 90 años de vida.
“Una persona dentro del club se dio la tarea de buscar camisetas porque quería hacer una especie de museo en el estadio. Él supo de los coleccionistas y empezó a contactarlos. Una amiga que es periodista me contactó y me expuso el tema.
»Yo inmediatamente dije que no porque ya olía algo raro en el tema, pero ella me convenció y decidí ir con un amigo que por ese entonces me surtía de camisetas. En ese tiempo no tenía la mira centrada sobre camisas de utilería y ese tipo de detalles, sino que coleccionaba por coleccionar.
»La persona buscaba que cediera la camisetas que teníamos a cambio de balones, camisas y sudaderas del patrocinador oficial del equipo en aquel momento que era Umbro. En ese momento yo contaba con camisetas de la edad mía y para cambiar eso por camisetas actuales, consideraba que era un trato injusto”, expresó.
Sin embargo, aquel trato injusto no fue lo que disgustó a Joan.
“En esas seguimos conversando y empecé a preguntarle qué más ha conseguido por ahí y él me dice que tiene la camiseta campeona del 2004 y yo dije ‘¿sí?, muéstremela que yo aún no la tengo’ y era una camiseta mandada a hacer en el centro.
»Ahí fue cuando, por respeto, decidí retirarme pues cómo es posible que este tipo pretenda hacer un museo con camisetas mandadas a hacer en el centro. No es lo mismo que tú llegues a un museo y veas la camiseta oficial que usó el equipo en tal partido que una réplica”, recordó.
Dolido por esa situación, se prometió a sí mismo lo siguiente: “Junior de Barranquilla, tú vas a tener el museo que mereces y voy a ser yo quien te lo haga”. Con esta lapidaria frase, Joan Nieto se metió en la ‘vacaloca’ de darle a Junior un museo digno de su historia.
“El objetivo de este proyecto es contar la historia del club, proteger su memoria histórica, y ahí de por medio encontramos lo que podemos llamar la gloria y honra del equipo. Que la gente aprenda qué es Junior y lo que vale no solamente para Barranquilla sino para toda una región.
»Para nosotros, cada camiseta representa un capítulo en la historia de Junior. Porque aunque en la historia de Junior haya derrotas y momentos tristes, para nosotros es una historia hermosa por la manera en cómo nació, el esfuerzo que ha tenido y lo que ha conseguido es una enseñanza para la sociedad”, relató.
Es tanto lo que significa Junior para Joan y Jaime que al intentar definir a Junior en una frase, Joan responde sin vacilar “la vida”.
Jaime, pensativo, le responde que le robó su respuesta. Tras unos breves segundos de reflexión, a Joan le empiezan a salir las lágrimas al recordar cómo su vida y la de Junior se unen en un punto y reflejan el sacrificio que han hecho por intentar dejar en alto el nombre de la institución.
“Es que vemos a Junior de una manera que mucha gente no lo ve”. Joan se detiene y se le quiebra la voz. Después retoma.
“Mucha gente te puede llegar a decir que Junior no te da plata. No te da para pagar la casa. Mi sueldo lo invertía en las camisetas. Después me casé, compramos ésta casa y vienen las obligaciones. Y aquí evoco una frase de un conocido mío en las barras que cuando le dicen eso dice que ‘es que yo no nací para tener plata. Yo nací para tener alegrías y Junior me las da’”, resumió tajantemente.
Y continúa: “Yo este proyecto lo pienso sacar adelante, así me cueste la vida. Si en la vida mía no logro dejarle nada al equipo, viviré en vano. A nosotros el fútbol nos ha enseñando que es más que un juego. El fútbol nos enseña tantas cosas en la vida que mucha gente no lo ve así”, remató.
Jaime tampoco puede contener las lágrimas al hablar y con voz entrecortada interrumpe a Joan y comenta que “se me salieron las lágrimas el día en que perdimos con el Medellín que nos eliminaron el año pasado. Acabábamos de salir de la Libertadores y como habíamos perdido la ida en Barranquilla, pues pensé ‘nadie se va a ver el partido’. De pronto, Sebastián Hernández hace el gol y yo dije que ‘joda Junior, a pesar de todo la gente te quiere’”.
Luego, Prada sostiene que “aquí hay sentido de pertenencia por el equipo, pero eso hay que canalizarlo. Es algo muy curioso porque en otras ciudades, el sentido de pertenencia va por barrios.
»El de Junior va por toda una región. Cada vez que veo esa camisa, pienso en lo que vio mi abuelo, que ni siquiera era de Barranquilla sino que era santandereano, que vio mi papá. Y ahí vienen las anécdotas y ese tipo de cosas que te meten en el equipo”.
La colección
Luego del momento emotivo, Joan y Jaime procedieron a mostrarme su colección. Camisas, boletas, medallas, libros, banderines, entre otros artilugios, adornaban la sala de la casa en ese momento. Más de 90 camisetas aparecen dentro de la colección que ambos poseen.
Al principio, me muestran una indumentaria de Junior usada en la Copa Sudamericana 2014. Ellos consideran que detalles como el parche del torneo internacional diferencia a un modelo de camiseta de otra y que por eso no hay que quedarse con un solo modelo.
“Hay coleccionistas que se conforman con un solo modelo de camiseta porque no distinguen que puedan ser de dos jugadores distintos, que una sea de copa y otra no o que haya una variedad mínima en la publicidad.
»Incluso en el caso de Junior 2011-12 que el modelo era exactamente igual, solo que le agregaron una estrella. Incluso tiene variedades de escudo esa camisa que son detalles pequeños que la gente no valora o no conoce”, dijo Jaime.
Mientras hablamos, Joan me llama y me pregunta cuál ha sido la definición de título más emocionante del fútbol colombiano en mi opinión.
Yo, sacando mi corazón ‘rojinegro’, le respondo que la final entre Cúcuta Deportivo y Deportes Tolima en el finalización 2006. Joan, sin dudarlo, muestra una camisa de Iván René Valenciano usada en el segundo tiempo del Junior-América de 1993, año en que el ‘Tiburón’ alzó su tercera estrella gracias al recordado gol de Oswaldo ‘El Nene’ Mackenzie.
En ese momento, Joan saca otra camisa agujereada por unos pequeños puntos marca Saeta. “Estas dos camisas la usó Junior en 1993. La agujereada era para jugar en clima caliente y la cerrada era para clima frío. Sucede que ‘El Pibe’ Valderrama no le gustaba esa camiseta porque decía que parecía de equipo de barrio.
»Entonces empezaron a jugar todos los partidos con la camiseta cerrada y se cocinaban en Barranquilla. No sé cómo hizo Junior para cortar el contrato con Saeta, pero en el segundo semestre del año hicieron un acuerdo con Astros y sacaron la camisa con la que salió campeón”, contó Joan.
Más camisas desfilaban por la sala. Una amarilla con vivos rojos usada por Vladimir Hernández en conmemoración al bicentenario de Barranquilla. Otra de Alex Didí Valderrama que databa de un duelo ante Santos de Brasil en ‘Curramba’ por la Copa Libertadores 1984 nos puso a discutir quién era mejor jugador, si el Didí o su primo ‘El Pibe’.
Después se observaron camisas con algunas firmas. Joan reconoció que en su momento no era amigo de firmar las camisetas. “Yo pensaba que así tal cual se usaba la camisa, así debe de exhibirse”. Jaime aseguró que tuvo muchas discusiones con su compañero por el tema de las firmas. “
Yo pienso que si es para exhibición, se debe firmar pegado al dorsal”. No obstante, Jaime le ganó la discusión a Joan sin la necesidad de pujar por ello. Todo se dio gracias a una camisa de Junior 1978 marcada con el número 14.
“Estuve averiguando por mucho tiempo a quién le pertenecía esta camiseta, hasta que un día un conocido cercano hincha de Junior dijo que estaba casi seguro que le pertenecía a (Carlos Alberto) ‘La Pinza’ Vidal. Una vez, ‘la Pinza’ llegó a Barranquilla a jugar un partido de las estrellas.
»Yo me le acerqué y le dije ‘Pinza, ¿qué número usabas cuando jugabas en Junior?’. Él me respondió que el 14, a lo que yo le dije ‘¿será ésta camisa?’ y ese hombre contestó ‘¡Esa es!’. El hombre parecía un niño chiquito. De pronto, yo llevaba un lapicero en el bolsillo de la camisa y el ‘Pinza’ me lo ha sacado y me dice ‘Te la firmo solo si la conservas y no se la vendes a nadie’. ¿Cómo le iba a decir al ‘pinza’ que no firmara su propia camisa?”, recordó Joan.
Pero no solo las camisas tienen su historia. Antes de la globalización del mundo, a Junior se le ocurrió una peculiar forma de rememorar su primer título, un artículo que está en posesión de Joan y Jaime.
“En 1978, los directivos de Junior le entregaban un llavero del Junior 1977 al equipo que enfrentaban, ya sea jugadores, directivos o periodistas. El papá de quien nos obsequió esto era locutor en Cúcuta y cuando Junior fue allá, le entregó el llavero”, relató Joan.
En 1978, Junior entrega este llavero a los equipos que visitaba durante el torneo. En la parte delantera dejaba constancia de su campeonato del año anterior (derecha) y en la posterior aparecía una foto del equipo campeón.
Boletas de partidos, banderines de Junior, medallas de campeonato colombiano y de torneo internacional hacen parte del inventario del proyecto Micaela Lavalle Mejía.
También una camisa del Unión Magdalena 1985 hace su aparición. Incluso libros que rememoran las campañas de Junior en 1975 y 1976 engalanan el archivo de Joan y Jaime. Historias de aquí para allá se cuentan y recordé junto con ellos momentos curiosos e importantes del fútbol colombiano. Para Jaime y Joan, en eso se resume ser coleccionista.
“Hay dos cosas bonitas del coleccionismo. Que tú coleccionas lo que quieras y el hecho de que siempre va a haber algo que quieras sumar. Porque el día que pierdas el hambre de coleccionar, en el sentido de que estés a la expectativa de una prenda, no va a tener sentido”, sentenció Prada.
***
Mientras ubico a Jaime y Joan en la entrada de la casa de éste último para tomar la foto que abre esta nota, se escucha al fondo en una vivienda vecina la canción Huellas de un recuerdo del cantante vallenato Silvio Brito. Cuando posan apretando las manos teniendo al escudo de Junior como testigo, el pasaje de la melodía vallenata va reproduciéndose de la siguiente forma:
Las huellas de un recuerdo
que me causa sentimiento
las llevo aquí en el alma, convertida en sufrimiento.
Como si la vida les recordara a cada minuto que avanzan por la jungla de cemento barranquillera que su vida y la de Junior están unidas en el sufrimiento y el aguante.
Jaime y yo nos despedimos de Joan quien, a pesar de encontrarse desempleado en estos momentos, sigue en busca de concretar su anhelado sueño de fundar el museo rojiblanco Micaela Lavalle Mejía. Luego me despido de Jaime, quien sigue su camino a casa y yo me voy con la satisfacción en el rostro de haber podido encontrar un tesoro en Barranquilla.