Una mirada a La Heroica.
-un viaje íntimo y personal de la vieja escuela a nuevas cotidianidades-
Fotos y Texto: Oscar Arias Diaz
Para los que vivimos la vieja escuela de “tomar fotos”, la fotografía analógica, de rollo o de carrete, vemos la impresión física de fotos, -requisito de concursos-, cómo un motivo de reivindicación: El tener en nuestras manos, nuestras estéticas; creo, es lo más sublime de una muestra fotográfica.
Una visión romántica y evocadora en la cual “los rollos” venían en formatos de 12, 24 y 36 exposiciones. ¿Equivocarse?, No había segundas oportunidades. Teníamos que ser precisos al primer disparo, tanto por el rollo, como por los costos del revelado.
Lo digital en su facilidad de lo inmediato, de las múltiples oportunidades, nos quita la expectativa; un buen jugador de cartas sabe que uno de los grandes deleites es “la liga”, el comprobar que la suerte nos ha suministrado lo esperado. Deleite que en fotografía se transmitía en como quede o como quedamos.
Era, así: quede bien, quedamos bien, quede mal o quedamos mal. Un binomio funcional, simple y significativo, no las destruíamos (hoy borrar), así estuvieran malas, las fotografías reveladas. Las más mínimas acciones formaban parte de un hermoso todo. Ni que hablar del fotógrafo que en algunas ocasiones era tan importante como la misma pareja de casados, el cumplimentado, el bautismo y tantos otros protagonistas de festejos y eventos.
Estas fotos, todas ellas en Cartagena, son el reflejo, el evocar, todas esas vivencias, de muchos años, una pasión desbordante, que atrapa, que se convierte en energía vital.
Es posible que las mejores fotos no estén aquí, sólo en mi retina la cual maravillada dejó escapar un instante mágico, pero de eso se trata el aprender: no perder nuestra capacidad de asombro.
Entonces, entro en dialogo contigo mediante las estéticas de estas muestras, amable observador de las mismas. Dialogo que también se convierte en conversación íntima y personal conmigo mismo. Eso es la cotidianidad, un buscar lo profundo en lo sencillo, resaltando la sencillez de la profundidad con nuestras lentes.
No necesitamos trípodes, el único soporte fue la libertad, el carácter, la fuerza, la historia, el caminar sin caminos por una Cartagena sobradamente conocida.
Pero que vuelvo a reconocer en rostros, paisajes, arquitectura, vivencias, que integran un mundo de referencia en el cual lo cotidiano reivindica un mundo no existente, pero vigente en nosotros, en nuestro contacto con el otro, en el hermano hermoso y maravilloso, lo afro el cual coadyuvó la existencia de un lugar que nunca agota su semántica.
Estos son las historias tuyas en la cotidiano del otro.