Por María Camila Fernández
Iba caminando por las calles del Rodadero, en Santa Marta, buscando algún lugar donde calmar mi estado famélico en horas de la mañana, cuando me topé con este peculiar lugar, Café Altamar y como popularmente dicen por ahí, iba buscando cobre y encontré oro.
Este peculiar café capturó mi atención desde el primer instante en el que lo vi, teniendo en cuenta que cuando lo distinguí por primer vez estaba cerrado. Su fachada sencillamente me llamó, tanto así, que al día siguiente al despertar mi primera opción para ir a desayunar fue este café.
Al llegar, la atención fue excelente y muy rápida. A pesar de ser un solo chico atendiendo, debo admitir que se llevó un 5 su eficiencia, sin dejar a un lado lo encantador que es el lugar con su decoración.
Ni hablar de la carta del lugar, sus platos no son muchos, su fuerte son los desayunos, sándwiches y crepes, pocas cosas pero delicioso todo, sin dejar a un lado sus precios increíblemente económicos, precios que no he encontrado en ningún otro lugar, para la calidad de platos con los que cuenta este café.
Mi encanto con este lugar fue tanto que fue mi lugar seleccionado por desayunar durante mi estancia en el Rodadero.
PRIMERA PARADA
En mi primera parada elegí unos waffles con mantequilla, los cuales no solos me vinieron acompañados con mantequilla, sino que también me ofrecieron miel y mermelada, yo decidí probarlo con todo, y fue una delicia.
Este delicioso plato lo acompañé con un rico milo que combinó a la perfección con mis waffles.
Waffles con mantequilla
Milo
La verdad es que disfrute cada bocado de mi desayuno y lo que más me gustó es que quedé perfecta, ni tan llena pero definitivamente sin hambre. Este desayuno me dejo con las energías perfectas para un extenso día playero.
Segunda parada
En mi segunda parada, me fui por un rico Omelette. A mi gusto, la verdad me gustan las cosas sencillas, entonces pedí el Omelette con jamón y queso, pero estuvo exquisito.
Repetí milo y al final quedé con muchas ganas de más, al nivel de comerme el pan de las personas que estaban acompañándome.