El periodismo es un oficio basado en la pasión, las ganas de escribir, preguntar y contarle al mundo la realidad que por sí sola no se puede ver. El periodismo es un llamado que se siente desde el corazón. Es arriesgado y para nada fácil, pero vale la pena y llena de placer el contar historias.
“Señor Manuel, ¿Me regala una entrevista?”, le digo.
“Claro que sí, dime dónde la hacemos”, me responde.
Entonces nos sentamos en el lobby del hotel. Desde muy pequeña me acostumbré a verlo en televisión cada domingo, en su programa Séptimo Día. Soy una de tantas personas a las que ha impactado y llegado al corazón con sus palabras. Yo, llena de nervios porque tenía en frente a uno de los más grandes periodistas del país. Él, con camisa manga larga y maletín, luce muy relajado y tranquilo. Varias personas le toman fotos, le dicen cosas y él a todas trata por igual. Seguramente hay muchos temas que lo preocupan en este momento, esta es una suposición mía porque asumo que un hombre tan ocupado debe tener poco tiempo. Le expreso mi suposición, solo ríe y me dice: “Estoy feliz de estar en Barranquilla”.
En el año 1960 nació Manuel Teodoro Bermúdez en Luisiana, Estados Unidos. Gracias a su madre cartagenera, este personaje aprendió a hablar español y desarrolló un profundo apego hacia Colombia, lugar que hoy lo acoge como uno de los periodistas más relevantes y arriesgados a nivel nacional. Es precisamente gracias a este oficio que Manuel se siente colombiano, pues ha contado miles de historias que reflejan la realidad de nuestra gente.
Desde muy joven, este paisano (porque para la mayoría de nosotros él es nacido aquí) descubrió que su pasión eran las palabras y el poder que tienen y a partir de ese momento luchó para cumplir sus sueños. Al graduarse de bachillerato en Bogotá, regresó a Estados Unidos y se unió a la Fuerza Naval de Estados Unidos, luego estudió Odontología pero rápidamente se dio cuenta que ese no era lo que le gustaba.
“Yo creo que cuando uno tiene 18 ó 19 años muchas veces es difícil saber qué es lo que le gusta a uno, a veces toca hacer un proceso de eliminación para determinar qué es lo que no me gusta y llegar a saber qué es lo que me gusta. Un día estaba caminando en la universidad y vi que los estudiantes leían un periódico. Cuando yo levanté un ejemplar me di cuenta que era un periódico universitario escrito, publicado y editado por estudiantes. En ese momento me di cuenta que era una maravilla que otros consumieran lo que alguien escribió y esa es la esencia de la comunicación. Comunicar o reflejar una realidad y que otro la consuma. Que otro pueda opinar, pensar y obtener herramientas útiles gracias a esa información. Pero alguien lo tiene que producir, esa es la esencia de todo y cuando yo sentí eso fue cuando me entró ese mensaje trascendental que me dijo ‘Este es tu camino en la vida’.”
Este joven apasionado fue al periódico escolar y solicitó trabajo como escritor. Se lo negaron contundentemente.
“¿Usted quién es? Apenas tiene 19 años”, cuenta el reputado periodista que le dijeron ese día.
“Yo soy Manuel Teodoro y quiero escribir”, dijo aquel joven que rememora las ganas de tenía de trabajar en el periódico, a quien le respondieron que la única forma de que participara era levantándose todos los días a las 3:00 a.m. para hacer domicilios. El apasionado aceptó. Manuel Teodoro madrugaba diariamente para repartir periódicos en las puertas de los dormitorios de la universidad.
“Estoy dispuesto a hacer lo que sea con tal de comenzar. Y así comencé”, fue su respuesta ante aquella condición que parecía más un impedimento para su ingreso.
Existe una delgada línea entre contar la verdad y contar una ‘verdad’ que le gusta a la gente. Cuando un periodista se arriesga a contar la verdad estará expuesto a los aplausos pero también a las críticas y abucheos. Manuel Teodoro y su equipo de productores y periodistas han contado muchas verdades controversiales o escondidas a través del programa Séptimo Día y han sido demandados y sancionados en múltiples ocasiones.
¿Cómo han sabido manejar tantas dificultades ocasionadas por las personas que no están de acuerdo con sus historias?
“Estoy segurísimo de que hay muchas personas que no les gusta la verdad. Algunas porque no les conviene, otras porque no les gusta mi estilo. Yo siempre he pensado que una verdad desnuda es mejor que una mentira bien vestida. Una verdad maloliente es mucho más valiosa que una mentira muy perfumada. Yo no estoy en este negocio para complacer a la gente ni mucho menos para hacer amigos. Yo estoy en este negocio para contarle a la gente qué es lo que está pasando. Si les gusta es bueno porque está en sintonía con esa verdad. Si no les gusta, yo simplemente soy el mensajero. Tú puedes odiar el juego pero no odies al jugador.”
Manuel es un hombre sincero y abierto a la gente, o al menos eso es lo que me demuestra, pues desde el primer momento de nuestro encuentro nunca para de sonreír y saludar a todo el que se le acerca. Quizás está contagiado de la sabrosura costeña y el calor de Barranquilla lo hace abrirse conmigo. O Tal vez, en la fría Bogotá, donde reside, también es fuente de felicidad y le brillan los ojos como aquí. Algo paradójico debido a que está rodeado constantemente de trágicas historias. Su diario vivir es encontrarse con abusos y problemáticas que está dispuesto a investigar, contar y luchar para hacer justicia.
¿Qué es lo que lo motiva a continuar día a día con el periodismo?
“Cuando a mí me llama una señora por teléfono y me dice ‘yo tengo 24 años trabajando, lavando ropa y barriendo. Un día un señor me dijo que era sacerdote, funcionario público, empresario… y que me iba a conseguir un subsidio de vivienda. Yo creí en él y le entregue todos mis ahorros y me los robó, yo no sé qué hacer’. En ese momento, algo dentro de mí hace que me levante a las 5:30a.m. todas las mañanas para buscar la forma de utilizar este medio y tratar de ayudar a esa señora. Más que el sueldo, más que un premio de periodismo. El mejor premio para mí es unos meses después, recibir una llamada de esa señora que me dice ‘gracias’. Esa es mi motivación.”
El siempre recordado Gabriel García Márquez en algún momento de su vida expresó que el periodismo es el mejor oficio del mundo. ¿Cómo usted podría sustentar esto según su experiencia?
“Yo no estoy seguro si estoy en total acuerdo con el gran, admirado y venerado Gabo. Yo creo que los médicos también tienen un oficio muy importante en el mundo. Yo creo que hay muy buenos sacerdotes, yo creo que hay buenos políticos y servidores públicos no corruptos que quieren de verdad mejorar a Colombia. Yo no diría que es el mejor oficio del mundo y con todo respeto para el gran Gabo, que es mucho más inteligente que yo, no estoy de acuerdo con eso. Yo pienso que el periodismo es un excelente oficio y los que tenemos la suerte de tener trabajo deberíamos sentir gratitud hacia esto. Pero yo no creo que es el mejor, creo que eso es soberbio”.
Como dije antes, es un hombre sincero que no le teme a decir lo que piensa. Vive tranquilo y se siente seguro de lo que es: un apasionado de la vida y de las buenas personas. Sus dos hijos ya están grandes así que dedica la atención a su esposa Ana, trabaja haciendo lo que le gusta y quiere aprovechar cada segundo para ser feliz. Precisamente por eso quiere pasar tiempo con sus amigos y familia, quiere seguir descubriendo el mundo. Y porque quiere ser feliz, ha decidido alejarse de las redes sociales.
Si usted falleciera mañana, ¿Cómo le gustaría que lo recordaran?
“Yo quisiera ser recordado como alguien que fue útil. Alguien que aportó un beneficio a nuestra sociedad, así sea chiquito. Me gustaría morir y que en mi entierro haya por lo menos 35 personas que puedan decir ‘yo a ese señor que está muerto le debo un favor’”.
Seguramente más de uno cumplirá con ese deseo de Manuel, hasta yo puedo decir que ese señor me hizo un favor. Con su sonrisa de oreja a oreja me dice que él no quiere morirse mañana, pero nadie sabe qué puede pasar. Yo también espero que esto no suceda pronto, los colombianos merecemos seguir escuchando las historias de este contador. Todavía hay muchas verdades que esperan ser descubiertas por Manuel, quien no se rinde, quien no pierde el tiempo.
A pesar del poco tiempo de conocernos, se despide de mí con un fuerte abrazo, me desea muchos éxitos y se retira de la sala dando la mano a todo el que se le atraviesa. Sin duda alguna, Manuel Teodoro es un ejemplo de valentía y perseverancia. La pasión de aquel joven que repartía periódicos de puerta en puerta sigue estando presente en el imponente periodista que continuará viviendo su vida para darla a la gente.