Por: Cristina Amortegui
Un lunes del año 2006 en la puerta de oro de Colombia, Alberto Martínez Monterrosa y Paola Alcazar, recibieron un regalo que esperaron durante 8 años: su segundo hijo. Esta pareja no se alcanzaba a imaginar que aquel regalo no solo les proporcionaría felicidad infinita, sino que también sería la lección más grande de sus vidas.
Samuel Martinez Alcazar nació el 24 de abril a las 8:30a.m. en en la clínica La Asunción. Piel canela, pelo color miel y unos ojos azules lo obligarían a ver más allá de lo que cualquiera pudiera imaginar.
Samuel nació con el Síndrome Peters, que consiste en un error congénito en el desarrollo del globo ocular. Esta anomalía afecta a una de cada 1 millón de personas. Particularmente en su caso, significa un daño en la cornea de ambos ojos. Sammy sí alcanzó a ver la luz y los colores, pero captaba todo muy opaco. Según lo que decían los doctores, percibía una sensación parecida al tener dos kleenex gruesos sobre los ojos. Su resto visual era muy bajo y fue disminuyendo. Luego de varias intervenciones y cirugías durante sus dos primeros años de vida, su visión se redujo por completo hasta quedar ciego.
“Sammy a veces nos hace olvidar que tiene una discapacidad. Es tan libre que uno pierde de vista que el no tiene la vista” Alberto Martínez
Lamentablemente, en la cegada sociedad actual encontramos muchos casos de personas que ‘esconden’ a los familiares que tienen algún tipo de discapacidad. Es de gran admiración ver que Sammy es muy consciente de su condición y la asume como cualquier reto que se le presente. Debo confesar (y estoy segura que a ustedes también les pasa) que no me siento muy cómoda hablando sobre discapacidad frente a una persona que la posea. Inconscientemente, y en consecuencia de nuestra ceguera mental, colocamos barreras para evitar herir al otro, cuando en realidad los únicos afectados somos nosotros mismos. El tacto, la delicadeza y la sutileza en las palabras son recursos utilizados normalmente al momento de sostener una conversación con una persona en condición de discapacidad.
Sammy cambia todos mis paradigmas. Mientras charlamos, él rompe cualquier estereotipo y hace que yo olvide que no puede verme. Con su madurez y manejo de un discurso tan avanzado para alguien de su edad, hace que todos a su alrededor nos concentremos en las mil y un cualidades extraordinarias que posee. Solo los que hemos tenido el placer de estar cerca a este pequeño podemos comprender el potencial de su memoria. Tiene la capacidad de recordar a las personas y hacer referencias impresionantemente. Si vas a conocerlo, deberás decirle tu nombre completo, de dónde vienes y para dónde vas. Tendrás que contarle tus principales hazañas y tu función en determinado lugar. Él sabrá cómo vas vestido, qué te caracteriza y por supuesto, te preguntará si te gusta o no la champeta. Conocer a Sammy es como someterse a un difícil cuestionario en el que un exigente maestro te interroga y te obliga a buscar en lo más profundo de tu ser cosas de ti mismo de las que no eras consciente. Los detalles que normalmente consideramos ‘insignificantes’ para Sammy son lo más valioso, ya que le ayudan a guardar registros en los archivos de su mente. Gracias a su franqueza y sencillez, entendí que estaba equivocada cuando afirmaba que Sammy no puede verme. Sí puede y en ocasiones, me ve mucho más que aquellos que poseen todos sus sentidos intactos.
Un guerrero cuya arma es la palabra. Un héroe cuyo escudo es la música. Un luchador que se defiende utilizando la bacanería, un pensador que tiene como filosofía de vida “Cogerla Suave” y un líder que promueve el vacile efectivo. Todo esto compactado en 1.42 metros de estatura. Para ese campeón no hay desafío que no se afronte y que no se venza pues está acostumbrado a cumplir sus metas y siempre salirse con la suya.
“Es mi trabajo enseñarle cosas a él, sin embargo el me ha enseñado que no existen barreras. Que no hay límites para lograr y conseguir los sueños” Mateo Martínez, hermano.
Desde sus primeros años de infancia, y bastante centrado en sus objetivos, ese líder mantenía luchas incansables por conseguir lo que quería. Mientras los otros desfallecen y se agotan, Samuel no se rinde. “Vamos a buscar un juguete que tenga todos los animales de la selva” le decía a su padre, quien siendo realista y al fin y al cabo, adulto, lo trataba de convencer de que no existía algo así. Como todo héroe respondía “No pierdas la fe”. Así es como en un campo de batalla llamado centro comercial, el gran Sammy hallaba el tesoro que había imaginado. Incrédulos, sus padres, debían llevarse a casa el juguete con todos los animales de la selva, que sí habían encontrado. Sammy sale victorioso. En el diccionario coloquial barranquillero, debajo del concepto “Echao pa´alante” debería salir una fotografía de Samuel Martínez como ejemplo ilustrativo de pujanza y constancia. No se si existe una enciclopedia de este tipo, pero estoy segura que en el ideario popular de la arenosa debemos tener presentes a este niño, viva encarnación de la esencia costeña.
“Sammy no salió a nadie ni se parece a nadie. Sammy se ha construido él mismo” Alberto Martínez
A los pocos días de nacido, Paola le hablaba como toda madre que quiere transmitir seguridad a su hijo. “Mi amor, no ves por tus ojos pero ves por todo lo demás. Tu puedes oler, tu puedes sentir, tu puedes escuchar”. Así se fue forjando una persona sumamente organizada. Todas sus pertenencias deben estar siempre en el mismo lugar, tal como él lo preparó. Constantemente se debe seguir un orden que corresponde a la ubicación espacial de su mente, le da mal genio si algo no está en su puesto. Como un gerente de cualquier multinacional, Sammy necesita conocer su agenda y así tener todo planeado. Diariamente le pregunta a sus padres los compromisos del día, las cosas que debe hacer, a los lugares que va a asistir y que hará en cada uno de ellos. Sammy es un ser humano noble, dulce e inocente que ve la vida llena de magia y curiosidad. No deja de hacer preguntas, es como una esponja que absorbe todo lo que lo rodea. Ese niño de 11 años parece un señor de 70 que habla con propiedad sobre la cultura y la historia. Al verlo en su casa sentado en una pequeña silla azul, con pantaloneta y camiseta dominguera, siento que estoy conversando con un barranquillero que posee muchos años de experiencia en la escuela de la vida. Lo imagino sentado en una mecedora en la terraza de una casa vieja de algún barrio popular de Barranquilla mientras la brisa le acaricia el rostro y le brotan las palabras. Me cuenta sobre la champeta de los años 30, me transporta a sus inicios y me enseña los pormenores de cada ritmo, como si él lo hubiera vivido en carne propia. Los siete años que nos diferencian en edad, se convierten en muchísimos mas, él se vuelve mayor que yo al instruirme y enseñarme sobre un mundo musical desconocido. Es entonces cuando me doy cuenta que estoy aprendiendo de un maestro que tiene el empoderamiento en la palabra suficiente para sostener cualquier conversación y darle ‘sopa y seco’ al que trate de llevarle la contraria.
“Sammy nos ha puesto en una perspectiva de interacción con mundos desconocidos. Nos ha exigido muchas cosas” Alberto Martínez.
La familia me abre las puertas de su casa y me da la oportunidad de ingresar al maravilloso mundo de Sammy, un mundo lleno de sonidos de animales y notas musicales. En el cuarto de juegos, Sammy tiene decenas de juguetes con los que se entretenía desde pequeño. Alberto me cuenta que darle regalos a su hijo es un poco difícil porque él no encuentra atractivas la mayoría de las cosas. Necesita artefactos con sonidos llamativos. Estoy frente a un gran estante lleno de leones, conejos, osos, trenes y hasta micos ruidosos que custodian el rincón mágico de Samuel. Del otro lado de la habitación están los aparatos más valiosos e importantes para este pequeño: sus instrumentos. Según me cuenta su madre, de los primeros juguetes que tuvo Sammy fue un pequeño piano. Se pasaba horas apretando botones para escuchar las notas musicales hasta que un día sus padres notaron que tocaba la melodía de entrada del Minuto De Dios, programa del que es fanática su abuela. Fue allí cuando decidieron regalarle un piano “de verdad”. Hoy en día, Sammy toca flauta, tambor, piano, batería, clarinete y trompeta. Cuando le pregunto qué quiere de navidad este año me responde “Joda Cristy, no tengo ni idea”. Ciertamente concuerdo con su padre en que no es nada fácil darle obsequios a este niño. El lujo y la belleza que nos encanta a la mayoría, el brillo que nos ciega y nos atrae a los objetos materiales no significan nada para Sammy. Él “no come de marcas ni logos”, tampoco se deja llevar por un empaque bonito o por los adornos caros e insignificantes que tienen las cosas. A Sammy verdaderamente le atrae el interior de cada detalle. Los sonidos que emite un juguete desde lo más profundo de su composición, lo que le transmiten el volumen, el tono y la intensidad característica de las cosas que lo rodean. Si algo, o incluso alguien no es lo suficientemente bullicioso y atractivo para el, pasará desapercibido y no hará parte de su rincón mágico. Al igual que con los objetos, sucede con los que estamos alrededor de Samuel. No somos juzgados por nuestro color de piel ni estrato social. Al contrario, somos evaluados por nuestro nivel de bacaneria y mamadera de gallo. Sammy es atraído por el color de la voz y el peso del contenido que se le ofrece en una conversación. Con el poder de sus oídos, puede escuchar mínimos detalles. Le encanta oír las olas del mar…
…los sonidos de animales y la diversidad de ruidos del centro de Barranquilla…
Para Sammy es toda una aventura ir al Paseo Bolívar, pues se deleita con el bullicio de la calle. Es miércoles de ceniza y Samuel tiene una lista larga de tareas para ponerse al día en el colegio. Su madre le indica que tiene pendientes actividades de math y español. En unos minutos, deberá salir del cuarto de juegos y cumplir con sus responsabilidades.
Sammy entró al jardín a los 8 meses, incluso antes de aprender a caminar. Ha estudiado todo lo que el plan curricular del sistema educativo colombiano exige, desde los colores hasta las matemáticas. Cuando sus compañeros de clase eran introducidos en la pre escritura, él hacía lo mismo con el pre braille.
Actualmente cursa cuarto de primaria en el Colegio Real Royal School. Va todos los días al colegio acompañado de una tutora que lo asiste. La sombra de Sammy, como es llamada en los pasillos de la institución, ayuda más, la mayoría del tiempo, a los docentes que al mismo Samuel porque el material debe ser adaptado para que pueda hacer tareas, exámenes y aprender al igual que todos.
Se dice que la edad promedio para sentir atracción hacia otra persona por primera vez es entre los 10 y 15 años. Precisamente el rango de edad de Samuel. Por lo popular que es en el colegio, puedo pensar que tiene unas cuantas enamoradas en su curso y soy consciente que con su encanto, deja flechadas a las mujeres donde quiera que vaya. Efectivamente, hay una afortunada con la que Sammy siempre quiere estar. Cuenta los días y presiona a sus padres para poder compartir con ella. Según me dice el mismo Samuel, ella es especial, hermosa, huele siempre rico, le encanta su voz y para rematar, me revela que fue reina del carnaval. Es entonces cuando el pequeño picarón me reta a que adivine el nombre de su amor, me da pistas y se burla de mi al notar mi sorpresa y afán por saber. Se me viene a la mente cierta ocasión en la que el profesor Alberto le contaba apenado a un grupo de estudiantes que Sammy “Se ponía intenso” cuando estaba con cierta personita a la que nunca se le despegaba. La respuesta llega automáticamente a mi mente. – Sammy, ¿Daniela Donado es tu novia? – Claro que si. Es más, ya quiero volver a bailar con ella.
No es descabellada la idea de enamorarse de una mujer como Daniela, reina del Carnaval De Barranquilla 2007 y una de las soberanas más recordadas. La pasión por la música y el carnaval unen a Sammy y a Dani. El único problema es que ella está recién casada y tiene una hija. “Podría ser tu mamá” le dice Paola entre risas tratando de hacerlo cambiar de parecer. https://www.instagram.com/p/Bb0YFMaABN7/ Este galán está acostumbrado a que el género femenino sienta cierta debilidad hacia su encanto y dulzura. A su corta edad, es completamente consciente de que las personas mayores se podrían entretener horas con sus ocurrencias y le prestan toda la atención que quiera debido a su personalidad arrolladora. Por tal motivo entiendo su atracción hacia esta presentadora que se vuelve loca al verlo.